Lando.

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Los días sin Lando eran los peores, y peor últimamente, mis ganas de tener sexo se habían incrementado en grandes niveles, pareciera que tuviera algo que me hace querer tirarme encima suyo siempre.

Era domingo, y Lando estaba en carrera. No lo acompañaba a muchas de ellas por cuestiones de la universidad, pero moría por estar con él en todas y tenerlo para mí todos los días.

La carrera había terminado y el castaño había logrado conseguir un puesto en el podio, lo que me ponía feliz. Agarro mi teléfono y le envío un mensaje de felicitaciones.

Yo
Felicidades por ese podio, espero verte pronto mañana.

No espere que me contestará, en cambio, le adjunte una foto de mis tetas descubiertas, con los pezones erizados, necesitaba que él supiera cuánto lo extrañaba. Un mensaje se hace visible en la pantalla de mi teléfono y no puedo contener la emoción, sabía que era Lando.

Lan
Bebé... ya quiero tenerlas en mi boca.

Yo
Ven rápido, pls.

Su respuesta me tomo por sorpresa.

Lan
Ya estoy en el avión.

Sinceramente, pensé que era una broma, ¿así de mucho me extrañaba?
Para mí sorpresa, lo que creí una broma se había convertido en realidad, en castaño estaba de nuevo en Mónaco, y ya venía para el apartamento.

Cómo estaba en pijama, decido ir a ponerme ropa interior para lo que sabía que iba a pasar. Una tanga de hilo se incrustaba en mis glúteos y un pequeño sostén apenas cubría mis pezones, me puse una bata de seda por encima, sólo para mantener el misterio.

La puerta se abrió y el castaño entró por ella mirando a su alrededor.

—Por fin.— Le digo abrazándolo.

—Hueles delicioso.— Me halaga.

—Vamos a la habitación.— Lo halo de su mano y él se deja llevar.

Cuando nos adentramos en la habitación ambos nos sentamos en la cama, empiezo a dejarle besos en el cuello y a desabotonar su camisa.

—Dejame tocarte.— Pide.

—No te lo estoy prohibiendo.— Le respondo.

Inmediatamente me toma de las manos y me tumba a la cama, empieza a quitar el lazo de la bata y cuando por fin ve lo que hay debajo de ella me mira a los ojos.

—Te voy a follar tan bien.— Me dice, yo me quedo en silencio.

Lando empieza a bajar por mi abdomen con besos húmedos hasta llegar a mi coño, con dos de sus dedos retira la minúscula tela que cubre la zona y da un largo beso en mi humedad. Juega conmigo por un par de minutos mientras mete y saca su lengua como si de un juguete se tratará.

Sus manos agarran mis caderas fuertemente y yo solo puedo gemir su nombre y jalar su cabello. Lando chupa una vez más y se levanta de la cama.

—Déjame desnudarte.— Le pido, él asiente.

Le quitó la camisa con desesperación, al igual que todo el resto de su ropa. Veo a su miembro goteando por entrar en mi abertura, yo agachó mi cabeza para metermelo en la boca. Su miembro golpea el final de la pared de mi boca y eso genera arcadas, pero sigo con mi trabajo. Me pongo de rodillas en el piso sin importar que estén un poco incómodas. Sigo succionando su glande y todo lo que más puedo con la única motivación de qué él se sienta satisfecho.

—Oh, sí.— Gime, yo puedo sentir mi chorro de liquido salir de mi coño.

Cuando lo noto a punto de venirse paro rápidamente, no quiero que se venga sino adentro mío. Me pongo en cuatro dándole una vista espectacular de mis dos agujeros al castaño, él solo toma mis caderas y con dos de sus dedos me penetra fuerte.

—Lando... métemela.— Le ruego.

—¿Eso quieres, bebé?— Me pregunta.

—Sí... por favor.

Lando acomoda su grueso pene en mi entrada, y entra suavemente, arrancando varios suspiros de mi boca en el camino. Sus estocadas son fuertes y constantes, me agarra de la cintura como si tuviera miedo de que me fuera. Mi vientre siente el tamaño de su miembro y se intenta acostumbrar a él pero cada estocada que da siento que entra más profundo.

Cuando nos cansamos de la posición decido subirme encima de él, me siento fuertemente en su duro pene y lo dejo adentro durante un tiempo, luego empiezo a subir y a bajar, logrando que mi clítoris roce con su pelvis.

—Oh, bebé, ¿te gusta montar mi polla?— Me pregunta en medio del acto, yo me siento incapaz de responder. —Responde.

—Sí, amor, me encanta cabalgar en tu rica polla.— Le grito.

Siento varias palmadas en mis senos y sonrió con éxtasis. Lando me obliga a parar y me voltea, poniendo mis piernas encima de sus hombros y cada vez entrando más y más duro.

—Quiero llenarte toda.— Dice golpeando mi clítoris con su mano.

Mis senos rebotan cuando su pene entra en mi, y siento que mi cuerpo va a explotar en un montón de partículas. Las manos de Lando son inquietas, así es siempre cuando tenemos sexo. Se mueven en mis tetas, en mi cara, en mi cuerpo. Dos dedos se meten en mi boca, yo los humedezco con mi saliva y el los lleva a mi clítoris ya mojado y duro. Da pequeños círculos con rapidez, se entierra profundamente en mí con ganas.

Los besos se vuelven babosos y pasionales, ya no eran románticos, ahora eran más feroces.

—Justo así, amor, ¡sí!— Le digo cuando toca ese exquisito punto dentro de mí cuerpo.

—Ya voy a venirme, linda.— Me avisa.

Yo cierro mis ojos esperando que el momento llegue, lo siento correrse dentro de mí, llenándome de ese líquido caliente que muchas veces ha pasado por mi boca. Lando no sale, sigue embistiendome duro, y segundos después me siento sin energía, ahí es donde el castaño sale de mí dejando ese incomodo vacío. Ambos nos quedamos hipnotizados viendo cómo el semen sale de mi coño, una verdadera exquisitez.

—Te extrañé.— Le confieso.

—Y yo a tí, amor.— Responde besando mi frente.

One Shots || Fórmula 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora