Desde que empecé a trabajar en Red Bull mi vida había tomado un giro inesperado, me había enamorado por completo de alguien con el que no podía estar, y odiaba ese sentimiento.
Las cosas en mi casa estaban peor de lo que creía, mi padre estaba peleando por el apartamento a causa de su separación con mi mamá y el único sustento de ambas era el sueldo que ganaba aquí. Realmente quería cometer un crimen contra ese hombre, me había abandonado desde los diez años, y ahora que ve que tengo trabajo cree que tiene el derecho a quitarnos lo único que queda, me siento enojada.Las lágrimas se acumulan en mis ojos mientras paseo por los pasillos de la oficina, unas voces me hacen limpiar las gotas saladas que caen por mis mejillas y cuando menos pienso veo a los dos pilotos frente a mí.
—Buenos días.— Los saludo con una falsa sonrisa, sólo quiero encerrarme en mi oficina a llorar.
Ambos me devuelven el saludo y voy rápidamente hacia mi oficina sin darles oportunidad a escuchar otras palabras suyas, realmente necesitaba estar a solas.
En la privacidad de mi oficina me permito llorar con todo, sentía que todo se estaba yendo al carajo por mi culpa. Unos toques en la puerta me alarmaron, limpio con brusquedad mis ojos y mis mejillas empapadas, rogando porque no fuera mi jefe.
—Hola, Sergio, ¿necesitas algo?— Le pregunto sin atreverme a mirarlo a la cara.
—Sí, necesito saber si estás bien.— Me dice y me sorprende su actitud.
—Claro que sí, estoy genial, ¿por qué?— Le pregunto.
—No sabía que llorabas tanto cuando te sientes genial.— Dice con algo de gracia, yo me limitó a estar en silencio.
—No es nada, enserio, estaré bien.— Le miento con algo de esperanza.
—Déjame entrar.— Pide, yo niego con mi cabeza.
—No Sergio, no quiero charlas motivacionales a esta hora del día.— Le confieso, lo veo sonreír.
—Solo te quería dar un abrazo.— Comenta, yo empiezo a temblar.
—Está bien, entra.— Le abro la puerta por completo dejándolo pasar, este la cierra con seguro cuando entra.
Sergio se acerca a mí con suavidad y estira sus brazos, sin darle más espera a lo inevitable, me tiro a sus brazos como si fueran una especie de cura a mis males. Su abrazo es reconfortante y me hace sonreír, tiene encima el perfume que tanto me gusta en él.
—Cuéntamelo todo, pequeña.— Toma asiento y me sienta en su regazo como a una niña.
—Estoy pasando por una crisis en todos los ámbitos, Sergio. Mi papá es un idiota, mi mamá no tiene esperanza de nada y yo me aferro a Dios como si fuera a curar mis problemas.— Le confieso, Sergio me escucha con atención.
—¿Te hizo algo?— Pregunta, pues no sabe el contexto de la situación.
—Cuando papá nos abandonó a mamá y a mí hace diez años nos dejó el apartamento en el que vivimos actualmente, y ahora que sabe que estoy trabajando quiere que se lo devolvamos, pero no tengo la posibilidad ni siquiera de alquilar una casa, mi sueldo no hace maravillas.— Le confieso con algo de pena.
—No tiene derecho a hacerte eso, puedes hablar con un abogado, te solucionaría este problema de inmediato.— Me aconseja, yo río con ironía.
—Si tan solo tuviera la posibilidad de pagarle a un abogado, sabes que sus tarifas son carísimas.— Le recuerdo.
—Yo lo pago.— Dice, yo me niego.
—No, no tienes porqué hacerlo.— Le digo, este sonríe.
—No niegues que me preocupo por tí, déjame hacer esto a mí, eres mi pequeña.— Dice e inevitablemente me lanzo a sus labios devorandolos, tal como lo hacía siempre que lo veía.
Lo mío con Sergio era algo prohibido, él me llevaba cerca de 10 años, tenía un hijo, y estaba en proceso de separación con su esposa, si la gente me viera con el pensaría que solo soy una interesada, pero lo amo, en verdad amo a Sergio Pérez y estoy enamorada de él.
—Sergio, te amo.— Le digo con miedo.
—Yo te amo más, princesa. Prometo darte todo lo que quieras.— Me dice, yo sonrió complacida.
—Te quiero a tí, quiero ser tu esposa, tener hijos contigo, prometo ser buena, no me dejes.— Le suplico enterrando mi cara en su cuello.
—Serás mi esposa y la madre de nuestros hijos, princesa. Nunca te dejaré.— Me dice mientras toma mi cara para besarme con suavidad.
Cuando mis lágrimas cesan me doy cuenta de lo que acaba de pasar, le acabe de decir a Sergio que lo amaba y que quería formar una familia con él, lo mejor de todo es que él correspondió esos sentimientos, lo que hacía que mi corazón latiera fuertemente.
Me levanto de su regazo y él también hace lo mismo, ambos tenemos trabajo por hacer.
—No te preocupes por nada, cariño, está semana todo estará resuelto.— Me avisa, yo le sonrió con agradecimiento.
—Muchas gracias, enserio, esto significa mucho para mí.— Le confieso y lo veo sonreír satisfecho.
—Hoy te llevare a cenar, paso por tí.— Me avisa y sale de mi oficina dejándome embobada, lo mío con Sergio iba más allá del deseo, ni siquiera habíamos tenido sexo, pero su personalidad termino enamorándome y haciendome sentir amada, lo que más me gustaba.
Más tarde ese día tal como lo dijo, Sergio me recogió en mi apartamento y me llevo a un lugar que según él era increíble. Al llegar nos sentamos en una mesa alejada de las otras, sentía las cosas demasiado íntimas y eso me gustaba.
—Pequeña, déjame ser tu novio, luego nos casaremos pero quiero asegurarme de que estamos juntos desde hoy, como una pareja oficial.— Me pide.
—Por supuesto que sí, Sergio, te amo.— Le respondo, el mexicano toma mi boca y se adueña de ella, haciéndome sentir en el paraíso.
Luego de la hermosa cena me llevo a su apartamento, uno a las afueras de la ciudad muy hermoso, grande y del estilo de Sergio. Esa misma noche el castaño me demostró que podía hacerme sentir segura en sus brazos, me tomo como más pudo y me hizo suya. Mi cuerpo temblaba encima del gran hombre que era Sergio, el antes mencionado se acostó a mi lado, dejando besos en mis brazos y espalda, haciéndome sentir amada y protegida, sin importar que lagrimas salieran de mis ojos.
Años después un bonito anillo de compromiso adornaba mi dedo, y en poco tiempo tendría mi primer hijo, la unión de Sergio y mía. Sergio se había encargado de darme la vida con la que soñé, y para él no había mayor recompensa que verme feliz a punto de tener nuestro bebé, mi papá dejó de ser un problema cuando llegó el mexicano a mi vida, él se habia encargado de llenar ese vacío con sus caricias y momentos de felicidad, y sin desmeritar la terapia a la que asistí, pero definitivamente, Sergio me habia salvado la vida.
....
Mehhh, pudo haber estado mejor.Nunca me había animado a escribir acerca de Sergio pq lo veía como una figura paterna, pero ese hombre está divino, DIOS MÍO. Lo acople cómo más pude al One Shot para que se sintiera bien escribirlo.
Ya saben que pueden dejar sus pedidos, sin pena.
¿de quién creen que será el próximo OS?
¿Triste, dramático, feliz o hot?
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One Shots || Fórmula 1
FanfictionHistorias cortas de todo tipo con nuestros amados pilotos.