Lando.

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Hoy es el cumpleaños de mi hermano, Max. Estaba emocionada por verlo, pues hace varias semanas no lo veía. Mis padres y yo le planeamos una fiesta sorpresa, creí que sería pequeña, sin embargo mi mamá se encargó de invitar a casi toda la ciudad.

El pastel en forma de monoplaza y logos de Red Bull adornaban todo el patio de la casa, sabía que a Max le iba a encantar. Tan solo faltaban unos minutos para que él estuviera aquí.
Tal como dije, le encantó, y amaba ver a mí hermano, pero trajo una sorpresa consigo, sorpresa que no fue de mi agrado.

Lando Norris se paseaba por la casa como si fuera un integrante más de la familia, y su egocentrismo me parecía irritante. Había tenido varios roces con él, me hacía enojar con sus acciones y él creía que yo solo estaba haciendo drama para llamar su atención, y... ¡No era así! Lo odiaba.

—Pequeña Mily, hace tanto tiempo no te veía, creo que ya extrabas mi rostro.— Comenta con risa y yo solo ruedo mis ojos, no quiero que sus comentarios me saquen de quicio.

—Sí, cómo no.— Le respondo sin intención de alargar la conversación.

Voy hacia el patio y allí está Max sonriendo a la cámara.

—Mily, ven, tomate una foto conmigo.— Me llama y yo inmediatamente acepto, sin embargo, el tonto de rizos se mete entre ambos.

—Falto yo.

Sonreímos para la cámara, luego de la foto, volteo a ver a Lando y a Max, por alguna extraña razón, veo al castaño más... ¿guapo?, de seguro estaba alucinando.

Luego de que todos empezarán a beber alcohol hasta por los poros fui hacia mi lugar favorito de la casa, una pequeña terraza en la que se podían ver las montañas de fondo. Me siento a divisar el paisaje y, a los pocos minutos siento un peso sentarse a mí lado, mi mente ingenua cree que es Max, por lo que no reparo en poner mi cabeza en su hombro, sin embargo, escucho una risilla que me deja en claro que no es Max quien me acompaña.

—Sabía que te gustaba.— Dice con gracia.

—¿Qué haces aquí?— Le preguntó sorprendida.

—Quería hacerte compañía, además, aún no me has felicitado por mi victoria de hace unos días.— Comenta y yo río.

—Felicitaciones.— Le digo no muy sincera.

—¿Por qué me odias?— Pregunta como un niño.

—No te odio.

—Sí, lo haces.

—Que no.

—Que sí.

—Callate.— Digo poniendo una mano en su boca.

Lando toma mis dos manos con una suya y se acerca más de lo inesperado a mí rostro.

—No estoy seguro de lo que estoy a punto de hacer, Mily.— Suspira.

Toma mis labios en un ágil movimiento y yo me quedo paralizada, sin saber cómo reaccionar, no puede ser. Lando estaba besándome como si no hubiera un mañana y yo no sabía que hacer, el se separa lentamente de mí, confundido.

Mira mis ojos en busca de alguna reacción, pero yo no sé qué sentir, Lando ha sido la primera persona que me ha besado en mi vida, fue sorpresivo. De repente, el castaño se levanta de mi lado y se va, vi en su mirada un atisbo de ansiedad, enojo.

—¡Lando!— Grito con la intención de que vuelva, pero este no me hace caso, lo veo marcharse sin mirar hacia atrás.

Me quedo pensando en lo que acabo de vivir y en cierta forma entiendo la reacción de Lando, tal vez esperaba una mejor reacción de mi parte, pero no la obtuvo, de alguna forma, me sentí culpable. Era inútil negar mis sentimientos hacia Lando en este momento, estuve tanto tiempo haciendo pasar mi enamoramiento por odio, que ese beso recobro todo sentido en mí, así que, decidida fui a buscarlo.

—Max, ¿has visto a Lando?— Le preguntó a mi hermano cuando lo veo, he de admitir que se notaba que no estaba en sus cinco sentidos.

—Se fue.— Responde arrastrando sus palabras.

—¿Qué? ¿A dónde?— Pregunto más para mí misma que para mí hermano.

—No lo sé.— Responde y desaparece de mi vista.

Salgo de la casa en busca de algo que me indique en donde está, y lo veo en su auto, a punto de irse, llegó rápidamente para detenerlo.

—¡Lando! ¿A dónde vas?— Le pregunto.

—Emily, voy a mi casa.— Responde con desánimo.

—Déjame entrar.— Le ruego.

—¿Por qué?

—Porque necesito hablar contigo.

Lando duda un momento, pero abre la puerta del coche y me subo a este inmediatamente.

—Perdón por lo que hice.— Dice con culpa.

—No hiciste nada malo, simplemente... Me tomaste por sorpresa.— Admito.

—¿No hice nada malo? Por Dios, bese a la hermana de mi mejor amigo, quien por cierto no gusta de mí, ¿eso no es malo?— Pregunta confundido.

—Mi hermano no tiene nada que ver aquí, ya soy una mujer que puede tomar sus propias decisiones, y si tú y yo estuviéramos juntos eso no sería un problema.— Le confieso rápidamente.

—La cuestión es que tú y yo no estaremos juntos, básicamente abuse de tu confianza.

—Lando, llevo años, desde que te conocí, enamorada de tí.— Le confieso y este me mira con esos dulces ojos.

—¿Qué?

—Sí, es solo que... No creí que mis sentimientos fueran correspondidos, por eso tuve que disfrazarlo con odio, pero si tú tuviste el valor de darme un beso, también tengo el valor de confesarte esto.— Le soy sincera y en sus ojos veo un brillo diferente.

—No me mientas, Emily.

—No te estoy mintiendo, Lando.

El atardecer se cernía sobre ambos, a pesar de estar en el coche, el paisaje que se veía era increíble, tomé la valentía y me acerque al rostro del castaño, este no hizo nada para detenerme, me tomo de la muñeca y me atrajo hacía él con un poco de fuerza, inevitablemente nuestros labios chocaron en un profundo beso, el beso que habia estado esperando tanto tiempo, sin embargo, me detuve.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien?— Pregunta con preocupación.

—Lan, yo... Yo no sé besar.— Le confieso abrumada.

—Mily... ¿soy tu primer beso?— Pregunta sorprendido.

—Sí.

—Dejate llevar, y... Si me permites, espero que este no sea el último beso de la noche.— Dice coqueto.

—No lo será, deberíamos ir a mí habitación, ¿no crees?— Le pregunto con algo de vergüenza.

—Antes dame un beso.

¿Cómo decirle qué no? Nos volvimos a fundir en un beso, me deje llevar tanto que casi le devoró toda la cara al castaño, pero, al fin y al cabo, todo salió bien.

One Shots || Fórmula 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora