Lewis.

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El calor inundaba el lugar, los cuerpos sudorosos chocaban y el ruido era parte fundamental del escenario. Las mujeres sacudían sus caderas contra las pelvis de los hombres pecadores y sonreían al notar lo que estaban provocando en ellos.

Por mi parte, no era el mejor día de mi vida. En mi mano izquierda sostenía una copa que cada cierto tiempo iba rellenando con la botella de tequila de mi mano derecha. Mi bolso Louis Vuitton reposaba en la barra, rebusco en él mi teléfono sin pensar en lo que estoy haciendo.

—¿Estás bien?— Pregunta un rubio sentándose a mí lado.

—Claro.

¡No, no estaba para nada bien!

El hombre pone una mano en mi pierna, yo le doy acceso sin mirarlo, me sentía necesitada.

—¿Quieres bailar?— Pregunta mirándome con sus ojos azules.

—¿Te parece si nos vamos de aquí?— Le propongo con urgencia.

—Tengo mi coche en el estacionamiento, vamos.— Me responde, yo lo obedezco.

Lo sigo hacia el lugar, está a oscuras y definitivamente no puedo esperar más.
Entramos en su deportivo y lo tomo de la camisa acercándolo peligrosamente a mí cara.

—Quiero que me folles ya, aquí mismo.— Le ordeno.

Si bien sabía que el alcohol tenía gran parte de la culpa de que esto estuviera pasando, no me estaba arrepintiendo. Si el maldito de Hamilton no me iba a follar, tendría que buscar otros métodos, y eso estaba haciendo.

El rubio cumple mi orden, y aunque no era lo mismo que con el moreno, me sentía algo satisfecha.

Salgo del auto acomodando mi falda y mi cabello, por alguna razón aún sentía la necesidad de llamarlo, de rogarle por su toque.

Cuando Lewis y yo nos conocimos fue gracias a uno de sus amigos, George. Habíamos llegado a la fiesta con todo el ánimo, y una de mis mejores amigas los conocía, nos acercamos a ellos y fue inevitable ignorar la tensión que había entre el moreno y yo. Al finalizar la noche, me encontraba en el apartamento de Lewis siendo increíblemente embestida por su miembro en mis adentros, desde ahí sabía que ese hombre se volvería mi mayor adicción, a pesar de ser casi 12 años mayor que yo, ambos sabiamos que nos necesitabamos el uno al otro.

Todo iba completamente bien, hasta que Lewis había decidido que, justo en este momento, lo de nosotros estaba mal, que no quería que la gente se enterará de lo nuestro y me tratarán mal, pero por Dios, yo solo quería sexo...

Me subo en mi coche sabiendo perfectamente hacia donde voy, de alguna forma tendría que verlo, tenía que volver a ser suya.

Tocó la puerta del apartamento y un Hamilton sin camisa me abre la puerta, casi me derrito con las maravillosas vistas. Su rostro se sorprende al verme ahí en la puerta, sé que no se lo esperaba.

—Megan, ¿qué haces aquí?— Pregunta.

—Lew, te extraño, necesito que hablemos.— Le pido a punto de llorar, tal vez estaba haciendo un poco más de drama del necesario.

—Ya te lo dejé claro, Megan. Es por tu bien.— Dice, yo niego con mi cabeza.

—¿Me vas a dejar en la calle a esta hora?— Le muestro el reloj de mi muñeca que marcaba las 23:45.

—Siempre te sales con la tuya.— Dice dejándome entrar, yo celebro en mis adentros.

Entro en la casa, dejo mi bolso en la barra de la cocina y empiezo a quitar mis tacones. Noto sus ojos observando todo lo que hago, y sé que quiere que pase lo que yo también quiero que pase.

—¿Puedo dormir contigo?— Le pregunto.

—Megan... sé lo que intentas hacer.

—No haré nada que tú no quieras, Lew. Sabes muy bien que me da miedo dormir sola.— Miento.

—Agh, está bien.— Dice por fin.

Entro a su habitación quitando mi ropa y quedando únicamente en un conjunto de lencería, el moreno me pasa una de sus camisas y yo me la pongo gustosa. Me acuesto en el lado derecho de la cama y me cubro con la sabana aún caliente, siento a Lewis hacer lo mismo del otro lado.

—Feliz noche, Lew.— Me despido de él, aunque mi verdadera intención es provocar algo en él.

—Descansa.

Muevo mis glúteos contra su pelvis haciendo que parezca solo un roce sin intención, siento su mano posarse en mi cintura con firmeza, como si se estuviera conteniendo. Siento que su miembro se pone duro debajo mío, yo sonrió un poco.

Me volteo quedando cara a cara con el moreno, le robó un beso en sus labios y, aunque al principio se resiste un poco, después termina cediendo ante mis labios. Me subo encima suyo, la habitación a oscuras hace que todo sea más emocionante. Me quito la camisa con rapidez y lo siento toquetear todo mi cuerpo sin vergüenza.

—¿Es esto lo que quieres?— Pregunta con su voz jadeante.

—Sí, por favor.

Lewis me pone debajo suyo en un simple movimiento, con desespero, rasga mi lencería y la tira por todo el cuarto, rápidamente baja a dar unas buenas lamidas a mi coño goteante.

—Volteate.— Me ordena.

Hago lo que me pide y lo siento abrir mis glúteos para luego hundir su boca en el, como si de un postre se tratará. Gimo sin pudor, cada vez con más ganas de ser poseida por él. Cuando termina de lamer, alinea su polla con mi entrada vaginal, y lo ultimo que siento es toda su longitud llenarme hasta lo más profundo.

—Dios... Sí.— Jadeo cuando lo siento tocar ese punto.

—Vienes aquí solo para que te haga mía, ¿cierto?— Su pregunta es retórica, aumentando más mi excitación.

—Por favor, más.— Le pido cuando lo siento bajar la aceleración de sus estocadas.

Siento uno de sus dedos adentrarse en mi otra entrada volviéndome loca, sólo él sabía lo mucho que me gustaba eso. Luego de unos minutos y unas poses más, siento su semen llenando mi interior, como había pasado en otras ocasiones. Lewis no sé contiene, sigue embistiendo hasta hacer que yo me corra también, de forma en que quedo algo mareada.

Siento su cabeza descansar en mi espalda y como nuestras respiraciones se vuelven cada vez más normales. Me dirijo al baño a limpiarme, ahora tenía sueño.

—Eres malvada.— Se dirige hacia mi.

—Dime que no quieres volver a repetir eso y me iré.— Lo reto.

—Sabes que nunca lo diré.— Dice besando mis labios suavemente.

—Entonces no seas terco y vamos a dormir, mañana me podrás follar todo el día.— Le digo mordiéndome el labio, luego ambos caemos en la cama y por fin me duermo, sabiendo que había conseguido lo que quería.

One Shots || Fórmula 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora