Lando & Oscar

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La fuerte nieve golpeaba mi rostro, a pesar de sentir frío lo único a lo que podía prestar atención era el dolor en mi corazón. Las pequeñas partículas blancas caían en mis pestañas y mis ojos ya no eran capaz de llorar más. Sostenida en el barandal me replanteaba todo, sin embargo decidí volver al coche entre el silencio que me brindaba el paisaje.

Conduci con cuidado hasta mi casa, las pulsaciones en mi pecho no eran normal y yo lo sabía. Saber que todo lo que había estado construyendo por años se daño, me daba una frustración enorme. Sentía enojo conmigo misma por no ser lo suficientemente linda para retenerte.

—¿Qué decisión tomaste?— Me pregunta mi madre cuando llego a la casa.

—No hay opciones, mamá.— Le digo, rendida.

—Ven acá.— Estira sus brazos y no niego el abrazo, lo necesito en este momento.

No sé cuánto tiempo pasó ni cómo pasó, pero me quedé dormida en los brazos de mi mamá. Al día siguiente estaba un poco mejor, dormí aproximadamente 10 horas y aún así me sentía cansada, con los nervios de punta. Luego de tres semanas lo vería, y no en el lugar ni momento que quisiera.
Luego de desayunar me dedico a meditar un poco. Peino un poco mi cabello y estoy lista para salir de casa a la oficina del abogado, aunque mi mamá se ofreció a acompañarme me negué por completo, esto es algo que debo hacer yo. Nerviosa, entro en la oficina, allí hay dos pares de ojos que me miran espectantes.

—Buenos días.— Saludo con nervios.

—Buenos días, puede tomar asiento señora Norris.— El abogado se dirige hacia mi.

—Señorita Kensington.— Le corrijo, Lando me mira con pena.

La reunión fue algo triste desde mi perspectiva, Lando no podía contenerme la mirada ni por tres segundos y tenía razón en no hacerlo. Acordamos los términos de nuestro divorcio y quedamos en que los papeles llegarían a la puerta de casa de cada uno para ser firmados.
Cuando salimos de la oficina, Lando se acerca hacia mi.

—Perdón por esto.— Se disculpa.

—No se puede obligar al corazón a amar a alguien.— Le digo con algo de nostalgia.

—Trate de quedarme contigo, lo prometo.

—Lo dices como si fuera algo malo estar conmigo, comprendo tus motivos para tomar esa decisión.— Le digo con el orgullo en alto.

—Lo siento mucho, simplemente no tengo palabras para pedir una buena disculpa.— Admite rascándose la nuca.

—No tienes las palabras porque no las hay, lo que me hiciste no tiene perdón, Lando. Me traicionaste de la peor manera y sé que no te arrepientes de ello.— Le digo mirándolo fijamente.

—Sé que estás mal, pero podemos quedar como amigos, sabes que siempre me preocupo por ti.— Dice de forma cinica.

—Estuvimos casados por dos años, Lando, y lo peor, es que en ninguna parte de ese periodo de tiempo me amaste, ¿crees que quiero ser tu amiga después de esto?— Le digo con los ojos llorosos.

—Simplemente quería acabar las cosas de una buena forma.— Habla con derrota.

—Ya nada acabará de buena manera, desde que decidiste estar con ella aún estando conmigo, todo está mal.— Le recuerdo con dolor.

—Encontrarás a alguien que te ame como yo nunca lo hice.— Toma su abrigo y se sube a su auto dejándome completamente vacía.

Lo observo irse con mi corazón entre sus manos, no me queda más de otra que aguantar las miles de lágrimas que quiero soltar y entrar en mi coche, llena de dolor y un sentimiento de odio hacía mi misma.
Ame tanto a Lando que no me quedo amor para darme a mí, y me arrepentía de darle mi corazón a alguien que no valió la pena.

One Shots || Fórmula 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora