Mi meta no era ninguna otra que follarme está noche al chico que me observaba desde la mesa de la esquina.
Esos ojos marrones me observaban fijamente, como si se tratará de un cazador y su presa. Ese traje hacía que sus brazos se marcarán, sabía que podía hacer un buen trabajo con ellos.
Por alguna razón del destino había terminado en París, de fiesta en fiesta y ahogandome en alcohol, eso sí, sin ningún tipo de contacto físico con desconocidos, pero... ese pelinegro me estaba tentando demasiado.
Ahora me encontraba en una fiesta, pero no cualquiera, y lo sabía al observar como la gente se vestía. Las mujeres iban de gala, y los hombres con sus trajes impecables, se respiraba dinero y lujos, mi ambiente favorito.
Tomo una copa de champán que me ofrece el mesero y me la tomo sin vacilar, veo que el tipo de la esquina se levanta de su asiento y toma una botella de vino, dos copas y luego se sienta a mi lado.
—Tu mirada delata lujuria.— Habla con su voz grave, no me habla en francés, lo hace en inglés.
—Y la tuya me dice que quieres follarme toda la noche.— Le respondo sin pelos en la lengua.
El pelinegro responde con una sonrisa, destapa la botella y sirve vino en las dos copas.
—Vamos a tu habitación.— Me propone brindando.
—Me estoy quedando en un hotel.— Le confieso.
—No me importa, vamos.— Dice acariciando mi pierna.
Me levanto de la silla y noto que él imita mi movimiento, ni siquiera sé su nombre pero quiero que me folle como nunca.
Lo sigo hasta el estacionamiento, lo veo subirse a un hermoso Ferrari color rojo, el me abre la puerta y me adentro en el cómodo asiento.
Le indicó donde queda el hotel y nos dirigimos hacía allá sin decir ni una palabra, no hace falta. Su mano recorre mi pierna de arriba a abajo, y, aunque siento miedo de verlo manejar con una sola mano, me gusta la adrenalina. Yo me siento cada vez más necesitada, y siento como la humedad en mi parte íntima aumenta.
Nos adentramos en la habitación en medio de tropezones y besos necesitados. La habitación se encuentra a oscuras pero fácilmente logramos encontrar la cama.
Me acomoda a horcajadas suyas y seguimos besándonos por unos cuantos minutos, siento su duro miembro chocar contra mí parte íntima. Me sube mi largo vestido hasta quitármelo, dejándome únicamente en ropa interior. Me agarra de los glúteos y me presiona más contra el mientras chupa mi cuello como un vampiro.
Seguidamente, me tumba en la cama y separa mis piernas. Me parece un poco injusto que yo esté casi sin ropa y el aún tenga puestos hasta sus zapatos, sin embargo, no digo nada. El baja por mi abdomen dejando un camino de besos húmedos y sedientos, luego llega a mi humedad, me quita el pantie y me besa durante segundos ahí, yo solo puedo tomar su cabello con las pocas fuerzas que me quedan y suspirar.
—Tienes un coño delicioso.— Dice en el idioma que detecto como español, no entiendo lo que dice, pero me vuelve loca.
—Quítate la ropa.— Le pido extasiada.
—Quítamela.
Le hago caso, me levanto y empiezo a desabotonar su camisa blanca, a veces haciendo pausas para darle un largo beso. Luego continuo con sus zapatos, me pongo en cuclillas en el piso para desamarrar sus cordones y se los quito lentamente, hago lo mismo con sus calcetines. Luego me pongo de rodillas y le desajusto el cinturón, siento sus ojos observar cada movimiento que mis manos hacen. Bajo su pantalón con su ayuda, hasta dejarlo solo en calzoncillos.
Miro sus ojos y noto la lujuria instalada en sus ojos.
—¿Quieres que lo haga?— Me refiero a chupar su miembro.
El pelinegro asiente y se baja sus calzoncillos con impaciencia, yo veo su gran miembro saltar buscando desesperadamente algo de satisfacción que yo me encargaré de darle.
Lo tomo con mis manos y paso lentamente mi lengua por toda su longitud, miro hacia arriba y lo veo con los ojos cerrados y mordiendo su labio, imagen que me inspira a meterme lo que más pueda en mi boca, lo veo abrir sus labios en una perfecta O. Me muevo de arriba hacia abajo con algo de rapidez, siento que los chorros de fluidos salen de las comisuras de mi boca y también de mi parte íntima.
Sigo haciendo mi trabajo hasta que de repente se levanta y saca su miembro de mi boca. Yo lo miro con algo de confusión.
—Abre la boca, voy a follarla como nadie lo ha hecho ni lo hará.— Demanda, yo le obedezco.
Abro mi boca y lo siento hundirse en ella, llegando hasta el tope de ella. Entra y sale con brusquedad, sosteniéndome de la cabeza y haciendo que mis ojos se llenen de lágrimas. Continúa así por unos momentos y lo siento a punto de venirse, me preparo para recibirlo con todo gusto. Siento su chorro de semen llenando mi boca, cuando ya salió todo se retira de mi boca y yo trago sus fluidos, él de ojos cafes me mira satisfecho.
—Cogeme.— Le pido.
—Carlos. Quiero que grites ese nombre toda la noche.— Me dice, yo asiento desesperada.
—Sí, Carlos.
Lo veo abrir el paquete en el que viene envuelto el preservativo, y me doy cuenta de que aún tengo el sostén puesto, por lo que me lo quito y empiezo a pellizcar mis pezones generándome placer.
Se acomoda entre mis piernas y me mira mientras se acomoda en mi entrada, mete dos de sus dedos con agilidad y luego los saca para dar paso a su grandioso pene. Lo siento llegar hasta el fondo mientras pone mis piernas encima de sus hombros. Da estocadas firmes y duras, haciendo que mis ojos se volteen del placer.
Carlos acaricia mis pechos y toca la cadena de mi cuello, un collar con una cruz. Sigue en lo suyo, enfocado en darme placer. Con su pulgar acaricia mi clítoris llevándome a otro extremo de satisfacción. Lo oigo maldecir varias veces.
—Eres un angelito pecador.— Me dice, yo solo puedo asentir.
—¡C-Carlos!— Grito cuando siento un dolor placentero en mi estómago bajo.
—Aún no, angelito. Quiero que te vengas mientras me montas.— Dice saliendo de mi y dejándome la sensación de un vacío.
Me subo encima de él buscando de nuevo sentirlo dentro mío. Empiezo a montarlo con rapidez, buscando mi propia liberación, por la ventana logro ver la imagen de la Torre Eiffel llena de luces, y cuando volteo a ver la cara de Carlos siento que llegué al limite, aunque no paro, pues se que al pelinegro le hace falta poco para volver a eyacular.
Carlos da unas cuantas estocadas más y se agarra de mi cadera con fuerza, luego lo siento caer en la cama, yo me acuesto en su pecho, cansada y aún unidos. Minutos más tarde mi respiración se calma pero no me quiero separar, el cansancio me lo impide.
—Creo que no me puedo mover.— Le digo.
—Si no lo haces, creo que volveré a follarte.— Advierte, yo lo siento moverse un poco dentro de mí.
¿Y qué creen que hice? De ahí no me moví.
...
Mi foto fav de Carlos. Ese hombre está delicioso.
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One Shots || Fórmula 1
FanficHistorias cortas de todo tipo con nuestros amados pilotos.