Capítulo 3

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Al llegar el fin de semana, me encontraba en la ducha cuando escuché a Oliver gritar desde abajo.

—¡Laila, abre la puerta y coge el paquete!

Respondí desde la ducha:

—¿Qué es? ¡No he pedido nada!

Cuando terminé de ducharme, bajé rápidamente y vi a Oliver con su teléfono en la mano.

—Lo tienes encima de la mesa —me indicó.

El paquete era bastante grande y pomposo, con una nota pegada en la tapa que decía: "Ayer me di cuenta de que en un mundo paralelo podríamos ser la pareja perfecta para esta comunidad". Levanté la vista y vi a Oliver mirándome con una ceja alzada.

—¿Esa camiseta no es mía? —preguntó con tono irónico.

Bajé la mirada hacia la camiseta que llevaba puesta y respondí:

—¡Bueno, da igual! Abro el paquete, que tengo curiosidad.

Al abrir el paquete, mis ojos se iluminaron con asombro y deleite al descubrir ,el magnífico vestido de gala verde, con detalles en dorado que descansaba en su interior. Con cuidado, deslicé las manos sobre la suave tela satinada,, sintiendo su delicadeza y elegancia bajo mis dedos. El verde esmeralda resplandecía con un brillo propio, como si estuviera impregnado de la frescura de un bosque encantado.

Mis ojos se detuvieron en los detalles en dorado que adornaban el escote en forma de corazón y los hombros del vestido, formando un intrincado patrón que parecía cobrar vida a la luz. Pequeñas incrustaciones de cristal añadían destellos de luz, creando un juego hipnotizante de reflejos que danzaban sobre la tela verde.

Con cuidado, sostuve el vestido frente a mí, admirando su belleza con una sensación de asombro y gratitud. Era como si hubiera sido diseñado especialmente para mí, como si cada detalle hubiera sido meticulosamente elegido para resaltar mi belleza natural.

Pero mi sorpresa no terminó ahí. Junto al vestido, descubrí una exquisita joyería a juego, un conjunto de oro y esmeraldas que complementaba a la perfección la elegancia del vestido. Un collar majestuoso rodeaba mi cuello con gracia, mientras que los pendientes largos y el brazalete añadían un toque de lujo y refinamiento a mi atuendo.

Mis manos temblaban ligeramente de emoción mientras sostenía estas obras maestras de la moda y la joyería. Era como si hubiera sido transportada a un mundo de elegancia y glamour, donde cada detalle estaba cuidadosamente diseñado para crear un impacto deslumbrante.

Para rematar, al fondo encontré una nota que decía: "No hace falta que me devuelvas nada de esto. Estoy esperando verte esta noche. Pasaré a buscarte sobre las 8".

Las horas pasaron y me empecé a arreglar con tiempo de antelación. Oliver se aprovechó para burlarse un poco de mí mientras me arreglaba.

—Vaya, vaya, ¿adónde vas tan elegante? este no es tu estilo—vaciló, con una sonrisa pícara.

—¡Cállate, Oliver! —respondí entre risas—. No te emociones demasiado.

—Espero que tu cita no sea un asesino en serie —bromeó, haciendo una mueca exagerada de preocupación.

—¡Gracias por el voto de confianza, Oliver! Te avisaré si necesito que me rescates —respondí, riendo.

Para las ocho en punto, un deportivo negro se detuvo frente a casa. Era Nash, quien me había escrito para que bajara. Cuando Nash me vio, sus ojos brillaron y me lanzó un cumplido que me dejó sonrojada.

—Estás tan hermosa como las estrellas mismas. —dijo con una sonrisa encantadora.

Ma abrió la puerta del coche, subí al coche y nos dirigimos hacia nuestro destino. Durante el viaje, Nash me comentó que conocería a sus dos hermanos mayores, Orión y Leo.

a un suicidio de la famaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora