Capítulo 19

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Los primeros días el dolor fue insoportable, me dolía todo el cuerpo y apenas podía moverme. Me sentía totalmente inútil, Oliver seguía allí y esa voz desconocida a la que ya le daba el nombre y rostro, somos los ojos verdes me dejaron, sea lo que fuera humillo del pasado, conocías sus ojos incluso entendió porque los amaba eran como dos hermosas Esmeraldas, su hermosas Esmeraldas tan hermosas como la historia entre las estrellas y la noche

Progresaba rápido así que el  médico no tardó en darme el alta. Al volver a casa, me di cuenta de que muchas cosas estaban cambiadas. Había un par de vestidos nuevos en mi armario. Uno de ellos, un hermoso vestido verde, me resultaba vagamente familiar, aunque no podía recordar dónde lo había visto antes. Además, encontré ropa que definitivamente no era mía. Oliver estuvo a mi lado, pero no decía nada sobre los cambios en la casa.

Al entrar en mi habitación, la sensación de extrañeza aumentó. Parecía la misma, pero había pequeños detalles que no coincidían con mis recuerdos: una nueva lámpara en la mesita de noche, un cuadro que no recordaba haber colgado. La incomodidad se mezclaba con la confusión y el agotamiento.

—Oliver, ¿qué está pasando? —pregunté finalmente, sin poder contener más mi inquietud.

Oliver, que estaba desempacando mis cosas, se detuvo y me miró. Había una expresión de tristeza y algo de resignación en su rostro.

—Laila, muchas cosas han pasado mientras estabas en el hospital. Traté de mantener la casa igual para cuando volvieras, pero algunas cosas cambiaron inevitablemente. —Dijo esto con una voz suave, pero sus ojos mostraban el peso de los últimos meses.

—¿Y estos vestidos? —le señalé el vestido verde—. ¿De dónde vienen?

Oliver se quedó en silencio por un momento, y luego suspiró.

—El vestido verde... Lo usaste hace unos meses en un baile de gala 

Mi corazón se apretó al escuchar el nombre de Nash. Recordé la conversación que había escuchado la noche anterior. Sabía que había algo más que Oliver no me estaba diciendo, algo que Nash había querido mantener en secreto.

—¿Un baile de gala? —pregunté, intentando recordar. Mi mente seguía nublada, y aunque el vestido me resultaba familiar, no lograba evocar ningún recuerdo concreto.

Oliver asintió, su mirada llena de preocupación y tristeza.

—Sí, fue una noche importante. Fuiste con Nash.

La revelación me dejó atónita. No recordaba nada de ese evento ni de haber estado tan cerca de Nash en los últimos meses. La amnesia se sentía como una prisión, reteniendo partes importantes de mi vida y dejando solo fragmentos incompletos.

—¿Y la ropa que no es mía? —insistí, buscando respuestas.

—La ropa... es de Nash a veces cuando volvías a casa de una cita con él volvías con ropa

—¿me lo he tirado?

—si te digo la verdad no lo sé

me reí por la incertidumbre, Oliver me miró con preocupación en sus ojos mientras Nash y yo nos abrazábamos, y finalmente habló con voz suave.

—Laila, ¿cómo te sientes al respecto? —preguntó, su tono lleno de comprensión y empatía.

—¡Deja de hablarme como si fueras mi psicólogo, Oliver! —exclamé, mi voz llena de ira contenida—. No necesito que me cuiden o me protejan. Soy perfectamente capaz de lidiar con mis propias emociones y tomar mis propias decisiones Oliver mi amor te quiero y no quiero gritarte, lo único que necesito son respuestas, no que me preguntes, porque no lo sé ni yo .Siento miedo, siento pánico, todo extraño, como si conociera esa persona de la que tanto me hablas, más allá de un solo amigo de l Universidad. Pero a la vez no recuerdo nada de mi historia con él, no sé quién soy .¿Como he podido cambiar tanto ?mi mente está blanco totalmente.

a un suicidio de la famaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora