El día siguiente, después de mi charla con Oliver, me desperté con una sensación de determinación. Sabía que tenía que tomar una decisión sobre la propuesta de Nash, pero también sabía que necesitaba hacerlo con calma y claridad.
Después de desayunar, decidí salir a correr por el parque para aclarar mis pensamientos. Mientras caminaba entre los árboles, dejé que mi mente vagara, tratando de encontrar una solución a mi dilema.
De repente, una idea brillante cruzó mi mente. Recordé el ensayo que había escrito en el instituto sobre una cita de ensueño, una cita llena de pistas y misterios que conducían a un lugar especial . Quizás eso era exactamente lo que necesitaba, una aventura para descubrir lo que realmente quería en la vida para que viera que la belleza no es lo que perdura en el tiempo sino los momentos efímeros que recaen sobre los recueros.
Decidida, regresé a casa y comencé a planear mi cita. Pasé eligiendo lugares significativos en la ciudad que reflejaran mis pensamientos y emociones. Cada detalle estaba cuidadosamente pensado, cada pista diseñada para llevarme más cerca de la respuesta que buscaba.
Cuando finalmente terminé, miré mi creación con satisfacción. Estaba lista para enfrentar lo que viniera, lista para descubrir la verdad sobre mis sentimientos y tomar una decisión sobre mi futuro.
Cuando llegó el momento acordado, me dirigí al parque con una mezcla de nerviosismo y emoción. Nash me estaba esperando en la entrada, con su elegante porte y sus ojos verdes llenos de curiosidad. Al verlo, una sonrisa se dibujó en mi rostro y sentí un cosquilleo en el estómago.
—Laila, encantado de verte de nuevo —saludó Nash, ofreciéndome el brazo con un gesto caballeroso.
—El placer es mío, Nash —respondí, aceptando su ofrecimiento y sintiendo el calor de su brazo contra el mío—. ¿Estás listo para nuestra aventura de hoy?
Asintió con entusiasmo, y juntos nos adentramos en el parque, listos para descubrir lo que el día nos deparaba.
Nash asintió con entusiasmo, intrigado por lo que Laila tenía planeado.
—Por supuesto, estoy ansioso por descubrir lo que tienes preparado para nosotros.
Nash colocó su brazo en forma de jarra, yo lo agarré y nos dejamos llevar por la belleza efímera de dos desconocidos iguales en un futuro incierto, un pasado totalmente diferente.
Nuestra primera parada fue un pequeño jardín secreto escondido entre los árboles, donde las flores brillaban bajo el sol de la tarde. Señalé las delicadas flores que adornaban el jardín y le expliqué a Nash que, aunque efímeras, su belleza no pasaba desapercibida.
—La belleza de estas flores es efímera, pero no por eso menos hermosa —le dije, admirando los colores vibrantes que se extendían ante nosotros—. Nos recuerdan que la verdadera belleza reside en la fugacidad de cada momento.
Nash escuchó atentamente mis palabras mientras contemplábamos las delicadas flores del jardín secreto. Entonces, con un tono más sombrío, respondió:
—Laila, comprendo tu punto sobre la fugacidad de la belleza, pero no podemos ignorar la realidad. Tarde o temprano, la muerte alcanzará a estas flores y sus pétalos se volverán tristes y apagados. Nadie recordará su belleza en diciembre.
Su comentario me hizo reflexionar. Era cierto que la belleza era efímera, pero ¿eso significaba que no valía la pena apreciarla mientras durara? Me quedé en silencio por un momento, antes de responder con calma.
—Tienes razón. La muerte es inevitable para todas las cosas, incluso para las flores más hermosas. Pero quizás esa es precisamente la razón por la cual debemos apreciarlas mientras están aquí. Su fugacidad las hace aún más preciosas, ¿no crees?
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a un suicidio de la fama
RomanceCuando Laila y Nash se conocen por una curiosa petición, sus vidas quedan entrelazadas como la noche y las estrellas, ella ama la belleza efímera que dan las pequeñas cosas de la vida y él está obsesionado con que la belleza debería ser eterna, como...