Cuatro años antes:
Llegó el día de mi graduación y me sentí emocionada y aliviada al mismo tiempo. Después de años de arduo trabajo, finalmente estaba lista para dar el siguiente paso en mi vida. Al ver a Izan entre la multitud, no pude evitar sentir una oleada de nostalgia por todo lo que habíamos compartido a lo largo de los años.
Mientras me preparaba para dar el discurso de fin de curso, una mezcla de emociones inundaba mi ser. La excitación de haber alcanzado este hito en mi vida se mezclaba con un ligero toque de melancolía al darme cuenta de que esta etapa estaba llegando a su fin. Pero sobre todo, sentía un profundo sentido de gratitud y realización.
Sabía que mi hermano Izan estaba entre el público, y el pensamiento de que por fin sería libre de mí me inundaba de una sensación agridulce. Por un lado, me alegraba que él estuviera feliz, sabiendo que tendría la libertad para perseguir sus propios sueños y aventuras. Pero, por otro lado, me invadía una sensación de pérdida, consciente de que nuestra relación nunca sería la misma una vez que ambos siguiéramos nuestros caminos separados.
Sin embargo, en ese momento decidí concentrarme en lo positivo. Me sentí orgullosa de haber sido reconocida como la mejor de mi clase, un logro que nunca hubiera sido posible sin el apoyo inquebrantable de mi hermano y de todos los que me habían acompañado en este viaje.
Con paso firme y el corazón latiendo con fuerza, subí al escenario ante el brillante resplandor de los reflectores. Una mezcla de nerviosismo y emoción me embargaba mientras caminaba hacia el atril, consciente de que este era un momento que nunca olvidaría.
Al enfrentarme al mar de caras expectantes, respiré profundamente y comencé mi discurso con voz clara y segura.
"Hoy, en este día de júbilo y nostalgia, me encuentro frente a ustedes con una mezcla de emociones que solo un escritor podría intentar describir", expresé, buscando conectar con cada persona en la audiencia.
"Es un honor y un privilegio dirigirme a todos ustedes como la mejor alumna de nuestra promoción", continué, sabiendo que estas palabras resonarían en los corazones de mis compañeros y profesores.
"Pero permítanme comenzar con una confesión: si ser escritor me ha enseñado algo, es que las palabras pueden ser tan traicioneras como un gato en una fiesta de ratones", compartí, buscando una sonrisa en los rostros de quienes me escuchaban.
"Recuerdo el primer día que entré en esta institución, como si fuera ayer. Estaba nerviosa, emocionada y, admitámoslo, un poco perdida", revelé, evocando recuerdos compartidos con mis compañeros.
"Pero con el tiempo, encontré mi camino, gracias a la ayuda de grandes mentores, compañeros de clase excepcionales y una cantidad insana de café", añadí, provocando algunas risas en la audiencia.
"En este viaje, he aprendido que la vida es como un buen libro: llena de giros inesperados, personajes memorables y, si tienes suerte, un final satisfactorio", reflexioné, compartiendo una verdad universal con mis compañeros.
"Y aunque me siento honrada de recibir este reconocimiento, debo confesar que mi mayor logro hasta la fecha es haber sobrevivido a las fiestas de pijamas de última hora y a las noches de estudio en vela", admití, provocando algunas risas y asentimientos de reconocimiento en la audiencia.
"Pero en serio, detrás de cada chiste hay una verdad, y detrás de cada verdad hay una historia", continué, invitando a todos a reflexionar sobre el poder de la narrativa en sus propias vidas.
"Hoy, al mirar hacia atrás en los años de estudio, sacrificio y risas compartidas, veo una historia de éxito, amistad y crecimiento personal que me llena de gratitud y orgullo", expresé, compartiendo mi profunda apreciación por el viaje que habíamos compartido como clase.
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a un suicidio de la fama
RomanceCuando Laila y Nash se conocen por una curiosa petición, sus vidas quedan entrelazadas como la noche y las estrellas, ella ama la belleza efímera que dan las pequeñas cosas de la vida y él está obsesionado con que la belleza debería ser eterna, como...