COMENTARIO DE LA AUTORA

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Ahora, querido lector, relee la historia sabiendo que, para que dos corazones sean felices, uno tiene que estar roto. La verdadera suicida era Laila, quien, a pesar de apreciar siempre la vida de los demás y nunca la suya propia, encontró fuerza y esperanza en medio de su dolor.

Relee esta historia con esa verdad en mente: que a veces, las almas más rotas son las que encuentran las piezas necesarias para construir un amor eterno. 

a un suicidio de la famaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora