Ahora, querido lector, relee la historia sabiendo que, para que dos corazones sean felices, uno tiene que estar roto. La verdadera suicida era Laila, quien, a pesar de apreciar siempre la vida de los demás y nunca la suya propia, encontró fuerza y esperanza en medio de su dolor.
Relee esta historia con esa verdad en mente: que a veces, las almas más rotas son las que encuentran las piezas necesarias para construir un amor eterno.
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a un suicidio de la fama
RomanceCuando Laila y Nash se conocen por una curiosa petición, sus vidas quedan entrelazadas como la noche y las estrellas, ella ama la belleza efímera que dan las pequeñas cosas de la vida y él está obsesionado con que la belleza debería ser eterna, como...