Capítulo 11

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El sol del mediodía, se filtraba a través de las ventanas del acogedor restaurante italiano mientras Oliver y yo compartíamos un almuerzo tranquilo. Desde que había regresado a casa después de la noche en el club de Nash, me había sentido atrapada en un torbellino de emociones. Había pasado días tratando de entender mis sentimientos hacia Nash, y la conversación con Oliver parecía ser el momento perfecto para desentrañar mis pensamientos.

— ¿Cómo has estado estos últimos días, Laila? —preguntó Oliver, rompiendo el silencio entre bocado y bocado de pasta.

— Ha sido... interesante —respondí, buscando las palabras adecuadas para expresar lo que estaba sintiendo—. He estado pensando mucho sobre algunas cosas.

Oliver asintió, mirándome con curiosidad.

— ¿Sobre Nash? —preguntó, captando mi atención de inmediato.

Asentí con cautela, sin estar segura de cómo abordar el tema.

— Sí, sobre Nash —admití, sintiendo un nudo en la garganta mientras hablaba—. Me di cuenta de que... siento algo por él, algo más que solo amistad.

Oliver me escuchó atentamente, dejando que mis palabras fluyeran en el aire entre nosotros.

— ¿Y qué sientes exactamente? —preguntó, con una mirada comprensiva en sus ojos.

Me tomó un momento encontrar las palabras adecuadas para describir mis sentimientos hacia Nash.

— Es difícil de explicar. Es como si... él despertara algo en mí que nunca había sentido antes. Hay una conexión entre nosotros, una complicidad que va más allá de la amistad —confesé, tratando de poner en palabras la complejidad de mis emociones.

Oliver asintió, pareciendo entender mis palabras más allá de lo que yo misma entendía.

— Parece que has encontrado a alguien que te hace sentir viva de una manera nueva y emocionante y asi por lo menos uno de los dos rompra esta racha que llebamos de no comernos un rosco ninguno —comentó, con una sonrisa alentadora—. Eso es algo especial, Laila.

—idiota jajaja

Me sentí reconfortada por las palabras de Oliver, agradecida de tener a alguien con quien compartir mis pensamientos más íntimos. Sin embargo, a pesar de mi creciente atracción hacia Nash, todavía había una sensación de incertidumbre que me impedía entregarme por completo a mis sentimientos.  

El sol se había ocultado lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados, anaranjados y rosados mientras el día llegaba a su fin. Habían pasado horas desde la comida con Oliver. Nash y yo estábamos sentados en la terraza, disfrutando de un momento de tranquilidad después de un día lleno de actividad.

— ¿Qué te parece si nos tomamos un descanso y vamos a merendar? —propuso Nash, con una sonrisa amistosa.

Asentí con entusiasmo, encantada de la idea de un pequeño refrigerio para recargar energías. Nos levantamos juntos y nos dirigimos hacia la cocina, donde preparamos algunas delicias para disfrutar al aire libre.

Mientras saboreábamos nuestras meriendas, Nash me sorprendió con una propuesta inesperada.

— ¿Te gustaría venir de vacaciones conmigo a la playa mañana? Sería como una escapada improvisada —ofreció, con una mirada llena de esperanza.

Su propuesta me tomó por sorpresa, pero no pude evitar sentir una oleada de emoción ante la idea de unas vacaciones espontáneas junto a él.

— ¡Claro que sí! —respondí, emocionada—. Pero... ¿podríamos posponerlo un día más? Mañana se cumplirá el cuarto aniversario de la muerte de mi hermano, y Oliver y yo iremos al cementerio.

a un suicidio de la famaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora