Capítulo 16

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A la mañana siguiente, me desperté temprano y vi que Nash seguía dormido. Decidí bajar a la cocina para ver si podía hablar con Orión y Leo. Tenía algunas cuentas pendientes con Orión, y Leo siempre me había caído bien. Sin embargo, antes de llegar a la cocina, escuché a Orión y a Leo discutir. Me escondí detrás de la puerta, que estaba entreabierta, para escuchar sin ser vista.

—Esa chica no me gusta nada —dijo Orión con un tono áspero.

—Déjala en paz —respondió Leo con calma—. No te gustaba que viviera la vida como si fuera el último día, y ahora que quiere asentarse con alguien tampoco te gusta.

—Ya sabes la condición de Nash —replicó Orión—. Esa chica es muy joven y, además, todavía me falta investigar, pero creo que sus motivos no son tan sinceros. Creo que es la hermana del chico que mató  papá. Si no recuerdo mal, el chico se llamaba Izan Ferreiro y ella se presentó como Laila Ferreiro.

Leo, de manera relajada, le respondió:

—Seguramente ella ni siquiera sepa que fue nuestro padre quien mató a su hermano. Te encargaste de borrar su nombre de todos lados.

Orión replicó:

—Aun así, si se entera, podría destruir la empresa. El seguro de defunción fue lo que nos salvó de la quiebra.

Sentí cómo la sangre me hervía al escuchar todo esto. No pude contenerme y entré de mala manera, interrumpiendo su conversación.

—Sí, sé que vuestro padre mató a mi hermano —dije con firmeza—. Eso casi acaba con mi relación con Nash, porque nunca imaginé que me acabaría gustando el hijo del asesino de mi hermano. Pero no tengo ningún problema con ustedes. No soy ni una asesina ni una estafadora. No busco venganza ni dinero. Por cierto, Orión, me debes un gran favor por lo de ayer.

Las caras de Orión y Leo cambiaron. Leo intentaba pedirme perdón, pero las palabras no salían de su boca. Orión, en cambio, se mostraba frívolo y calculador.

— Leo sal aquí un momento ¿Qué quieres? —me preguntó Orión—. ¿Alojamiento, renombre, propiedades, dinero? —Dijo esto último sacando su cartera—. ¿Cuánto?

Leo obedeció y antes de que Orión sacara el dinero, le sujeté el brazo para detenerlo.

—No quiero ni dinero ni propiedades. Solo quiero una cosa, y eso no puede comprarlo tu absurdo dinero. Quiero que te reconcilies con tu hermano Nash.

Orión frunció el ceño y respondió con frialdad:

—Ni loco. Si me tengo que llevar bien con él es solo por la buena prensa.

Sonreí con determinación.

—No te preocupes, esta tarde hablaré con el señor Fonseca para que se encargue de que ni un solo centavo de ese acuerdo llegue a tu bolsillo. O puedo divulgar que tu padre fue un asesino. Te pido algo muy simple.

Orión respondió, visiblemente nervioso:

—No serás capaz.

Le devolví la mirada sin titubear.

—Nunca subestimes a una mujer que está dispuesta a hacer lo que sea por ver feliz a alguien que quiere.

Orión tragó saliva, sabiendo de lo que era capaz. Sabía que había conseguido que firmaran ese acuerdo en minutos, y que podía hacer que retiraran la oferta y declararan el contrato nulo en pocas horas.

—¿Por qué, Orión? ¿Por qué eres así con él? ¿Qué te hizo? —pregunté, tratando de entender su frialdad—. La vida es corta y cuando pierdes a alguien te das cuenta de lo que realmente importa.

a un suicidio de la famaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora