El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, llenando la habitación con una luz dorada y cálida. Me desperté lentamente, estirándome entre las sábanas, y noté algo diferente en la habitación. Sobre la silla junto a mi escritorio, colgaba un vestido impresionante, envuelto en una funda de terciopelo azul. Me levanté y me acerqué, con el corazón acelerado.
Al abrir la funda, vi un vestido azul profundo, confeccionado en una tela que parecía fluir como el agua. Los detalles en la cintura y el escote estaban adornados con pedrería que reflejaba la luz de manera deslumbrante. Era un diseño elegante y sofisticado, claramente elegido con mucho cuidado. Había una nota adjunta que decía: "Para una noche inolvidable. Nash". Sonreí, recordando el primer vestido que me había mandado, uno verde con pedrería dorada que me hizo sentir como una princesa.
Mientras sostenía el vestido, mi mente se transportó al día en que Nash me había mandado ese primer vestido. Recordé la emoción de recibirlo, la expectativa de verlo, y cómo me había sentido al ponérmelo por primera vez. Era como si, a través de estos gestos, Nash siempre supiera cómo hacerme sentir especial.
Sacudí la cabeza, volviendo al presente, y decidí que era hora de vestirme. Pero primero, necesitaba algo de desayuno. Me puse una bata y me dirigí a la cocina, donde encontré a Oliver ya despierto y preparándose un café.
—Buenos días —dije, intentando sonar casual mientras el vestido aún ocupaba mis pensamientos.
—Buenos días, Laila. ¿Qué tal dormiste? —me preguntó Oliver con una sonrisa.
—Bastante bien. Aunque me desperté con una sorpresa. Nash me mandó un vestido para esta noche.
Oliver levantó una ceja, claramente interesado.
—¿En serio? Eso suena... significativo.
Asentí, sintiéndome un poco nerviosa mientras me servía un vaso de jugo.
—Sí, es muy bonito. Me recordó al primer vestido que me mandó. Este es azul, con pedrería. Realmente... me hizo pensar en muchas cosas.
Oliver se apoyó en la encimera, mirándome con una mezcla de curiosidad y preocupación.
—Laila, sabes que siempre quiero lo mejor para ti. Solo espero que esta noche sea todo lo que esperas y más. Y que Nash... bueno, que él esté a la altura.
Sonreí, agradecida por su apoyo.
—Gracias, Oliver. De verdad. Sabes, he estado pensando mucho en todo lo que ha pasado y en lo que quiero para el futuro. Esta noche es importante, no solo por el evento, sino porque siento que puede ser un punto de inflexión.
Oliver asintió lentamente, sus ojos llenos de comprensión.
—Bueno, prometo estar aquí para escuchar cómo te fue. Aunque, por ahora, parece que tienes un día ocupado por delante. ¿Necesitas ayuda con algo?
Negué con la cabeza.
—No, gracias. Creo que puedo manejarlo. Pero me haría muy feliz si estuvieras aquí cuando vuelva. ¿Tal vez con la cena lista? —dije, medio en broma, medio en serio.
Oliver se rio y levantó su taza de café en señal de brindis.
—Considera hecho. Estaré aquí, esperando con una cena increíble.
Después de desayunar, regresé a mi habitación y me vestí con cuidado. El vestido se sentía perfecto, como si hubiera sido hecho a medida para mí. Me tomé mi tiempo para maquillarme y arreglarme el cabello, queriendo estar perfecta para la ocasión. Al mirarme en el espejo, sentí una oleada de confianza y determinación.
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a un suicidio de la fama
RomanceCuando Laila y Nash se conocen por una curiosa petición, sus vidas quedan entrelazadas como la noche y las estrellas, ella ama la belleza efímera que dan las pequeñas cosas de la vida y él está obsesionado con que la belleza debería ser eterna, como...