Capítulo 21

4 2 0
                                    

Desperté en la habitación de Oliver, y la familiaridad de su presencia junto a mí me brindó una extraña sensación de seguridad. Habíamos dormido juntos muchas veces desde la muerte de mi hermano, buscando consuelo mutuo en medio de nuestra pérdida compartida. Me estiré lentamente, tratando de sacudirme el sueño mientras mi mente intentaba ordenar los pensamientos dispersos. Miré mi teléfono y vi un recordatorio que había puesto hace algún tiempo: "Concierto". La notificación me hizo sonreír ligeramente, aunque también me dejó una sensación de incertidumbre.

Las entradas estaban en el tercer cajón de la cómoda, tal como había anotado en el recordatorio. Me levanté con cuidado para no despertar a Oliver y me dirigí al cajón. Ahí estaban, dos entradas a nombre de Laila Ferrero y Nash Ciorsia. Al lado de las entradas, una dirección estaba anotada. Supuse que era la casa de Nash, ya que también indicaba el lugar donde sería el concierto esa misma noche. Tenía que saber más. Oliver seguía profundamente dormido, así que decidí no molestarlo. Eran alrededor de las 10 de la mañana, y después de tres semanas en el hospital, necesitaba sentirme activa y útil.

Me vestí y arreglé el pelo, intentando recuperar algo de normalidad. Tomé un café rápido y salí de casa, encaminándome hacia la dirección anotada en el papel. La dirección me llevó a un lujoso ático en una zona privilegiada de la ciudad. Me quedé alucinada al ver el edificio desde fuera, impresionada por su modernidad y elegancia. Mis pensamientos vagaron hacia Nash; ¿cómo era posible que alguien de nuestra edad, y un compañero de universidad, tuviera un lugar como este?

El ascensor me llevó directamente al piso de Nash. Mi corazón latía rápido mientras me acercaba a la puerta. Golpeé tres veces, pero la impaciencia me llevó a tocar el timbre durante varios segundos. La puerta se abrió y ahí estaba Nash, el mismo tipo que vi en el hospital. Sus ojos verdes, brillantes y profundos, me miraron con una mezcla de sorpresa, alegría y algo de miedo.

—Laila, ¿qué haces aquí? —preguntó, su voz suave pero cargada de curiosidad.

—Me saltó esta mañana un aviso en el móvil de que teníamos un concierto esta noche. Quiero saber si la cita sigue en pie —respondí, intentando sonar más segura de lo que me sentía.

Nash frunció el ceño, preocupado por mi estado.

—No me parece buena idea. Te dieron el alta del hospital hace muy poco tiempo. Necesitas descansar —dijo, su voz mostrando una mezcla de preocupación y cuidado.

—Ya he descansado suficiente. Seguramente tú también vayas. Tenemos entradas muy buenas, y quiero saber quiénes somos. Bueno, sé quién soy, pero no sé quién soy contigo, y me gustaría averiguarlo —dije, mirándolo con determinación.

Nash soltó una risa suave, relajando un poco la tensión en el aire.

—Tú y tus chistes, como siempre. Está bien, acepto. Iré y pasaré por ti a las 6 —respondió con una sonrisa.

—Trato —dije, aliviada y emocionada por la perspectiva de la noche.

El resto del día pasó en un borrón de preparativos y nervios. Regresé a casa y encontré a Oliver ya despierto, su expresión mezclada entre preocupación y alivio al verme.

—¿Dónde has estado? —preguntó, tratando de mantener la calma.

—Fui a ver a Nash. Tenemos un concierto esta noche y quería confirmar si aún íbamos. Está todo bien, no te preocupes —respondí, tratando de tranquilizarlo.

Oliver asintió, aunque su preocupación era evidente.

—Solo quiero que estés bien, Laila. No te sobreexijas, por favor —dijo, su voz llena de cariño y cuidado.

—Lo sé, Oliver. Prometo cuidarme. No hace falta que estés todo el día pegado a mí recordándome que debo protegerme. Estoy bien y voy a estarlo. A veces no sé si actúas como mi mejor amigo, mi hermano o incluso mi padre —le aseguré, dándole un abrazo reconfortante.

Pasé la tarde descansando y preparándome para la noche. Cuando el reloj marcó las seis, Nash llegó puntual, su sonrisa genuina al verme. Nos dirigimos al lugar del concierto, y una sensación de expectación y curiosidad me llenaba. Quería recordar, quería entender mi conexión con Nash.

El lugar del concierto, una sala de eventos conocida por su ambiente íntimo y acústica perfecta, ya estaba empezando a llenarse de gente. Las entradas VIP nos dieron acceso a una zona exclusiva cerca del escenario, lo que me sorprendió gratamente. El ambiente era eléctrico, con la energía palpable en el aire mientras la gente se movía, charlaba y reía. Las luces eran suaves, creando un aura mágica que prometía una noche inolvidable.

Nos acomodamos en la pista y esperé ansiosamente el inicio del concierto. La música comenzó suavemente, con una melodía de piano que flotaba en el aire como un susurro. La banda salió al escenario y el público estalló en aplausos. Sentí una oleada de emoción mientras la música se intensificaba, cada nota resonando en mi pecho.

Nash se inclinó hacia mí, su voz apenas audible sobre la música.

—¿Te gusta? —preguntó, sus ojos brillando a la luz del escenario.

—Me encanta —respondí, sonriendo ampliamente.

La banda tocaba con una pasión contagiosa. La voz del vocalista era profunda y llena de emoción, sus letras hablaban de amor, pérdida y esperanza, tocando fibras sensibles en mi corazón. Miré a mi alrededor y vi a la gente completamente absorta, algunos con los ojos cerrados, dejándose llevar por la música. Había una conexión palpable entre todos los presentes, una sensación de compartir algo especial y único.

A mitad del concierto, la banda tocó una balada lenta y sentí una lágrima rodar por mi mejilla. Nash lo notó y sin decir una palabra, tomó mi mano y la apretó suavemente. No necesitábamos palabras, la música decía todo lo que necesitábamos expresar.

Cuando la última canción terminó y los aplausos llenaron la sala, me di cuenta de lo mucho que había disfrutado la noche. Me sentía viva, conectada con mis emociones y con la gente a mi alrededor de una manera que no había experimentado en mucho tiempo.

Salimos del lugar con la multitud, el aire fresco de la noche golpeando nuestras caras. Nash y yo caminamos en silencio por un momento, disfrutando de la calma después de la intensidad del concierto.

—Gracias por llevarme, Nash. Esta noche ha sido increíble —dije finalmente, rompiendo el silencio.

—Me alegra que lo hayas disfrutado, Laila. Fue una noche especial —respondió, sonriendo.

Me llevó de vuelta a su ático y nos sentamos en su balcón, mirando las luces de la ciudad. La vista era impresionante, las estrellas se mezclaban con las luces de los edificios, creando un espectáculo visual que complementaba perfectamente la música que aún resonaba en mis oídos.

—Laila, sé que hay mucho que no recuerdas. Yo también estoy tratando de lidiar con todo —dijo Nash, rompiendo el silencio con una voz suave y reflexiva.

—Quiero saber más, Nash. Siento que hay tanto que me he perdido, tanto que no recuerdo. ¿Nash, qué somos? —respondí, mirándolo directamente a los ojos.

Nash asintió, su mano alcanzando la mía.

—Éramos amigos muy cercanos, Laila. Pasábamos mucho tiempo juntos, especialmente en la universidad. Compartíamos muchas cosas, desde clases hasta intereses personales. Simplemente fuimos buenos amigos, nada más —dijo, su voz llena de sinceridad.

Sentí una punzada de decepción, aunque no estaba segura de por qué. Algo en su tono, o quizás en la forma en que evitó mi mirada, me hizo dudar de sus palabras. Sin embargo, decidí no presionarlo más en ese momento.

—Gracias por decírmelo —respondí, tratando de sonar agradecida.

Pasamos el resto de la noche hablando de cosas triviales, riendo y compartiendo historias del pasado. Nash tenía una forma de hacerme sentir cómoda y segura, aunque seguía sintiendo que algo me faltaba.

Nash me llevó a casa poco después, el viaje silencioso pero cómodo. Nos despedimos en la puerta, y mientras él se alejaba, una sensación de determinación creció en mi interior. Había más en mi relación con Nash de lo que él estaba dispuesto a admitir, y estaba decidida a descubrirlo, sin importar cuánto tiempo me llevara.

a un suicidio de la famaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora