Capítulo 30

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A pesar de que quería que ese viaje de vuelta a casa fuera más rápido, en vez de usar un portal decidió regresar volando junto a su hermano demostrando sus alas, cuya única diferencia de las de Lucifer era el color rojo siendo azul. Los dos se fueron volando por arriba de todo el séptimo anillo teniendo una gran vista de todo, en lo único que se enfocaba Miguel era toda la matanza y actos que hacían los pecadores y no podía creer que en serio fueran capaces de redimirse.

Miguel: ¿Iremos a la embajada?

Lucifer: Ya no hay embajada, la destruí.

Miguel: ¿La destruiste? ¿Estás demente?

Lucifer: Ya no habrán exterminios desde que acepté que estuvieras aquí para vigilarme, así que ya no hay necesidad de tener ese lugar aquí.

Miguel: Destruiste la embajada del cielo, ¿qué diría Lilith si viera lo que hiciste?

Lucifer: Lilith y yo nos separamos hace mucho, ella me dejó.

Miguel: ¿En serio? Wow, eso si que es noticia.

Lucifer: Ajá.

Ya estando cerca de su hogar Lucifer sentía que su ira poco a poco se iba desvaneciendo con la idea de estar en casa con su familia, Miguel por su parte seguía observando toda la ciudad enfocándose en el hotel Hazbin sabiendo que ese lugar era la causante de todo lo sucedido en el último exterminio. Una cosa que se le hacía extraña era que su hermano no mostraba una pizca de tristeza, mencionó que Lilith lo había dejado y eso era algo por lo que debería estar deprimido.

Miguel: Dime, ¿cómo se siente?

Lucifer: ¿Qué cosa?

Miguel: Lilith fue la razón por la que te expulsaron del cielo, ¿cómo se siente que aquella razón te hubiera dejado como si fueras nada? En otras palabras, todo lo que hiciste fue en vano.

Lucifer solo se detuvo mientras intentaba enfocar su ira en otra cosa que no fuera matarlo, sabía que su hermano hacía eso para hacerlo enfadar, siempre había sido así desde que estaban en el cielo.

Lucifer: Dime, ¿en serio deseas tanto esto?

Miguel: ¿Qué cosa?

Lucifer: Ir a la guerra contra mí, ¿tanto deseas eso?

Miguel: ¿Por qué crees eso?

Lucifer: Esa sería la única razón por la que estarías diciendo pura mierda desde que llegaste, ¿todavía me odias?

Miguel: ¿Por qué te odiaría? Solo mira que tan bajo has caído desde que eras uno con el cielo, ni siquiera podría decir que te odio.

Lucifer: Lo dudo, si haces esto como una forma de declararme la guerra o solo porque quieres llamar la atención entonces te recomiendo que no lo hagas, ya tengo suficiente estos días.

Miguel: Cierto, tienes a tu hija, ¿cómo está Charlie?

Lucifer: Ella está bien, al igual que Emily.

Miguel: ¿Te hiciste cargo de Emily? Tiene sentido, al fin y al cabo los dos son unos...

En un instante Lucifer ya tenía la punta de su bastón apuntando a su cuello.

Lucifer: Cuidado con tus palabras, Miguel, que no estás en tu hogar como para que creas tener total libertad de hacer lo que tu quieras.

Miguel: Tranquilo, solo iba a decir que ambos son unos curiosos. Wow, se ve que el infierno en serio te ha cambiado.

Lucifer: Púdrete.

Al final los dos llegaron hasta su hogar, Miguel se dio cuenta de que ese lugar se encontraba justo en donde estaba la embajada.

El Rey Y La Soberana: Lazos InfernalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora