En el corazón de la batalla, los Soberanos se alzaban imponentes contra los exorcistas, cada uno desplegando su aterradora fuerza y habilidades sobrenaturales. Alastor, en su forma demoníaca, desataba una masacre con cada tentáculo que se movía, cortando y destrozando a cada enemigo que se cruzaba en su camino. Sus ojos brillaban con un rojo siniestro, disfrutando de la carnicería que provocaba.
Rosie, con una sonrisa macabra, no dudaba en devorar a sus víctimas. Cada movimiento suyo era una danza de destrucción, sus mandíbulas se abrían para engullir a los desafortunados que caían en su camino. La escena era una vorágine de sangre y terror, con los gritos de los exorcistas resonando en el aire mientras sus filas eran diezmadas.
Alastor: ¿Sabes, Rosie? Esta batalla me recuerda a una de esas fiestas salvajes que sueles organizar en tu territorio, esas hermosas noches de masacre.
Rosie: ¡Oh, sí! Aquellas eran verdaderas fiestas, Al. Nunca olvidaré el sabor del miedo en los rostros de nuestros invitados, al fin y al cabo ellos eran la merienda.
Alastor: ¡Exactamente! No hay nada como una buena carnicería para levantar el ánimo. ¡Esto es mejor que cualquier espectáculo en Broadway!
Rosie: Totalmente de acuerdo, Al. No hay nada como la emoción de la caza y el festín que sigue después.
Mientras continuaban con su conversación casual, desataban su furia sobre los exorcistas, cada movimiento suyo sumiendo más al campo de batalla en la desesperación y el caos. Para Alastor y Rosie, la guerra era sólo otro día en la oficina, un momento para disfrutar de la destrucción y el terror que causaban.
En otro frente de la batalla, los residentes del hotel Hazbin se encontraban en medio de un feroz combate. Husk, un Soberano de habilidades letales, lanzaba sus cartas bordadas con material angelical, aniquilando a los ángeles con precisión letal. Angel Dust, con sus ametralladoras en mano, disparaba ráfagas de balas, y Cherry Bomb lanzaba explosivos, causando caos y destrucción a su alrededor.
A medida que la batalla se intensificaba, los exorcistas lograban rodear a Husk, Angel Dust, y Cherry Bomb. La situación parecía desesperada, con enemigos cerrándose sobre ellos desde todas direcciones. Los exorcistas avanzaban, sus rostros llenos de fanatismo y odio, y el aire se llenaba con el sonido de las armas preparándose para disparar.
Husk: Pensar que volveríamos a estar en este tipo de situación, ojalá hubiera bebido por última vez..
Angel Dust disparaba sin cesar, pero las municiones se agotaban rápidamente. Cherry Bomb lanzaba sus explosivos, creando un muro de fuego y destrucción, pero los exorcistas seguían avanzando, impasibles ante el caos. Husk, con el sudor resbalando por su frente, lanzaba sus cartas con precisión, pero la presión constante empezaba a mostrar su efecto.
Cherry: ¡Estamos rodeados!
Esa frase la gritó con una mezcla de furia y desesperación en su voz. Las explosiones iluminaban su rostro mientras buscaba frenéticamente más bombas en su cinturón.
Angel Dust: Que mierda de situación, al menos me hubiera gustado tener una última cita.
Husk: ¡No digas nada mejor!
Justo cuando la situación parecía más desesperada, cuando la esperanza comenzaba a desvanecerse, un grito resonó por encima del tumulto:
- ¡Disparen!
En un instante, una lluvia de balas de fuego atravesó el aire, eliminando a los exorcistas que los rodeaban. Los enemigos cayeron al suelo en medio de estallidos de sangre y gritos de agonía, sus cuerpos inertes formando un círculo alrededor de los residentes del hotel Hazbin.
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El Rey Y La Soberana: Lazos Infernales
Roman d'amourUna historia que explora la relación entre Lucifer, el rey del infierno, y Carmilla, la soberana de un poderoso territorio infernal. Después de años de separación y tristeza por el abandono de su esposa, Lucifer se encuentra buscando un nuevo propós...