Capítulo 50

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En sus últimos momentos de vida solo había visto la oscuridad al momento de cerrar sus ojos, y ahora que los estaba volviendo a abrir pudo ver que se encontraba en un lugar lleno de luz, estaba bastante confundido con todo lo que había sucedido. Se suponía que había muerto y había dejado la existencia misma, ¿acaso había un cielo más alto que él desconocía?

Se puso de pie para ver que no estaba usando su traje que usó en la guerra ni el que siempre usa en el infierno, había vuelto a usar su traje de Seraphim cuando solía pertenecer al cielo, decidió dar un pequeño paseo por esa zona en la que estaba hasta que terminó chocando con algo. Al momento de ver que era se percató de que no había nada, no había nada enfrente suyo pero podía sentir que había algo.

Decidió tomar otro camino hasta que tropezó con algo y cayó sobre algo suave, podía sentir que había una almohada aunque no lo viera y decidió volver a ponerse de pie para comprender el lugar en el que estaba, más por esa extraña voz que narraba todo lo que hacía, pero de inmediato supo de qué se trataba ese lugar al saber que lo que había a su alrededor estaba más allá de su comprensión.

Lucifer: ¡¿Vas a salir o no?!

En eso una línea oscura apareció formando el marco de una puerta para que esta se abriera dejando ver a alguien cuya apariencia Lucifer no olvidaría. Su traje blanco con hombreras doradas cuyos bordes estaban emplumados junto a su moño negro, su capa emplumada cuyo interior tenía la misma oscuridad de la noche junto a las estrellas mientras que en el exterior se encontraba la luz del día, y lo que mas destacaba era su sombrero de copa blanco que tenía una cruz dorada enfrente.

A pesar de su apariencia humana, lo único que diferenciaba eso era su rostro que era cubierto por su sombrero dejando ver su boca mientras que alrededor de su cabeza estaban flotando un par de ojos por cada lado.

- Qué modales, ¿esa es la forma en que saludas a tu padre?

Lucifer: No me vengas con eso, Dios.

Aquél ser creador de todo solo sonrió para acercarse a él y abrazarlo con fuerza haciendo que Lucifer se sintiera molesto por eso.

Dios: Hace mucho tiempo que no nos veíamos, ¿hace cuanto? ¿Unos dos mil años o más?

Lucifer: ¿Por qué me trajiste aquí?

Dios: Quería hablar con mi hijo, ¿tiene algo de malo?

Lucifer: Lo tendría si me hubieras traído de otra manera, ¡tuve que morir para venir acá!

Dios: Obviamente, ¿en serio creíste que le prohibiría a mi primogénito volver a su hogar?

Lucifer: Por favor, deja de estar c&

En ese momento sintió como su boca había dicho ninguna grosería, pero no la escuchó.

Lucifer: ¿Qué c&$#/° fue eso?

Dios: Oh, hijo mío, ¿en serio creíste que iba a permitir que insultes en mi presencia?

Lucifer: Qué estupidez, ¿eso no lo censuras?

Dios: Son insultos, no groserías.

Lucifer: Te odio.

Dios: Muy bien, ¿por qué no nos sentamos y nos ponemos al día con todo lo que ha pasado?

Lucifer: ¿En dónde?

Dios: En la mesa, obviamente, está a un lado tuyo.

Al ver que no encontró nada, esto lo hizo enfadar mucho.

Lucifer: ¿Tú esperas que vea algo acá como tú lo haces?

Dios: Cierto, lo siento.

Y sin hacer ningún movimiento todo a su alrededor comenzó a tener forma, Lucifer se sintió más cómoda con eso y se sentó junto a su padre para que le hiciera aparecer dos tazas de café con galletas.

El Rey Y La Soberana: Lazos InfernalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora