Capítulo 7

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Todos se encontraban emocionados por el show que estaban a punto de ver, Lucifer solo sentía vergüenza por ellos, algo que pudo ver Carmilla ya que no intentaba ocultarlo.

Beelzebub: Está noche tenemos a un invitado que es muy especial para nosotros, los pecados, y para ustedes. Sin más demora le damos la bienvenida a nuestro rey, Lucifer Morningstar.

Las luces se enfocaron en su mesa, el mencionado solo pudo cubrir su rostro mientras que Carmilla veía como todos empezaban a aplaudirles.

Beelzebub: Y nuestro rey trajo a su invitada, así que para conmemorar la primera visita del rey del infierno en años es hora de iniciar este show.

A lo largo de la canción Lucifer se dispuso a beber toda la botella de vino alertando a Charlie, le preocupaba que toda la atención molestara a su padre y arruinara la cita.

Charlie: Tengo que hacer algo.

Vaggie llama a un mesero para pedir algo de comer para ellas mientras esperaban a que la cita terminara.

Charlie: Mesero, hágame un favor y deje de estar llevando bebidas a esa mesa.

- No puedo, son órdenes del señor Asmodeus.

Charlie: Pues dígale que su sobrina favorita se lo está pidiendo.

El mesero se retiró para llevar las órdenes al chef mientras que Asmodeus veía todo el espectáculo desde la puerta de la cocina.

- Señor, una mesa me pidió que dejara de llevar bebidas a la mesa del señor Lucifer.

Asmodeus: ¿Y quién fue el idiota que pidió eso?

- Dice ser su sobrina favorita.

Asmodeus: ¡¿Qué?!

El pecado sale para poder ver a todas las personas de su restaurante y se fija que en una mesa detrás de la de Lucifer se encontraba Charlie espiando a su padre, pero ahora mismo estaba viendo furiosa a su tío.

Asmodeus: Ay, no puedo decirle que no a esta niña.

Luego de que el show de Beelzebub acabara todo fue pasando con calma, a Lucifer se le hizo extraño que dejaran de entregarles vino pero decidió enfocarse en Carmilla.

Lucifer: Quiero saber un poco de ti, ¿Cuál fue la razón por la que iniciaste tu negocio de armas angelicales? Es algo que me da mucha curiosidad.

Carmilla: Bueno, cuando llegué a al infierno estaba desorientada, me tomó un tiempo acostumbrarme a lo que iba a ser mi nuevo hogar y lo peor fue cuando viví mi primer exterminio, hice lo mejor que pude para sobrevivir no solo de los exorcistas, sino también de los otros pecadores.

Todo lo que recordaba ella era una versión joven suya huyendo de los ángeles, buscaba refugio en cualquier lugar que pareciera seguro pero en el infierno nada lo era, lo único que pudo hacer fue cubrirse con el cadáver de una de las víctimas solo para ver y escuchar las súplicas de los demás. Después de todo ese caos se puso de pie mientras aún estaba cubierta de sangre que no era suya, se dió cuenta de que los exorcistas dejaban sus armas incrustadas en los pecadores que mataban y por curiosidad tomó una para ver su color plateado brilloso.

Carmilla: Lo que hacía era recolectar cada una de las armas que encontraba para luego venderlas, ganaba buen dinero y podía conseguir un buen lugar donde dormir, pero todo cambió cuando un día me encontré con mis hijas en ese lugar. En el instante en que las ví, aunque no tuvieran la misma apariencia de cuando las había visto por última vez, supe que eran mis niñas.

Entre las tres el negocio fue creciendo hasta casi ser lo que era hoy en día, pero una vez uno de los trabajadores del lugar se rebeló tratando de matar a una de las hijas, Carmilla con solo ver esto recordó su vida pasada, recordó la razón por la que había llegado al infierno en primer lugar, y sin dudarlo mató al trabajador con una de sus armas enfrente de sus hijas. En sus manos veía toda la sangre que había derramado y no sabía cómo tomar esto, no sabía cómo sus hijas iban a afrontar esto, su corazón se llenó de un profundo temor hasta que ambas la abrazaron esperando a que su madre se calmara.

El Rey Y La Soberana: Lazos InfernalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora