Capítulo 56

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La celebración del primer cumpleaños de Rory prometía ser un evento tan memorable como la renovación de votos de Lucifer y Carmilla. El hogar de Lucifer, ubicado en una región tranquila del Infierno donde solía estar la embajada del cielo, se transformó en un lugar de festividad y alegría, acogiendo a seres celestiales e infernales por igual.

Desde temprano en la mañana, el ambiente estaba cargado de emoción y anticipación. Las puertas de la imponente mansión se abrieron de par en par para recibir a los invitados. El jardín estaba decorado con guirnaldas de flores celestiales que brillaban con una luz suave y cálida, mezclándose armoniosamente con la vegetación infernal de colores intensos y vibrantes.

Los invitados comenzaron a llegar, cada uno trayendo consigo regalos cuidadosamente envueltos. Una gran mesa, situada en el centro del salón principal, se fue llenando rápidamente con los obsequios destinados a la pequeña Rory. Cada paquete era una muestra del cariño y la admiración que sentían por la familia de Lucifer y Carmilla. Había regalos de todas las formas y tamaños: juguetes encantados que se movían solos, peluches celestiales que emanaban una luz reconfortante, libros antiguos llenos de historias y sabiduría, y prendas de vestir finamente elaboradas.

Los primeros en llegar fueron los Siete Pecados Capitales. Beelzebub, representando a Gula, se acercó con una gran caja llena de dulces y manjares especiales, envuelta en un papel colorido que despertaba el apetito de solo mirarlo.

Beelzebub: Espero que disfrute estos dulces. Son irresistibles, incluso para mí.

Carmilla: Te lo agradecemos.

Beelzebub: De hecho, ¿puedo agarrar uno?

Lucifer: Tenemos una mesa repleta de comida para ti.

Beelzebub; Gracias.

Asmodeus, con su aire seductor, presentó un delicado colgante que cambiaba de color según el estado de ánimo del portador.

Asmodeus: Para que Rory siempre tenga algo que refleje sus sentimientos más profundos.

Lucifer: Que bueno, creí que ibas a dar algo subido de tono.

Asmodeus: Es una niña, no cometería ese enorme error, de nuevo.

Carmilla: ¿Acaso con Charlie...?

Lucifer: No quiero hablar de eso.

Mammon, siempre observador, trajo un cofre dorado lleno de monedas antiguas y joyas, un tesoro para la joven Rory.

Mammon: Un pequeño tesoro para una pequeña princesa. Que siempre tenga fortuna a su lado.

Lucifer: Con nosotros dudo que eso le vaya a faltar.

Leviathan, representando a Envidia, entregó un espejo encantado que mostraba imágenes del futuro con cada mirada.

Leviathan: Un regalo para que vea todas las maravillas que el futuro le tiene reservado.

Carmilla: Muchas gracias.

Lucifer: ¿Y eso no te da envidia?

Leviathan: Sí, y mucha.

Lucifer: ¡Lo sabía!

Belphegor, con su característico aire de pereza, trajo una almohada mágica que garantizaba los sueños más placenteros.

Belphegor: Para que siempre tenga los sueños más dulces y reconfortantes.

Carmilla: Gracias, esto si nos va a servir mucho, últimamente le está costando dormir.

Lucifer: Es comezón que tiene en su espalda, es normal con esas pijamas de plumas que le pones.

Satan, con su habitual intensidad, llevó un juguete ruidoso pero divertido que prometía horas de entretenimiento.

El Rey Y La Soberana: Lazos InfernalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora