Parte 48.

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Después de que Satoru se marchó de mi habitación, me la pasé toda la tarde encerrada, porque no quería ni oír ni ver al albino, aunque una parte de mí anhelaba tenerlo a mi lado, creo que era bastante rencorosa desde aquellos cinco años de cero comunicación.

Aunque quisiera seguir encerrada entre las cuatro paredes de mi cuarto, mi estómago pedía algo de comida para no tener que batallar con la fatiga, así que aproveché el silencio del primer paso para ir directamente a la cocina, pero la situación era diferente, ambos seguían en casa pero en el patio trasero, bebiendo cervezas, lo supe por el desorden en la encimera.

-¿Qué puedo comer?

Susurré revisando entre los muebles y el refrigerador. Una sopa quizás o galletas de agua con mermelada, que triste me ponía esta situación.

Preparé algo sencillo para saciar la fatiga que llevaba hace horas, apenas eran las siete de la tarde y mamá aún no aparecía, procedí a encerrarme nuevamente en mi habitación.

-¿Araki, ya comiste? -Suguru hablaba tras la puerta de mi habitación-.

-Sí.

-¿Puedo pasar?

Preguntó pero le ignoré por unos segundos, pero razoné y caminé hasta la puerta para quitar el seguro y abrir. Suguru sonreía sin mostrar su perfecta hilera de dientes, apoyado en la pared de frente con los brazos cruzados.
Me encogí de hombros dejando a disposición la entrada de mi habitación, casi corriendo a mi cama para meterme bajo las sábanas.

Él siguió mi camino hasta sentarse en la cama y lanzarme una almohada directa a la cara, fruncí el ceño molesta.

-¿Qué te pasa idiota? -pregunté lanzándole de vuelta la almohada con más fuerza de la que él había ejercido- ¿qué quieres?

-¿Estás molesta?

-¿Es broma? -alcé la ceja obviando mi malestar-.

-Ya, hice una pregunta estúpida -rió suave- pero necesito saber porqué.

-Creo que es obvio el porqué, Geto.

-¿Es por Satoru?

-Sí, tú ya sabías que estaba aquí en Japón -alcé la voz- y seguramente ya sabías que yo trabajaría en su empresa, ¿por qué no dijiste nada?

-Porque no voy a entrometerme en eso, Araki.

-Te has entrometido en mi vida desde que tengo memoria -vociferé un poco exaltada-.

-Lo siento, pero creo que ustedes se merecen una conversación, siquiera para cerrar ese ciclo.

-Como sea, no lo quiero ver en la casa, si tiene que hablar contigo o lo que sea, en tu departamento -me acosté entre las almohadas dándole la espalda-.

-Está bien, no volverá a pasar -sentí como se levantaba de mi cama- de hecho se irá ahora.

-Bien.

-Pero no te enojes conmigo, enana -sentí su cuerpo encima mío para besar mi cabeza-.

-Ya, vete, quiero dormir.

Mentí pero quería estar sola y sacarme a Suguru de encima y de la habitación, a veces era difícil.

Y cuando ya lo oí marcharse, me senté en la cama pensando tantas cosas que querría haber dicho pero no sabía cómo, quizás mi hermano tenía razón en tener una última conversación para cerrar el asunto pero estaba bien, al menos yo no quería ahondar más en el tema, quizás con Satoru nunca debió pasar nada y estaba mejor así.
Necesitaba enfocarme en otras cosas, en otros asuntos más importantes que una relación putrefacta para ambos. Satoru seguramente tenía sus razones pero después de cinco años, ya era demasiado tarde para saber que había pasado, lo hecho, hecho está.

No puedo detenerme. || Satoru Gojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora