Setenta y cuatro.

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Narra Celia.

Dos días habían pasado desde que el huracán Lara había vuelto a nuestras vidas.

Yo no la había visto más, solamente hablaba con Pedri para tratar los temas de la niña y con Diego, ya que vivía con ellos.

Y a mí me estaba empezando a dar pena. Nunca fui una persona de dar de lado a nadie y hacerlo con Lara me estaba costando más de la cuenta. A fin de cuentas había sido mi mejor amiga mucho tiempo, y eso no se olvida de un día para otro.

- Había pensado en ir a comer a tu casa. - Le digo a Diego y se sorprende cuando me escucha. - Esta situación no me gusta nada. - abro el portátil.

Él iba a contestar algo pero el mismo Pedri entra por la puerta del estudio. - Diego, ¿puedes decirle a Lara que esta tarde a las cinco la espero aquí? - posa un papelito con una dirección encima de la mesa.

- Pedri, ¿porqué no se lo dices tú? - le pregunta mi amigo cogiendo el papel.

- Porque no quiero hablar con ella. Fácil. -

Pedri sale del estudio y yo voy detrás de él. - Pedri, Pedri. -

- No Celia, no. -

- Tendrás que hablar con ella en algún momento. -

- Si lo puedo evitar, lo evitaré. -

Cierro los ojos suspirando y ya se va al entrenamiento de nuevo.

Yo entro en el estudio y recojo mis cosas. - Me voy Diego. -

Mi amigo sabe a dónde voy.

Ya puedo coger el coche. Ayer me había tocado revisión y me habían dado el ok para empezar a conducir.

Llego a casa de Diego y después de aparcar, subo y toco al timbre.

Unos segundos después una Lara en pijama me abre la puerta. - Celia... - algo de esperanza es lo que noto en su voz.

- Venga, vístete, no vas a estar todo el día en pijama. -

Espero a que se vista y cuando sale se sienta un poco rezagada y apartada de mí en el sofá. - Esta tarde tienes cita en un ginecólogo de aquí. A las cinco. -

Me mira y no entiende nada. - Pedri ha pedido cita con uno.- le explico.

Asiente pero no dice nada. - Lara, puedes hablar, no te voy a decir nada molesto. -

Ella no me mira. - Lo siento Celia. -

Me duele que me siga pidiendo perdón. - Puedes dejar de disculparte. -

Niega pero sigue aún con la cabeza agachada. - Me siento muy avergonzada. -

- Me ha dicho Diego que prácticamente no sales de la habitación. -

- Así hago menos daño. -

Me mata por dentro que piense así. Me acerco un poco a ella en el sofá. - Deja de torturarte tanto. El daño ya está hecho, pero ahora solo te toca remediarlo. -

- Celia, cuando no quería que Pedri se enterase era precisamente por esto. Ahora sufrimos ambos. Él por la traición y yo por el dolor que me provoca el estar tan sola. Y encima me he llevado por delante a terceros, y pienso en una manera de arreglarlo y no la hay. -

Llora como una niña sin consuelo. - Si la hay. - me mira esperanzada. - Tiempo. - le digo y ella vuelve a tensar la cara. - Me gustaría decirte otra cosa, pero es que no la hay. -

Narra Lara.

Para mi sorpresa Celia pasa parte del día conmigo. No hablamos mucho pero por lo menos no me he sentido sola.
A las cuatro y media tocan al telefonillo. - Debe de ser Pedri. - se levanta a abrir.

Atracción (Pablo Gavi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora