Capítulo 3 - Un sueño hecho realidad

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Hola chicos, perdonad por la tardanza pero aquí tenéis un nuevo capítulo. Como creo que no voy a volver a tener wi-fi, os obsequiare con un maratón de 2 capítulos. Este es un capítulo que aporta poco a la historia, pero estoy segura de que os va a encantar. En cuanto a la multimedia, os dejo a los abuelos de Lía, ya sé que pensareis "¿Qué viejos son no?, pero no encontraba nada más y además son unos de mis actores favoritos (por supuesto, os los podéis imaginar diferentes, cada uno es libre con su imaginación). Bueno, os dejo, que supongo que querréis leer el capítulo en vez de todo el rollo que os estoy dando. ¡Disfrutadlo!

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Maratón 1/2

CAPÍTULO 3 - UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Tras darnos el abrazo, yo no sabía que decir, estaba un poco demasiado nerviosa. Mi abuela se dio cuenta de mi incomodidad en ese momento y nos dijo que invitaba a ir a comer algo al McDonald's.

¡Sí!—lo dije con un poco de desesperación y para que se notase menos añadí algo que nunca fallaba—¡Por favor!

Mi abuelo me sonrió con ternura y cuando íbamos a entrar en el establecimiento mi abuela saludó a alguien y se quedó a hablar con ellos. Yo estaba tan hambrienta que ni siquiera me fijé y seguí mi camino. El aire con olor a patatas fritas y hamburguesas recién hechas impregnaba gustosamente mis narices.

—¿Qué te parece si vamos a coger sitio? — preguntó mi abuelo amablemente.

Todo parecía estar lleno y nadie se iba de su sitio. Realmente creía que el McDonald's era la primera opción de la gente, y aquello lo confirmaba. En uno de mis pensamientos, una familia con dos adorables niñas y un niño un poco mayor que ellas, se iba. Esperé disimuladamente y me di la espalda para llamar al abuelo, que estaba en la otra punta buscando sitio. 

De repente, noté como alguien tocaba mi culo. ¿No me digas que era otra vez el chico de antes...? Me di la vuelta con las mejillas ardiendo y teniendo intención de pegarle.

—¿Pero qué...?— mis cejas se levantaron hacía arriba, ya que estaba muy sorprendida. Resulta que era el niño de la familia, que se fue corriendo nada más me di la vuelta — Vaya como están los niños de hoy en día...

—¿Qué ocurre cariño? Pareces avergonzada — dijo divertido mi abuelo, que acababa de llegar desde la otra punta.

—Nada...nada — contesté lo más convincente posible y nos reímos ligeramente. Los dos nos sentamos y divisamos que la abuela nos parecía estar buscando.

—¡Amaaanda!—gritó tanto que que hasta en Sídney nos debían de haber oído. Todo el restaurante se dio la vuelta hacia nosotros y después siguieron con lo que estaban haciendo. Mi abuela se empezó a sonrojar tanto como yo por el vozarrón que le pegó y vino rápidamente hasta la mesa, que se sentó al lado mío.

"Así que la abuela se llama Amanda..."

 Me preguntaba en esos instantes como se llamaría el abuelo, pero tampoco era plan de preguntárselo. No, definitivamente no lo iba a hacer porque sonaba muy absurdo. Ya me lo diría él.

—¡Pero bueno, Rob! — dijo como si estuviese riñendo a un niño de cinco años — ¡Ya te tengo dicho un millón de veces que no pegues esas voces delante de tanta gente!

"Vale Lía, tu abuelo se llama Robert"

—Perdona, cariño. Lo tomaré en cuenta para la próxima vez — me guiñó un ojo y yo sonreí tímidamente.

Aguas Secretas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora