Capítulo 8 - El magnífico plan de Lía

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Miré intrigada a la preciosa caja que la abuela sostenía entre sus manos. Era más bien pequeña, con hojas doradas en forma de relieve. Era la más hermosa que jamás había visto, seguramente más de uno se hubiera quedado prendado al verla.

Cuando la acabé de inspeccionar, todos estaban en silencio. Parecía que estaba a punto de suceder importante, y no sabía lo que era.

—Lía, no te suena esta caja, ¿no? —preguntó.

—No, pero es muy bonita—contesté con sinceridad.

—Lo sé—dijo en un tono maternal—Lo siguiente que vas a escuchar estoy segura de que te sonará.

Ella la abrió lentamente, y en vez de haber la típica bailarina, había tallada una sirena con una cola azul. Dejé de observarla cuando la canción empezó a sonar.

—Esa canción...—murmuré emocionada y nostálgica—La reconozco con el corazón de cuando era pequeña.

Todos mis recuerdos de la infancia se me agolparon en la mente, mis ojos estaban empañados y la añoranza me estaba consumiendo por dentro. ¿Haría cuánto que no la escuchaba?

Estaba teniendo aquella sensación cuando recuerdas algo lejano, y te preguntas como pudiste haber olvidado algo que marcó una parte de tu vida. Era simplemente...increíble.

Cuando me di cuenta, estaba tarareándola. Mi abuela me miraba tiernamente junto con los demás, excepto Cora, que le salía una ligera sonrisa inconsciente.

Cerré los ojos y me recordaba a mí misma cantando la canción por el patio de preescolar, y ningún niño la conocía. Unos segundos después, la canción finalizó y abrí los ojos.

—¿Demasiados recuerdos, cariño?

—Sí, demasiados—dije mientras me rascaba un ojo, pero en realidad era para que no me vieran mientras se me escapaba una lágrima.

—¿No la recordabas, verdad?

—No, sinceramente—comenté—Me parece a mamá se le rompió el disco de la canción y nunca más la volví a escuchar. ¿Quién es el compositor?

—Es desconocido—dirigió una medio sonrisa a los demás.

—Ya veo...—suspiré.

— ¿Tienes alguna pregunta o algo que quieras saber?

—¿Por qué no puedo bañarme en el agua del mar?

Noté como el ambiente se tensaba.

—Es un asunto complicado, Lía—replicó seriamente.

—Ya empezamos—me levanté hasta la puerta, pero ninguno sospechaba de mis intenciones. Mi espíritu rebelde por fin salió a la luz— ¿Y qué pasaría si fuese corriendo hasta la terraza y me tirase al mar?

Empecé a correr como una loca por las escaleras y la adrenalina corría por mis venas. A los señores y a mis abuelos casi les da algo. Heather empezó a gritar "¡OH DIOS MÍO!" y Cora iba detrás de mí, menos mal que yo iba con ventaja.

Atravesé la terraza y justo cuando me iba a tirar al mar, Cora me cogió con una fuerza sobrenatural de la camiseta y caí de culo contra el suelo de madera. Al poco llegaron los demás y me miraron con pánico.

—No voy a parar hasta que me digáis la razón, como si me tengo que tirar desde el balcón de mi dormitorio—tenía pensado en volver a intentarlo, pero me eche para atrás ya que Cora estaba vigilando la parte que daba al agua y tenía cara de pocos amigos.

Entre todos se dirigieron una mirada que no llegué a entender, así que fruncí una ceja. ¿No me digas que tenían planeado secuestrarme? Mi pensamiento de interrumpió por la voz de Amanda.

—Siéntate—ordenó con un tono autoritario que me estremeció y le hice caso como un cachorrito indefenso—No te muevas ni un pelo.

¿Acaso era tan importante lo que iba a suceder? Tenía miedo, mucho miedo.

Aguas Secretas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora