Cabello corto pelirrojo, ojos felinos verdosos y una perfecta sonrisa. Crystal.
El tiempo se paró en aquel instante, el momento que tanto había esperado por fin había llegado. Ella estaba enfrente de mí, y no pude pronunciar ni siquiera una palabra por mi sorpresa. Cuando me di cuenta, me encontraba sentada en el sofá.
—A ver cómo puedo explicártelo...—Amanda resopló nerviosa y se sentó al lado mío, poniendo su mano en mi rodilla. Crystal me miraba con pura indiferencia—Hace mucho tiempo, cuando tú naciste, Crystal tenía doce años.
—Trece—interrumpió carraspeando mi aparente hermana.
—En una comida familiar, tu madre anunció que estaba embarazada de ti y después tu hermana contó una historia en la que se había transformado por primera vez en sirena—suspiró nostálgica mientras que yo la miraba con profundidad. Nada de aquello me había sorprendido—Supuestamente tu hermana no podía convertirse en sirena hasta los catorce años, así que yo se lo iba a decir a tu madre al año siguiente.
La cabeza me empezó a dar vueltas.
—¿Pero la primera vez no es a los 12 años? —aquella pregunta pilló por sorpresa a la abuela, incluso vi la reacción de Crystal.
—Resulta que...—tragó saliva y la miró por un momento—Como dice en el libro de las sirenas, las que en humanas tenían alguna enfermedad tardaban dos años más. Pero en el caso de Crystal no fue así. Entonces di por hecho que enfermas o no, la primera transformación siempre es a partir de los doce. ¿Recuerdas cuando te dije que había algunas cosas anticuadas en el libro? —asentí recordando—Pues esta era una de ellas, claro que en ese momento no te lo podía decir.
"¿Así que Crystal tiene una enfermedad?"
—¿Y qué enfermedad tiene Crystal? —pregunté sin pensarlo mucho.
—Tenía—corrigió la chica pelirroja—Padecía una enfermedad en el corazón, y cuando tenía doce años me dio un ataque, entonces me prohibieron hacer cosas peligrosas como hacer mucho deporte o nadar durante un año—continuó—A los trece, cuando supuestamente estaba curada, estaba en una excursión con el colegio y me caí sin querer al mar, haciendo que se me parase el corazón pero enseguida me recuperé y me di cuenta de que mi cuerpo había cambiado—carraspeó—Tras contarles aquel día la historia a los abuelos y a nuestros padres, me volvieron a llevar al hospital por si le había ocurrido algo a mi corazón—paró y poco después siguió—En los análisis, mi enfermedad había desaparecido y aquello extraño mucho a los enfermeros, llegándome a hacer un par de análisis por semana. Creo que a día de hoy todavía se están preguntando cómo pudo suceder aquel milagro.
La historia que me acababa de contar era conmovedora, pero no disipó mis dudas de por qué nuestros padres nos habían separado si al final todo salió bien.
—Yo tampoco me puedo explicar cómo te pudo desaparecer tan de repente—añadió la abuela observándola—En fin, será la magia de las sirenas.
—Pero...—miré confundida a ambas dos— ¿Por qué mamá y papá nos separaron?
La sala se quedó en completo silencio y vi como los rostros de las dos se tensaban, indicando que algo bueno no era.
—Sinceramente, creo que se lo debemos contar—dirigió su mirada a Crystal y ella asintió algo molesta. A continuación, sus ancianos ojos azules verdosos se clavaron en mí—Cuando Crystal contó aquella anécdota, tus padres no la creían, pero yo les confirmé que lo que decía era verdad. Finalmente, les conté la historia que guardábamos detrás—sus ojos se empañaron—Tu madre pilló un cabreo enorme por habérselo ocultado durante toda su vida, y esa es la razón por la que no tenemos ahora casi contacto. Ella al principio no se lo creía, incluso pensó en llevarme a un psicólogo, pero tu abuelo le dijo que todo era verdad. A él sí le creyó ya que tenían una estrecha relación a causa de que yo estaba la mayoría del tiempo en el reino porque en aquella época había constantes amenazas. No tenía prácticamente tiempo para criarla ni para pasar un rato con ella —una lágrima resbaló por su mejilla mientras miraba a la nada—Unas semanas después, todavía estaban asimilando la situación. La verdad es que Anne no creía en nada fantástico y por eso le impactó tanto, supongo era difícil imaginarse que tu madre y tus antepasados eran sirenas, cuando ella nunca había creído en semejantes cosas—tragó saliva—Unos meses antes de nacer tú, decidieron que te iban a criar en una ciudad muy lejos de la costa, para alejarte de todo lo relacionado con el mar hasta los dieciocho años y que nunca llegases a saber el secreto de la familia. Quisieron llevarse a Crystal, pero tuve que impedirlo ya que al descubrir lo que era realmente, no podía escapar de su verdadero hábitat, además de que estar lejos de las demás sirenas suponía un peligro.
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Aguas Secretas©
FantasíaLía Wilson es una adolescente de 15 años que lleva una vida completamente normal. Sin embargo, mientras sus padres están de viaje , provoca un accidente que la obligará a mudarse a la otra punta del mundo. Allí hará nuevas amistades, experimentará...