Capítulo 42 - Despedida agridulce

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Apenas un rato después y con la puesta de sol a punto de empezar, Cora rompió bruscamente el silencio en el que nos habíamos sumergido.

—¿Qué es que nos vamos a quedar paradas sin hacer nada?—la miramos con indiferencia, sin saber que decir—Esto es increíble.

Acto seguido, se fue por su propia cuenta y fue ahí cuando todas reaccionamos yendo detrás de la chica de pelo azabache.

—Se va a enterar esa zorra—avisó desafiante nada más llegamos a la parada de bus.

Y sin embargo, yo todavía estaba en proceso de asimilación, al igual que la mayoría y me sentía como si estuviese dentro de una burbuja, además de no creerme estar casi al borde de la muerte hace unas horas.

Al poco llegó el bus y fuimos decididas a su casa, especialmente Cora, que era la primera de todas y caminaba sin miedo alguno. Sin pensárselo dos segundos, empezó a aporrear la puerta como si no hubiese un mañana.

Pero nos encontramos con la sorpresa de que no fue Amber la que abrió—¿Qué ocurre chicas?—inquirió Sean con un tono asustado mientras que todas clavábamos los ojos en él.

Y por muy en shock que estuviese, no pude evitar decir lo que pensaba, acercándome tracionada a él—No me lo puedo creer—dije con la mayor sinceridad del mundo.

De repente, una voz se oyó por detrás de él—Cállate—y apareció al fin la reina de Roma, como si no hubiese pasado nada—Vete adentro, Sean—se asomó un poco más, aun así manteniendo las distancias—Él no sabe nada de esto.

Las seis la miramos como asesinas y fue Cora la primera en advertirla—Vuélvete a acercar a nosotras y te juro que te mato.

Ella la miró burlesca por unos segundos, pero enseguida retrocedió por el respeto que transmitía—Querida, el enfrentamiento no es aquí, sino allí—respondió con compostura, señalando el mar.

—¿Y ese tal Oriol fue un invento tuyo para disimular el tatuaje, verdad?—añadí, a lo que las demás que no sabían de lo que hablaba me miraban extrañadas y Amber se empezó a reir con sorna, obviando la respuesta de que me había engañado de nuevo.

De un momento a otro, Cora la agarró bruscamente del cuello de la camiseta—Ya puedes haberme escuchado, porque sé donde vives, cobarde de mierda—amenazó con un tono violento que pocas veces se dejaba ver en la sirena verde.

Cuando esta la soltó, Amber se retiró resignada, dejándonos un último mensaje antes de cerrarnos la puerta en las narices—Suerte.

Nos quedamos allí como pasmarotes y de la que volvíamos, estaba claro que me iban a echar en cara no haberles contado lo de Oriol, explicándoles la historia y que me lo había contado de una manera tan natural que hubiese parecido mal decir que estaba mintiendo.

Finalmente, llegamos derrotadas a casa y en vez de descansar, decidí dar un paseo en mi soledad por la orilla de la playa.

A decir verdad, jamás había pensado llegar hasta esos extremos y mucho menos que Amber y Sean fuesen unos OdavLam, sorpresas de la vida. Lo peor de todo eso era el estrés y el ajetreo que se dejaría ver en los reinos los próximos días, especialmente por parte de Amanda y Hayley, que habían ido a comunicarlo antes.

Observé que a unos metros de mí había un grupo de surfistas y me suponía que Kyle estaría allí, y no tardaron en confirmarlo en cuanto me vieron—Eh, Whitmore, ¿no está ahí tu novia?

Todas las miradas se dirigieron hacia mí, haciendo que se me subiesen los colores, y aun más cuando noté que Kyle se acercaba—¿Ha pasado algo?

—N-no, ¿por?—repliqué no sabiendo muy bien que decir, era una situación rara.

—Os he visto antes yendo a toda leche por el paseo de la playa—explicó—Además, has bajado los ojos nada más contestarme, eso es que mientes.

Aguas Secretas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora