Capítulo 32 - Sirena solitaria

2.1K 153 13
                                    

Definitivamente, aquella semana había sido rara. Todo el mundo me parecía distante y hasta Kyle me evitaba. Heather se mostraba algo más seria, Tania y Sydney estaban ambas a su rollo y Cora parecía todavía ser más independiente.

Y me preocupaba no tener a nadie con quien hablarlo.

Todos esos divagues pasaban por mi mente el viernes a última hora a modo de conclusión. Solo quedaban cinco minutos para que la clase finalizase y ya éramos libres. No parecía ser la única que me di cuenta, ya que todos empezaron a poner la mochila encima de la mesa y a recoger los libros.

—Por cada persona que empiece a recoger añado un minuto más—Julio levantó desafiante la vista del libro de filosofía—De momento ya lleváis ocho.

—Joder...—Kyle suspiró con molestia y sacó su estuche y libro de nuevo, al igual que otros tantos.

Justo entonces sonó la sirena, indicando que ya era hora de la salida, excepto para nosotros. Julio se quedó tan tranquilo como siempre, siguiendo la explicación.

Quería salir ya de aquella carcel, pero no había forma hasta pasado el castigo. Kyle también parecía estar en la misma situación que yo y empezó a pintarrajear muñequitos en su libreta.

Sabía perfectamente que algo le pasaba, ya que no era normal que no me picase, cosa que siempre hizo desde que lo conocí. Así que tomé yo las riendas por una vez.

—¿Te pasa algo?—le dije en voz baja mirándole fijamente a sus preciosos ojos azules.

Él tardó un par de segundos en contestar, y cuando lo hizo, ni me miró—No, ¿por?

—¿Seguro?

—Te estoy diciendo que sí, pesada—repitió en un tono más brusco y elevado, lo cuál a mi me chocó y me enfureció.

—Ahora sí, podéis salir—aviso Julio, y todos eufóricos, empezamos a recoger y a chirriar las sillas como locos.

Kyle y yo íbamos al mismo ritmo, y cuando me estaba poniendo la mochila, a punto de irme, le solté algo que me salió dentro del alma— Vete a la mierda.

Y acto seguido y sin esperar respuesta, salí de la clase sin ni siquiera esperar a mis amigas. Ya en el pasillo, me encontré a Sean, que se giró al ver mi cara roja de ira.

—¿Que ha pasado, Lía? Te veo enfadada—pasó su brazo por mi hombro para que así no escapase.

—Nada importante—me encogí de hombros y noté su mirada fija en mí—Es que no sé que le pasa a la gente.

—La llegada del otoño—dijo con una sonrisa que me contagió.

—Oye, una cosa—noté que aminoró el paso que llevábamos—La verdad que para lo poco que hemos hablado y hemos estado juntos, me caes bastante bien, y me gustaría conocerte y pasar más tiempo contigo, como amiga, claro. ¿Te hace quedar esta tarde si no tienes nada que hacer?

Algo me observaba muy desde atrás en el pasillo, por plena intuición, y antes de que me diese tiempo a contestar, algo me agarró por detrás y me llevó pasillo adelante por los aires.

Veía en mi estómago unos brazos musculados, y en cuanto me giré, como no, era el idiota de Kyle.

—¡Suéltame!—le empecé a golpear y al poco fijé mi vista en Sean, que se había quedado pasmado—¡Luego te aviso, perdona!

—Tú no vas a avisar a nadie, señorita—Kyle finalmente habló y me posó en el suelo para seguir caminando—A no ser que sea yo, claro.

—¿Pero tú eres imbécil?—abrí mucho los ojos para mostrar mi molestia—Estaba hablando con un amigo y me interrumpes.

Aguas Secretas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora