Capítulo 11 - Dulce y amargo

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Tras estar procesando toda la información que había descubierto, finalmente me conseguí dormir.

Unas horas después, mi móvil empezó a vibrar y me despertó. 

— ¿Sí? —lo cogí a regañadientes, contestando con voz de muerta.

—¡Buenos días, marmota!¡Te paso a buscar en 5 minutos! —dijo alguien con una energía desbordante . Aquella voz me sonaba, pero en esos momentos no quería pensar. 

Ahí fue cuando caí en que no podría ser otra persona que...

—¿Heather? —pregunté. Nadie contestaba, así que quite el móvil de al lado de la oreja y lo miré. Ya me había colgado.

Suspiré y salí de la cama para desayunar algo. En la planta baja, no merodeaban ni la abuela ni el abuelo. Me encontré con un post-it amarillo pegado en la mesa del comedor.

Tu abuelo y yo vamos a ir al gimnasio, vendremos tarde, así que hoy te toca preparar la comida. Nos vale con unos macarrones (---> sigue leyendo por la parte de atrás)

Me empecé a reír, dándole la vuelta la nota ¿Los abuelos en el gimnasio? Esperaba que no se rompiesen nada del esfuerzo. 

Lía, sé perfectamente que te estás riendo de nosotros. En realidad no íbamos al gimnasio, era una pequeña broma. Estamos tomando algo en la casa de los abuelos de Heather y luego vamos a jugar al tenis.

P.D: ACUERDATE DE HACER LA COMIDA.

—Ajá...—dije asintiendo mientras dejaba la nota un lado. Recordé que Heather me iba a venir a buscar, entonces me apresuré y lo gestioné como mejor pude.

Era consciente de que no me iba a dar tiempo a desayunar tranquilamente, así que decidí coger un yogur. Justo cuando iba a meter la cuchara dentro del recipiente, el timbre sonó.

"Heather me va a matar"

Abrí la puerta y efectivamente, ella estaba allí. Llevaba una camisa blanca, unos shorts vaqueros claros y unas sandalias marrones de plataforma. Sus labios lucían perfectos con un pintalabios color nude y también se había echado un poco de rímel, el justo para que sus ojos grandes color café destacasen. 

La envidia recorrió mi cuerpo. Ya me gustaría verme alguna vez tan perfecta como ella.

— ¿Lía? —movió su cabeza ya que yo me había quedado examinándola—¡Rápido, ve a vestirte!

—¿Eh? —contesté confusa—Sí, ya voy.

Subí corriendo las escaleras y cogí lo primero que encontré en mi armario : una camiseta de rayas marinera, una falda denim y unas sandalias blancas. Bajé rápidamente, encontrándomela apoyada en la puerta mientras miraba su móvil.

—Qué mona—dijo en cuanto alzó la vista.

—Gracias, igualmente—me sonrojé un poco.

Caminábamos por la larga avenida y me fijé en que Heather era un poco más bajita que yo, aunque eso sí, también era más atractiva. Ella notó que yo la estaba observando de nuevo.

—Si quieres un día vamos al centro comercial y nos compramos ropa de verano, que está a la vuelta de la esquina.

— ¡Sí, por favor! —repliqué alegremente a la par que me sonreía. Entonces recordé que ella era la nieta de los amigos de los abuelos—¿Tus abuelos están tomando algo con los míos, no? —cuestioné para asegurarme de que no me habían contado una trola.

—Sí, y luego van a jugar al tenis—se rió—Son muy amigos, además de que vivimos en frente vuestro.

"¿Vivimos?"

Aguas Secretas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora