Capítulo 38 - Triple cita

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POV HEATHER

Fue justo el primer sábado de junio cuando sucedió algo completamente inesperado, tan inesperado que hasta llamé a Lía de la sorpresa.

Horas antes...

Le había prometido a Ethan hacerle un favor a cambio de las tantas clases de matemáticas gratis que él me dio, pero tampoco me esperaba una expedición por una cueva.

El invierno ya se estaba estableciendo en Perth y no me gustaba aquello de tener que caminar comprimida entre cinco prendas.

—No queda nada para llegar, venga—me animó Ethan, que iba subiendo el monte por unos cuantos pasos más por delante de mí.

Cuando por fin le alcancé, le hice la pregunta que me llevaba planteando durante el trayecto—¿Por qué tanto interés en ver una cueva?

—Todos los veranos venía aquí con mi padre, y me enseñaba todo lo que sabía sobre arqueología.

Enseguida pillé el mensaje—Yo...lo siento.

—¿Por?—me miró extrañado.

—Bueno—alcé incómoda las cejas—Supongo que él habrá fallecido.

Ethan se empezó a reír, negando con la cabeza—Heather—clavó sus ojos en mí—Él es arqueólogo y solo puede venir aquí en verano, por eso nunca está en casa.

—Ah...—me alivié al instante—No lo sabía.

Seguimos caminando y observé a Ethan, dándome cuenta de todo lo que había crecido en ese tiempo, además de madurar en cierto aspecto. Prometí no volver a torturarme más con la diferencia de edad, pero me era algo inevitable.

—Y ya estaría—se paró y entramos dentro, y para mi sorpresa, era más bonito de lo que me esperaba.

—Impresionante, ¿eh?—cogió una piedra y la tiró lo más lejos posible a aquellas azuladas aguas que parecían un tinte—En los días de mucho calor, mi padre y yo nos metíamos dentro

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—Impresionante, ¿eh?—cogió una piedra y la tiró lo más lejos posible a aquellas azuladas aguas que parecían un tinte—En los días de mucho calor, mi padre y yo nos metíamos dentro.

—Qué valiente...—dije con sorna.

—Ya ves—me sonrió y luego dirigió su mirada al agua—Mira, un pez de colores.

E, inocente yo, que me acerqué para verlo y me salpicó entera, tendiéndome una trampa.

—¡Ethan!—le chillé mientras que él se burlaba de mí—¡Odio que me hagan eso!

Antes de reaccionar para pegarle, las gotas que se resbalaban por mi rostro acabaron en mi boca, percibiendo un sabor no precisamente dulce—¿Y esa cara?

—¿No es agua dulce?

—Eso es también lo especial de esta cueva, que sus aguas son saladas.

Yo suspiré y Ethan me avisó de que era la hora de comer, así que nos sentamos en una roca de la orilla y cuando quiso sacar los bocadillos me pidió que le sujetase su cartera, que la guardaba en un bolsillo de la chaqueta.

Aguas Secretas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora