Capítulo 22 - Un gran sueño

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Empecé a oír un pitido no muy lejano de mí y vi una luz blanquecina al final de aquella oscuridad.

Me desperté sobresaltada y se me congeló la sangre, ya que aquello no era mi dormitorio, si no una habitación bañada de blanco. Me quité el sudor de mi frente y me intenté levantar, pero no me podía mover de allí debido a que mi cuerpo me pesaba demasiado.

Me observé y enseguida me dieron ganas de llorar, estaba escayolada de arriba abajo. Justo en ese momento una chica vestida con un uniforme entró y me miró sorprendida.

— ¡Por fin ha despertado! —gritó a la sala y entraron numerosos doctores junto con...no, no podía ser.

Mis padres empezaron a llorar y abrazarme y yo todavía no entendía nada de lo que estaba sucediendo.

—Nuestra niña...—comenzó a acariciarme mi mejilla—Pensé que jamás te íbamos a recuperar.

Acto seguido, volvió a romper en lágrimas, al igual que mi padre.

Yo estaba respirando tan pesadamente que pensaba que me iba a dar un ataque de ansiedad. Mis ganas de llorar también eran terribles, ya que no sabía muy bien si aquello era real o no.

Los doctores me miraban orgullosos y a continuación empezaron a hablar con mis respectivos padres. Nos dejaron a solas para poder hablar con tranquilidad.

—Mamá, papá...—noté que mi voz estaba extremadamente débil, parecía de otra persona— ¿Qué es lo que está ocurriendo?

—Cariño...—miró a Paul, mi padre y él le hizo un gesto de que empezase ella.

Suspiró y me miró directamente a los ojos, dirigiéndome un inmenso vacío.

— ¿Recuerdas el primer día cuando venias en coche del aeropuerto con los abuelos? —yo asentí temerosa—El coche descarriló y se quedó al borde de un precipicio. Tus abuelos intentaron salir, pero se quedaron colgando del coche, agarrándose para que no se cayeran.

—Mamá—la miré calmada, aquello era una broma—Yo llegué a casa de los abuelos, los conocí, pasé la Nochevieja con ellos, asistí a la escuela y hice grandes amigos, conocí a Crystal, y lo más importante...descubrí el secreto de la familia—argumenté convencida.

—Oh dios...—se tiró del cabello hacia atrás—Paul, está delirando. Trae las pastillas.

—Mamá, yo te estoy diciendo la verdad—mis nervios se empezaron a apoderar de mí de nuevo.

—No, Lía—miró a mi padre, y a continuación a mí, poniendo su suave mano encima de la mía y mirándome con lastima—Todo ha sido un sueño, has estado en coma.

Mi vista se empezó a nublar y me subió un nudo enorme por la garganta, casi dejándome sin aliento. Acaso las sirenas, Heather, mis abuelos, Kyle, Crystal... ¿habían formado parte de un largo sueño?

Noté como tenía las lágrimas a punto de salir, y ni me pensé en contener aquella vez—P-pero...¿Y mi hermana mayor, y mis amigas, y Kyle, y mis abuelos? —lloraba tan desconsoladamente que se me mezclaban las lágrimas con los mocos.

—Ellos...—tragó saliva—Han sido parte de tu imaginación, excepto tus abuelos.

— ¡QUE NO MAMÁ! —recordé el secreto de la familia— ¡QUE YO LA SIRENA DE LA PERLA AZUL! ¡¿ACASO NO VES MI PERLA?! —señalé mi cuello, pero allí no tenía nada, lo cual hizo que otra pequeña parte de mi cuerpo se partiese a la mitad.

Sin más rodeos, ella me pegó un guantazo, seguramente dejándome la mejilla roja. Prácticamente no sentía ningún dolor, de nada me servía.

—Y-yo...lo siento. Lo tenía que hacer—miró su mano, que estaba enrojecida y temblando—Lía, tienes que aceptar de una vez la cruda realidad.

Aguas Secretas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora