A mitad de camino, se puso a llover y empezaron a caer rayos , entonces no me quedaba otra que dirigirme al instituto y pararme allí hasta que se calmase un poco el tiempo. Lógicamente, escogí la segunda opción.
Corrí mientras notaba como mis zapatos se iban embarrando y llenando de agua. Justo cuando estaba llegando, me tropecé y caí al húmedo suelo. Por suerte, me dio tiempo a reaccionar, poniendo mis dos manos, que se quedaron marrones a la par que me escocían un poco cuando me levanté.
"Maldita sea"
Me dirigí a los baños de la primera planta y me empecé a enjabonar las manos. La verdad era que el estado del baño de las chicas me inquietaba un poco, estaba completamente descuidado, y faltaban la mitad de los azulejos de la pared. Además, había solo un lavabo y parecía que de allí iban a salir cucarachas de un momento a otro.
Me empapé la cara y me miré al espejo. No tenía mi mejor cara en esos instantes, solo quería tomarme un chocolate caliente y llegar de una vez a casa.
"Uf, los abuelos"
Suspiré y me observé por última vez al espejo, pero esta vez no sólo estaba yo, había otra persona detrás de mí. Chillé de terror y resbalé por unas gotas de agua que había en el suelo. Tendría que haber hecho un tutorial de cómo caerse de culo, de tantas veces que me pasó.
Giré con miedo mi cuello hacia atrás y me encontré con la chica riéndose a carcajada limpia, enseñando sus blancos dientes de anuncio. Un momento... me sonaba de algo : esbelto cuerpo, ojos azules felinos y un cabello castaño con leves ondas. La misma que me "guió" el primer día de escuela.
—Anda, levántate— se ofreció tendiéndome su mano. Se la cogí y me levantó sin problema alguno.
—Gracias—sonreí avergonzada mirando al suelo.
—Ya eres mayorcita, deja de creer en los fenómenos paranormales—me examinó con descaro de arriba a abajo—Hombre, si eres la niña pelirroja del otro día que me pregunto por una clase.
¿Me había leído el pensamiento? ¿Como lo sabia? Bueno, tampoco era muy difícil de averiguar tras lo que acababa de ocurrir.
—Sí...—asentí. Noté su mirada en mí, provocándome escalofríos—Me llamo Lía—comenté haciendo que el silencio se esfumase.
—Ajá...—levantó las cejas con indiferencia y se presentó con la misma actitud—Yo soy Amber.
No sabía qué tema sacar, pero estar con aquella chica hacía que se me pusiesen los pelos de punta, me daba malas vibraciones.
—Bueno, me tengo que ir—me despedí de ella y observé por unos segundos sus ojos excesivamente maquillados. También me di cuenta de que casi toda su ropa era negra. Era un tanto siniestra.
No esperé respuesta alguna y salí casi corriendo de allí.
"Por favor, que no me clavé ningún cuchillo por detrás, por favor"
Salí del baño y resoplé. Todavía seguía viva, por suerte. Me fijé en que la lluvia por fin había cesado y el arcoíris se estaba haciendo notar, aunque no por mucho tiempo ya que estaba oscureciendo.
Me marché corriendo a velocidad de la luz y unos cinco minutos después ya estaba abriendo la puerta de casa. La abuela no estaba pero oía que desde el despacho del abuelo estaba sonando música, así que debía de tener papeleo.
En verdad en esos momentos no tenía ni ganas de discutir, estaba hecha polvo. Me dirigí al baño y me desvestí, viendo que mi ropa era un completo desastre. Acto seguido, me sumergí en el agua, que estaba en su punto ideal para un rato de relax.
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Aguas Secretas©
FantastikLía Wilson es una adolescente de 15 años que lleva una vida completamente normal. Sin embargo, mientras sus padres están de viaje , provoca un accidente que la obligará a mudarse a la otra punta del mundo. Allí hará nuevas amistades, experimentará...