Entré en pánico nada más que articuló palabra, hasta el punto de que se me resbalase el diario de las manos y cayese con un sonoro golpe al suelo.
—Eh...—dije notablemente nerviosa, preguntándome como sería la expresión de mi cara en aquellos momentos—Nada importante.
—¿Nada importante? —se cruzó de brazos, yendo a coger fortuitamente el diario antes de que me diese tiempo a reaccionar.
Lo abrió y no dijo nada, debía de estar sumida entre los recuerdos, a juzgar por su ligera sonrisa melancólica. En un momento dado, alzó la vista, clavando sus felinos ojos contra los míos.
—No puede ser...—resopló mientras apretaba los dientes y se llevaba una mano a la cabeza.
—No voy a decir nada, tranquila—le contesté para intentar calmarla.
—Más te vale, porque si no estaría muy jodida.
Un incómodo silencio se quedó depositado en el salón, hasta que yo decidí hacerle más preguntas curiosas.
— ¿Entonces Leo y tú no os conocisteis en la universidad, no?
Sus mejillas se sonrojaron un poco y finalmente confesó—No, pero es obvio que yo no podía decírselo a mi familia porque si no ya hubiese estado desterrada hace mucho tiempo. Menos mal que para la edad que tenía era bastante espabilada.
Claro, entonces ahora todo tenía sentido.
"Pero para mi sorpresa, él me contó con soltura algunas cosas que fueron agradables saberlas. Así como que Crystal y él se enamoraron cuando tan solo tenían trece años, que trabajaban juntos en la misma veterinaria y que él era el mayor de seis hermanos en su familia y debido a eso no tenía intención de tener hijos.
Después de contarme todo aquello, noté como su cara se tensaba ligeramente, pero volvió a sacar otro tema."
¡A Leo se le había escapado sin querer eso y yo ni me había dado cuenta!
Me debí de quedar tan en mi mundo, que hasta Crystal chasqueó sus dedos enfrente de mí y tardé un par de segundos en reaccionar— ¿Ocurre algo?
—No, sólo estaba pensando—me encogí inocentemente de hombros.
—Ah, ya sé—me dirigió una sonrisa astuta—Tienes algo con un chico y estás dudando en contármelo o no porque ahora yo soy la reina.
No sabía porque pero mis sentidos se aceleraron al asociarlo directamente con Kyle, convirtiéndose en una sensación muy incómoda ya que no era eso precisamente en lo que estaba pensando.
— ¿Qué? —notaba mi cara encendida al rojo vivo—¡NO!
—Hace ya tiempo que se dejó de seguir esa ley, pero como las abuelas son de la vieja escuela que se le va a hacer...—explicó con aire de convicción—Puedes confiar en mí, no voy a decir nada.
— ¡Que no me gusta nadie, pesada! —levanté un poco la voz y enseguida cambié de tema—Por cierto, hay una parte del diario que sale entrecortada, ¿cómo sigue?
—Ah, cuando salvé a Leo—se quedó pensativa hasta que al poco retomó la conversación—Él abrió como platos los ojos, mirándome hechizado a la misma vez que susurraba mi nombre. Le abracé fuertemente y unos segundos después, volví a mi forma de humana. Leo se quedó impactado los primeros días, pero poco a poco se fue acostumbrando y agradecí confiar en él, ya que a pesar del paso de los años nunca reveló el secreto...
Sus ojos empezaron a brillar, haciéndosele notar que aquella fue una parte muy emotiva e importante de su vida.
Ella siguió pasando las hojas, hasta pararse en la última hoja escrita, el uno de septiembre.
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Aguas Secretas©
FantasíaLía Wilson es una adolescente de 15 años que lleva una vida completamente normal. Sin embargo, mientras sus padres están de viaje , provoca un accidente que la obligará a mudarse a la otra punta del mundo. Allí hará nuevas amistades, experimentará...