Ava Evans tenia una vida establecida en Estados Unidos pero su vida no era perfecta permitiendo abusos psicologicos y fisicos por parte de su entonces pareja, ella sabe que no se merece eso asi que decide buscar un nuevo comienzo.
Presentando una s...
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Islas Caimán
Ava
Puse con cuidado las almohadas alrededor de James en la gran cama, asegurándome de que estuviera bien protegido mientras dormía.
Lo observé por un momento, notando cómo su pequeño pecho subía y bajaba con cada respiración. Era increíble pensar que ya tenía diez meses, su carita angelical y su suave pelo castaño me llenaban de una ternura inmensa.
Camino hacia la ventana, disfrutando de la vista impresionante que ofrecía nuestra suite en las Islas Caimán. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados que se reflejaban en las aguas cristalinas del mar. Las palmeras se mecían suavemente con la brisa, y la calma del lugar me transmitía una sensación de paz y serenidad.
El lugar era verdaderamente precioso, con su entorno paradisíaco y su ambiente tranquilo. Era el escape perfecto para nosotros, me quedé ahí, contemplando el paisaje y sintiendo una gratitud profunda por este momento, por esta pequeña burbuja de felicidad que compartíamos como familia.
Desde que llegamos, todo había sido como un sueño hecho realidad. Cada detalle, cada rincón de este lugar, parecía diseñado para darnos el descanso y la paz que tanto necesitábamos. Me sentí afortunada de estar aquí, de poder vivir este instante con George y nuestro pequeño James.
Volví la vista hacia mi bebé, profundamente dormido, y una sonrisa se dibujó en mis labios.
Amaba profundamente a mi pequeño hombrecito.
Dejé a James durmiendo tranquilamente y me dirigí al baño. Al abrir la puerta, la escena que me encontré me hizo sonreír.
George estaba sumergido en la gran tina, con los ojos cerrados y una expresión de completa relajación en su rostro. Parecía estar disfrutando al máximo del momento.
Entré en el baño con mucho cuidado y silencio, queriendo sorprenderlo. Me quité las tiras de mi vestido, dejándolo caer al suelo. Por un instante, me quedé en ropa interior, pero rápidamente me deshice de ella también. Sentí la brisa fresca del aire acondicionado en mi piel antes de acercarme a la tina.
Me deslicé lentamente en el agua caliente, sintiendo cómo el calor envolvía mi cuerpo y relajaba mis músculos.
Mi prometido abrió los ojos al sentir mi presencia y me sonrió con ternura. Me acomodé junto a él, disfrutando de la cercanía y del confort del agua.
—James se quedó profundamente dormido—Apoye mi cabeza en su hombro— dios, que rica esta el agua.
—Este día sin duda lo dejó muy agotado y respondiendo a lo del agua, está como tú, perfecta —Respondió, deslizando una mano por mi espalda en un gesto suave y cariñoso.
Nos quedamos en silencio por unos momentos, simplemente disfrutando de la tranquilidad y de la compañía mutua.