Capítulo 32: La Noche de la Tormenta

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La noche se cerró con una tormenta que parecía surgir de las profundidades del infierno. Relámpagos surcaban el cielo, iluminando brevemente el campamento del circo con destellos cegadores. Los truenos resonaban como el rugido de bestias colosales, haciéndose eco en las carpas y entre los árboles. La lluvia caía en cortinas gruesas, borrando casi por completo el mundo exterior.

Taehyung estaba en su carpa, pero su mente no podía dejar de regresar a la imagen de Jungkook, empapado y reflexivo, bajo la lluvia. Había algo en la vulnerabilidad de Jungkook que lo atraía, algo que no podía ignorar a pesar de sus mejores esfuerzos. Un impulso lo llevó a levantarse y caminar hacia la carpa de Jungkook.

Jungkook estaba sentado en su cama, escuchando el tamborileo incesante de la lluvia contra la lona. Sus pensamientos estaban atrapados en una maraña de emociones contradictorias. Cuando la lona de su carpa se movió, y Taehyung entró, sus ojos se encontraron y el aire pareció cargarse de electricidad, más intensa que la misma tormenta afuera.

"Taehyung..." murmuró Jungkook, su voz apenas audible sobre el ruido de la tormenta.

Taehyung dio un paso hacia adelante, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. "No podía quedarme en mi carpa. Necesitaba verte."

Jungkook se levantó, cerrando la distancia entre ellos en un par de pasos. La tensión entre los dos era palpable, una corriente invisible que los atraía irresistiblemente el uno hacia el otro. La tormenta afuera se volvió un eco lejano comparado con el tumulto interno que ambos sentían.

Sin más palabras, Jungkook tomó el rostro de Taehyung entre sus manos, sus dedos trazando suavemente la línea de su mandíbula. Taehyung cerró los ojos, inclinándose hacia el toque, sintiendo cómo sus defensas se derrumbaban.

El primer beso fue tentativo, una chispa que encendió un fuego. Sus labios se encontraron con una necesidad desesperada, cada movimiento cargado de deseo contenido. La lluvia y los truenos ahogaban cualquier sonido que pudiera delatarlos, dándoles la libertad de abandonarse a sus deseos.

Jungkook guió a Taehyung hacia su cama, sus movimientos seguros pero llenos de una pasión que apenas podía contener. Taehyung respondió con igual fervor, sus manos explorando el cuerpo de Jungkook, sintiendo la firmeza de sus músculos bajo la ropa mojada.

"Taehyung..." jadeó Jungkook entre besos, su voz cargada de deseo. "No sé qué me haces, pero no puedo resistirme."

"Entonces no lo hagas," susurró Taehyung contra sus labios, su voz temblorosa pero firme.

La ropa fue desechada con urgencia, cada pieza cayendo al suelo en un revoltijo húmedo. Sus cuerpos se encontraron, piel contra piel, el calor de sus deseos haciendo olvidar el frío de la tormenta. Los besos se volvieron más profundos, más desesperados, cada uno tratando de saciar una sed que parecía interminable.

La tormenta afuera parecía reflejar el caos dentro de la carpa. Los relámpagos iluminaban brevemente las figuras entrelazadas en la cama, creando sombras danzantes en las paredes de lona. Los truenos eran un acompañamiento constante, proporcionando una cortina sonora que les daba la seguridad de que nadie escucharía sus jadeos y susurros.

Jungkook se movió sobre Taehyung con una mezcla de ternura y ferocidad, su boca y manos recorriendo cada centímetro de piel disponible. Taehyung arqueó la espalda, sus dedos enterrándose en los hombros de Jungkook, respondiendo a cada toque, cada caricia.

La culminación de sus deseos fue un clímax compartido, un momento de pura conexión que los dejó sin aliento. Yacieron juntos, sus cuerpos aún entrelazados, escuchando el latido de sus corazones compitiendo con el tamborileo de la lluvia.

"¿Qué nos está pasando, Taehyung?" preguntó Jungkook finalmente, su voz un susurro en la penumbra.

"No lo sé," respondió Taehyung, acurrucándose más cerca. "Pero esta noche, no quiero pensar en ello."

Jungkook lo abrazó con fuerza, cerrando los ojos y permitiéndose, por una vez, sentirse vulnerable. En medio de la tormenta, encontraron un breve respiro, una tregua en la guerra interna que cada uno libraba. La lluvia continuó su incesante danza sobre la carpa, pero dentro, todo estaba en silencio, al menos por esa noche.

El circo de los secretos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora