Desde que llegó al circo, Taehyung había sentido la presencia vigilante de Jungkook. Sin embargo, en los últimos días, esa vigilancia se había intensificado, especialmente después de sus encuentros furtivos y apasionados. Taehyung intentaba mantener la compostura, pero la intensidad de Jungkook lo mantenía en constante alerta.
Una mañana, mientras el sol apenas asomaba en el horizonte, Jungkook llamó a una reunión en su carpa principal. Los principales miembros del circo, incluidos Eva, Charlie, y algunos otros, se congregaron alrededor. Hank, el experto en espadas samurái, también estaba presente, su mirada fría y calculadora observando a todos los presentes.
"Tenemos que hablar sobre el futuro de Taehyung en el circo," comenzó Jungkook, su voz firme y autoritaria. "Ha demostrado ser valioso, pero necesita entrenarse más para manejar situaciones peligrosas."
"¿Qué sugieres?" preguntó Eva, con un tono que mezclaba curiosidad y escepticismo.
Jungkook se volvió hacia Hank, quien asintió ligeramente. "Hank lo entrenará en el manejo de espadas. Es el mejor en lo que hace, y Taehyung necesita aprender a defenderse."
Los ojos de Taehyung se abrieron con sorpresa. Aunque sabía que el entrenamiento sería intenso, no había anticipado que Hank sería su mentor. Hank, con su aura perturbadora y su habilidad letal, era conocido por su dureza.
"Estoy de acuerdo," dijo Hank, su voz resonando con autoridad. "Taehyung tiene potencial, pero debe aprender a controlar la oscuridad dentro de él."
Eva soltó una carcajada burlona. "Buena suerte, Taehyung. Necesitarás más que suerte para sobrevivir a Hank."
Charlie, siempre el protector, miró a Taehyung con una mezcla de preocupación y apoyo. "Estaré cerca si necesitas ayuda," murmuró, aunque sabía que el entrenamiento de Hank era un viaje que Taehyung debía hacer solo.
Jungkook dio por terminada la reunión con un gesto. "Entonces, está decidido. Taehyung, prepárate. Tu entrenamiento comienza mañana al amanecer."
Taehyung asintió, sintiendo una mezcla de miedo y anticipación. Sabía que este entrenamiento no solo sería físico, sino también un viaje hacia su propia oscuridad.
Al día siguiente, Taehyung se despertó temprano, sus pensamientos todavía ocupados con la decisión que había sido tomada. Al llegar a la carpa de entrenamiento, encontró a Hank esperándolo con sus espadas samurái en mano.
"Hoy empezaremos tu verdadero entrenamiento," dijo Hank con una voz firme. "No es solo un entrenamiento físico. Es un viaje a tu propia oscuridad."
Taehyung asintió, tomando la espada que Hank le ofrecía. Sentía el peso del metal frío en sus manos, una extensión de su propia voluntad.
"La espada no es solo una herramienta de muerte," comenzó Hank. "Es una extensión de tu ser. Debes aprender a controlarla, a dominar tus propios temores y deseos."
El entrenamiento fue intenso desde el principio. Hank, como siempre, era un instructor implacable, exigiendo perfección en cada movimiento, cada postura. Sus correcciones eran precisas, a veces incluso crueles. Cada vez que Taehyung cometía un error, Hank se acercaba, susurrando palabras de advertencia con una voz que goteaba veneno.
"Un error con una espada significa tu muerte, o la de alguien más," dijo Hank, sus ojos fijos en los de Taehyung. "No puedes permitirte fallar."
Mientras Taehyung trataba de concentrarse, sentía la presencia de alguien más. Levantó la vista y vio a Jungkook, observando desde las sombras de la carpa. Sus ojos seguían cada movimiento, cada interacción entre Taehyung y Hank. Había algo oscuro y celoso en su mirada, una intensidad que hacía que Taehyung se sintiera aún más nervioso.
Hank no parecía notar o no le importaba la presencia de Jungkook. Continuaba con su entrenamiento, hablando de la espada y del poder que esta conlleva.
"La sangre es vida, Tae. Cada corte, cada gota derramada, es un testimonio de tu habilidad y tu voluntad. No temas a la sangre. Abrázala."
Hank hizo una demostración, moviéndose con una gracia mortal mientras la espada cortaba el aire con un silbido agudo. Había una precisión escalofriante en sus movimientos, una danza macabra que fascinaba y aterrorizaba a Taehyung a partes iguales.
"Inténtalo," ordenó Hank, extendiendo la espada hacia Taehyung.
Taehyung tomó la espada y trató de imitar los movimientos de Hank. Sus manos temblaban ligeramente, pero trató de mantener la compostura. Con cada intento, sentía una conexión más profunda con la espada, una comprensión de la oscuridad que Hank le había mencionado.
Mientras entrenaban, Taehyung no podía evitar sentir la mirada de Jungkook clavada en su espalda. Había algo sofocante en su observación, una mezcla de protección y posesividad que lo hacía sentir atrapado.
Al finalizar la sesión, Hank dio un paso atrás, evaluando a Taehyung con una mirada crítica.
"No está mal para un principiante," dijo Hank, aunque su tono dejaba claro que esperaba mucho más.
Jungkook se acercó, su presencia dominando el espacio. Puso una mano en el hombro de Taehyung, su toque firme pero casi posesivo.
"Buen trabajo, Tae," dijo Jungkook, su voz suave pero cargada de una emoción que Taehyung no podía identificar del todo. "Continúa así."
Hank observó la interacción con una sonrisa torcida. Había una tensión palpable en el aire, una batalla silenciosa de voluntades y deseos.
"Mañana continuaremos," dijo Hank, alejándose lentamente, pero no sin antes darle una última mirada a Taehyung. "Prepárate. Esto es solo el comienzo."
Taehyung asintió, sintiendo el peso de las palabras de Hank. Mientras se retiraba a su carpa, todavía sintiendo el impacto del entrenamiento, Taehyung se encontró con Jungkook, quien lo había seguido silenciosamente. Jungkook se quedó cerca, sus ojos intensos y llenos de una emoción que Taehyung no podía descifrar completamente.
"No olvides descansar bien," dijo Jungkook finalmente. "El entrenamiento de Hank puede ser brutal, pero te hará más fuerte."
Taehyung asintió, tratando de calmar su mente agitada. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero también sabía que no estaba solo en esta oscuridad.
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El circo de los secretos.
RandomEl sol se ocultaba tras el horizonte, tiñendo el cielo de tonos carmesí mientras la noche se cernía sobre el pequeño pueblo. Entre las sombras de los edificios, un rumor inquietante se extendía por las calles empedradas, anunciando la llegada de alg...