La carpa del circo estaba envuelta en una penumbra siniestra. La luz de las velas proyectaba sombras danzantes en las paredes de lona, creando una atmósfera de inquietante intimidad. Taehyung estaba sentado en una esquina de su celda, sus pensamientos eran un torbellino de confusión y miedo.
Jungkook había mostrado un interés particular en él desde su captura, pero en los últimos días, algo había cambiado. Las miradas de Jungkook eran más intensas, sus gestos más posesivos, y Taehyung sentía una presencia constante incluso cuando Jungkook no estaba físicamente cerca.
Esa noche, Jungkook llegó solo a la celda de Taehyung. Se arrodilló frente a él, su mirada fija en los ojos asustados de Taehyung.
"Taehyung, quiero que entiendas algo," dijo Jungkook con voz suave pero cargada de una intensidad inquietante. "Tú eres especial para mí. Más especial que cualquier otra persona en este circo."
Taehyung no sabía cómo responder. Las palabras de Jungkook eran dulces, casi cariñosas, pero había una oscuridad palpable detrás de ellas. Antes de que pudiera decir algo, Jungkook sacó un pequeño objeto de su bolsillo: un colgante de plata en forma de corazón.
"Esto es para ti," dijo Jungkook, colocándolo alrededor del cuello de Taehyung. "Un símbolo de lo que significas para mí. De nuestra conexión."
Taehyung sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. El colgante era frío al tacto, un recordatorio constante de su situación. Pero Jungkook no había terminado.
"Ven conmigo," dijo, levantándose y extendiendo una mano hacia Taehyung. "Quiero mostrarte algo."
Sin muchas opciones, Taehyung aceptó la mano de Jungkook y lo siguió fuera de la celda. Caminaban por el laberinto de pasillos oscuros del circo, hasta llegar a una carpa que Taehyung no había visto antes.
Dentro, la carpa estaba decorada con velas y flores oscuras, un contraste perturbador con el entorno del circo. En el centro había un pequeño altar, sobre el cual descansaban varios objetos familiares: el reloj de Taehyung, su bufanda favorita, y varios dibujos que él mismo había hecho cuando era niño.
"¿Cómo conseguiste todo esto?" preguntó Taehyung, su voz temblando.
"He estado observándote, Taehyung," dijo Jungkook con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. "Recolectando pequeños fragmentos de ti. Cada uno de estos objetos tiene un significado. Representan lo que eres para mí."
Taehyung retrocedió, sintiendo la claustrofobia de la situación. "Esto... esto no está bien," murmuró.
Jungkook dio un paso adelante, cerrando la distancia entre ellos. "No entiendes, Taehyung. Tú me completas. Eres la única persona que realmente me entiende."
"Estás loco," dijo Taehyung con un hilo de voz. "Esto no es amor. Es una obsesión enferma."
Jungkook se detuvo, y por un momento, la máscara de calma y control se desmoronó, revelando una furia contenida. "No me llames loco," siseó. "No tienes idea de lo que he hecho para mantenerte a salvo. Nadie te hará daño mientras estés conmigo."
El temor de Taehyung creció, pero también lo hizo su determinación. Sabía que la única forma de sobrevivir era jugar el juego de Jungkook. Tenía que ganar su confianza, encontrar una forma de escapar.
"Lo siento," dijo finalmente, tratando de calmar a Jungkook. "No quise decir eso. Solo estoy... asustado."
Jungkook lo observó por un largo momento antes de que su expresión se suavizara. "Está bien, Taehyung," dijo, su voz volviendo a ser suave. "Entiendo tu miedo. Pero no tienes que temerme. Yo te protegeré."
Con esa promesa oscura flotando en el aire, Jungkook se acercó aún más y lo abrazó. Taehyung sintió un frío helado apoderarse de él, pero no tuvo más remedio que devolver el abrazo, fingiendo una aceptación que estaba muy lejos de sentir.
Esa noche, mientras yacía en su celda con el colgante de Jungkook alrededor de su cuello, Taehyung juró que encontraría una manera de escapar. Por ahora, tendría que jugar el papel que Jungkook quería, fingir que aceptaba su protección y afecto. Pero su mente ya estaba trabajando en un plan, y sabía que no podría permitirse fallar.
ESTÁS LEYENDO
El circo de los secretos.
RandomEl sol se ocultaba tras el horizonte, tiñendo el cielo de tonos carmesí mientras la noche se cernía sobre el pequeño pueblo. Entre las sombras de los edificios, un rumor inquietante se extendía por las calles empedradas, anunciando la llegada de alg...