2 | 15: "Te amo."

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Sentí que el corazón se me paralizaba. ¿Realmente no me reconocía? No podía ser posible. Tragué saliva, tratando de mantener la calma y la compostura, aunque por dentro me sentía devastada.

—Sí, Julieta —repetí, mi voz temblando—. Soy yo.

Marcos frunció el ceño por un momento más, sus ojos buscando los míos. Luego, vi una chispa de algo familiar en su mirada, algo que había visto tantas veces antes. De repente, una sonrisa traviesa se extendió por su rostro.

—Obvio que sé quién sos, Juli —dijo, su voz llena de diversión—. ¿Cómo podría olvidarme de vos?

Mi corazón se llenó de alivio y confusión a la vez. Lo miré, sin saber si reír o llorar, y luego me dejé llevar por la risa nerviosa que brotaba de mis labios.

—¡Marcos! —exclamé, dándole un leve golpe en el brazo—. ¡Me asustaste tanto!

Él soltó una risa suave, pero su expresión se volvió seria rápidamente.

—Perdon, Juli —dijo, apretando mi mano con más fuerza—. Quería hacerte una jodita, no te enojes.— Hizo puchero.

Las lágrimas que había estado conteniendo finalmente brotaron, pero esta vez eran de alivio y felicidad. Me acerqué de nuevo y lo abracé, sintiendo que mi corazón se llenaba de amor y gratitud.

—No sabes cuánto te amo, Marcos —susurré.

—Y yo a vos, Juli —respondió él, envolviéndome en sus brazos—. Y yo a vos.

Nos quedamos así, abrazados, sintiendo el calor y la conexión que habíamos compartido desde siempre. Sabía que, aunque el camino por delante podría ser difícil, lo enfrentaríamos juntos, con el amor y la fuerza que nos unía.

Nos separamos un poco y miré a Marcos a los ojos, todavía incrédula de que estuviera aquí, conmigo, después de todo lo que había pasado.

—¿Cómo te sentís, Marcos? —le pregunté suavemente, tomando su mano.

—Me siento... raro, cansado —admitió—. Pero mejor ahora que estás acá. ¿Vos cómo estás?

—Mejor ahora que te veo bien —dije, sonriendo—. Nos preocupamos tanto por vos.

Justo en ese momento, la puerta de la habitación se abrió y la familia de Marcos entró en tropel. Sus padres, Valentina, Bauti y detrás de todos, Madison. La alegría y el alivio en sus rostros eran palpables, pero noté que Madison evitaba mirar directamente a Marcos. Había una sombra de culpa en su expresión.

La madre de Marcos fue la primera en acercarse a la cama, con lágrimas en los ojos.

—¡Marcos! —exclamó, tomando su mano—. Gracias a Dios estás bien.

Marcos sonrió débilmente y asintió, su mirada recorriendo a cada uno de los presentes.

—Gracias a todos por estar acá, no falta nadie. —dijo—. De verdad lo aprecio.

Valentina y Bauti se acercaron, sonriendo, y Bauti le dio una palmada suave en el hombro.

—Nos diste un buen susto, hermano —dijo Bauti, su tono tratando de ser ligero—. No lo vuelvas a hacer.

Marcos rió un poco, pero su mirada se desvió hacia Madison, que estaba al final del grupo, con los brazos cruzados y la cabeza baja.

— Mi amor. —llamó Marcos suavemente a su novia.

Ella levantó la vista, pero aún no pudo sostener su mirada. Dio un paso adelante, pero su incomodidad era evidente.

—Hola, Marcos —dijo en voz baja, mordiéndose el labio—. Me alegra que estés mejor.

Una vez más, vuelve conmigo. - MARCULI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora