2 | 5: "Ezeiza."

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Termine de lavar aquellos platos y me volví a reunir con mi familia. Habían pasado tantos meses y tantas cosas que sentíamos que nos debíamos charlas enteras para actualizar sobre nuestras vidas. Si bien nos hablábamos constantemente por mensaje o videollamadas, no es lo mismo como tenerlos acá conmigo.

— ¿Y no te gustaría volver con nosotros a Salta mi amor?.— Me preguntó mi mamá.

Rápidamente negué con la cabeza.

— No ma, siento que en ningún lado voy a estar mejor que acá. Argentina me trae recuerdos horribles, me atormentaría volver a pisar esos lugares.— suspire.

— Pero esta vez puede ser distinto, baby.— se sumó Maddison.— vas a estar con tu familia, relajado, en tu ciudad, con tu gente, yo creo que te haría bien.

Hice una mueca para no despreciar su consejo y agaché la cabeza fijando mi mirada en el piso.

— Además, vamos a estar en Salta mi amor, no vas a ver a Juli.— Mi hermana me acarició la espalda.

— ¿Y quién te dijo que no quiero ir por ella?.— Creo que le contesté en un tono brusco, porque inmediatamente sacó su mano de mi espalda y sacó su mirada de la mía. — Perdón.— Suspire.

— Creo que vos necesitas una buen charla con tu mejor amigo.— Marquitos se paró detrás de mí y me apretó los hombros.

— Los dejamos solos entonces.— Dijo mi mamá mientras se paraba de su silla y se iba alejando de nosotros a lo que la siguieron mis hermanos, papá y Maddison.

Pov's Julieta

Llegamos a casa con mamá y lo primero que hice fue correr al baño y encerrarme ahí. Quería estar sola, necesitaba regular mis emociones, lo que acababa de vivir había despertado cada punto sensible en mi. Me sentía mareada, con náuseas y me temblaban las manos.

— Ju, me dejas entrar hija?.— sentí que golpearon la puerta desde el otro lado.

— Estoy bien.— le respondí mientras sentía que el corazón se me iba a salir del pecho por la taquicardia que estaba atravesando.

— No quiero que estés sola, abrime y lloramos las dos juntas si queres.

— No.

— Bueno, voy a estar en mi habitación por si queres que hablemos, no me gusta saber que estás mal.— Pude escuchar como un nudo se formaba en la garganta de mamá por lo que accedí a abrirle.

Me lancé a sus brazos y deje que las lágrimas fluyan libremente. Mamá me envolvio en un abrazo cálido y reconfortante, y me senti protegida y amada. Es un alivio poder dejar de fingir fortaleza y simplemente permitirme sentir todo lo que me está abrumando.

— Shh, mi amor, estoy acá. Podes soltarte, déjame cuidarte —me susurra mamá mientras acaricia mi pelo con ternura.

— Gracias.— Le dije dando mis últimos sollozos, para después soltarme de su agarre.

— Te prometo mi amor que voy a estar siempre para acompañarte en este proceso tan difícil hasta que todo vuelva a la normalidad.— Me sonrió y le correspondí de la misma manera.

La volví a abrazar y esta vez bajamos juntas al living a ver una película, y comer chocolates para terminar de relajarme y bajar mi ansiedad.

A los pocos minutos sentimos que la puerta principal se abrió y mis perritos se alocaron al ver que era mi hermana menor que había vuelto de la casa de su novio. Se la veía muy contenta.

— ¡Mamá! No sabes!.— Dijo en un solo grito.

Mamá soltó una risa al notar su emoción y se paró en el sillón.

Una vez más, vuelve conmigo. - MARCULI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora