2 | 10: "La verdad."

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Me levanté último. Cuando abrí los ojos ya todos mis amigos y mi novia estaban reunidos en la mesa desayunando. Había sido una noche pesada, después de quedarme un largo rato acompañando a Julieta me costó volver a consolidar el sueño.

Agarre mi teléfono que estaba a un lado de mi cabeza y revisé la hora. 15:45. Había dormido demasiado, me sentía fresco como una lechuga.

Me estiré de pies a cabeza y después de un par de bostezos me puse de pie enfrentando a mis amigos que me miraban con gracia.

— Al fin, buen día.— Dijo Marquitos.

Apreté mis ojos entre risas y negué con la cabeza, estaba un poco avergonzado.

— Que carita de dormido que tienes, mi amor! Se nota que descansaste bien.— Mi novia se levantó de su lugar y se acercó a abrazarme.

La abracé de vuelta, sintiendo su calidez, pero mis ojos recorrieron la mesa y noté que Julieta no estaba allí.

— ¿Y Julieta? —pregunté, tratando de sonar casual.

Bautista levantó la vista de su taza de café y me respondió:

— Sigue dormida. Se sentía mal de la panza y preferí dejarla descansar un poco más.

Asentí, tratando de no mostrar demasiada preocupación.

— Es que tomó demasiado, le dieron algo?.— Pregunté, fingiendo que ya no lo habia hecho yo en la madrugada.

— Le di un té de hierbas, pero no sé si mejoró mucho. A ver cómo está cuando se despierte —dijo Bauti, encogiéndose de hombros.

— Claro. Bueno, esperemos que se sienta mejor pronto —dije, tratando de sonar despreocupado mientras me sentaba a la mesa.

Maddison me sirvió una taza de café y me ofreció un plato con tostadas.

— ¿Tienes hambre? Hicimos de todo: tostadas, huevos, frutas... —dijo con una sonrisa.

— Gracias, mi amor. Sí, la verdad que tengo bastante hambre —contesté, tratando de enfocarme en el desayuno y no en la imagen de Julieta sola en su cuarto, sufriendo.

Mientras todos charlaban animadamente, yo no podía evitar pensar en lo difícil que se estaba volviendo mantener las distancias. Julieta seguía siendo una presencia constante en mi mente, y aunque intentaba concentrarme en mi relación con Maddison, una parte de mí siempre volvía a ella.

— ¿Qué planes tienen para hoy? —preguntó Bauti, cambiando de tema.

— Podemos ir a recorrer un poco más la ciudad. Ayer no tuvimos tiempo de ver todo lo que queríamos —sugirió Maddison, mirándome con expectativa.

— Me parece una buena idea —respondí, tratando de sonar entusiasmado—. Podríamos pasar por algunos lugares turísticos y después cenar en alguna pizzería.

— Perfecto, pero antes de salir, quiero ver cómo está Julieta —dijo Bautista, levantándose de la mesa—. No quiero dejarla sola si sigue sintiéndose mal.

— Sí, es lo mejor —asentí, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación.— Te puedo acompañar?.— Le dije mientras mordía mi tostada.

Todos me miraron rápidamente al oír mi pregunta, al parecer era demasiado raro que pregunte por el estado de mi ex novia estando mi novia frente a mi.

— Solo para ver si necesita algo.— Intenté sonar lo más descontracturado posible.

Bautista asintió con la cabeza y se dirigió al pasillo y yo me limité a seguirlo. Cuando entramos a la habitación nos encontramos con la rubia sentada en la cama con el celular en la mano y un vaso de agua en el otro, el vaso que yo le había dejado anoche a la madrugada.

Una vez más, vuelve conmigo. - MARCULI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora