Epilogo.

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Los meses que siguieron a nuestro reencuentro fueron un torbellino de emociones y experiencias. Después de despertarme de aquella pesadilla, me sentí más que aliviada al ver a Marcos a mi lado, sonriéndome con ternura mientras caminábamos hacia la casa de mis padres. La realidad era mucho mejor que cualquier sueño oscuro que mi mente pudiera haber creado.

El resto del año lo pasamos disfrutando cada momento juntos, consolidando nuestro amor y fortaleciendo nuestra relación. Hicimos un esfuerzo consciente por coordinar nuestros horarios, y cada instante que teníamos libre lo pasábamos juntos. Nos apoyamos mutuamente en nuestros trabajos, disfrutando de nuestros logros y enfrentando los desafíos con una nueva perspectiva.

Las fiestas de fin de año fueron especialmente significativas. Pasamos la Navidad con la familia de Marcos en Salta, donde fui recibida con calidez y cariño. Celebramos la Nochebuena alrededor de un árbol enorme y decorado, compartiendo historias y risas con sus padres y hermanos. Fue una experiencia mágica, llena de amor y alegría.

Para Año Nuevo, volamos de regreso a Buenos Aires para estar con mi familia. La celebración fue animada y emotiva. Mis padres, mis hermanas, y todos los seres queridos se unieron para recibir el nuevo año con esperanza y gratitud. Marcos y yo nos prometimos que este sería el comienzo de una nueva etapa, llena de felicidad y complicidad.

Con la llegada de enero, teníamos un motivo más para celebrar: el primer cumpleaños de mis sobrinas, Laia y Aime. La fiesta fue un evento lleno de colores, risas y mucha ternura. Dani y Thiago habían organizado todo con mucho esmero, y la casa estaba decorada con globos y guirnaldas, con un gran pastel en el centro de la mesa.

Marcos y yo llegamos juntos, cargados de regalos y con una sonrisa que no podíamos borrar. Ver a las bebés disfrutar de su día especial, rodeadas de amor y alegría, nos llenó el corazón. Nos unimos a los juegos, ayudamos a soplar las velas y capturamos cada momento con nuestras cámaras, queriendo atesorar cada segundo de esa felicidad.

— No pueden estar tan grandes.— Dije llevando mi mano a mi rostro, emocionada.

— A ver, una foto con los tíos Ju y Marcos ahora.— Dijo thiago, empujándonos para que nos pongamos detrás de la torta y nos sacaran fotos.

Yo cargué en mis brazos a Aime, y Marcos a Laia y posamos juntos sonrientes mientras las bebés hacían caras raras por el flash de las cámaras y celulares.

En medio de la fiesta, me encontré con una cara conocida que no esperaba ver allí. Bauti, con una expresión tranquila y feliz, estaba acompañado de una chica nueva. Su novia, Cande, parecía hacerlo muy feliz, y la felicidad se reflejaba en sus ojos.

—Bauti, ¡qué sorpresa verte acá! —exclamé, acercándome a él con una sonrisa.

—Juli, me alegra verte —respondió Bauti, devolviéndome la sonrisa y abrazándome con fuerza. Marcos y Cande también se unieron al abrazo, creando un momento de reconciliación y paz.

—Ella es Cande —dijo Bauti, presentándonos a su novia.

—Encantada de conocerte, Cande —dije, extendiendo mi mano.

—El gusto es mío, Juli —respondió ella, sonriendo amablemente.

Nos quedamos charlando un rato, poniéndonos al día y compartiendo anécdotas. Bauti y yo nos deseamos lo mejor mutuamente, y me sentí agradecida por haber cerrado ese capítulo con una nota de amistad y buenos deseos.

La fiesta continuó, y el ambiente estaba cargado de amor y felicidad. Mientras miraba a mis sobrinas jugar, rodeadas de todos los que las amaban, sentí que el futuro estaba lleno de promesas y esperanzas. Habíamos dejado atrás los momentos difíciles y nos enfrentábamos a lo que venía con corazones renovados y llenos de expectativas.

Una vez más, vuelve conmigo. - MARCULI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora