2 | 2: "Solo."

212 19 6
                                    

Sentí tanta angustia en ese momento que tenía ganas de salir corriendo esperando despertarme de un mal sueño. Pensaba que era imposible que me esté pasando esto, y en la circunstancia en la que me encontraba. Estaba solo, en Alemania, con mi novia que no tiene ni idea que es mi novia, es una tortura. Si bien los papás de Julieta estaban en camino, nada me iba a sacar la angustia que estoy acumulando.

Salí de la habitación buscando un poco de paz mental y caminé hacia el patio interno del hospital. Me senté en un banquito al lado de una máquina expendedora de comida mientras miraba a un punto fijo, como buscando respuestas del mas allá. Sentía que la gente se detenía al lado mío a comprar su comida y yo no podía salir de mi burbuja mental. Me preguntaba ¿Por qué a mi? ¿Por qué a ella? ¿Por qué a nosotros después de lo que nos costó volver a estar juntos?. No había respuestas, no eran válidas.

Cerré mis ojos inhalando profundamente un aire frío por los -5ºc que hacían en ese momento y me recosté sobre el respaldar del banco.

— ¿Te sientes bien?.— Noté una voz femenina cerca de mi y abrí mis ojos.

Era una chica rubia de ojos cristalinos, con un acento estadounidense que era evidente en cada palabra que pronunciaba en español, pero su tono melodioso le daba un encanto especial.

— ¿Me decís a mi?.— La miré por primera vez.

Ella asintió con la cabeza.

— Si, estoy bien, no te preocupes. — Note como la rubia no se iba, sino que se sentó a mi lado lo que generó incertidumbre en mi.

— Mira, am, no te conozco, pero puedo sentir cuando a alguien le pasa algo. ¿Sabes? Y tú no estás bien.— Giró su cabeza unos centímetros y me miró haciendo un gesto de pena.— Estás triste.

Asentí con la cabeza unos segundos e instantáneamente mis ojos se llenaron de lágrimas.

— Estoy viviendo uno de los peores momentos de mi vida. — Suspire.— Mi novia tuvo un accidente hace un par de meses, se acaba de despertar pero no recuerda muchas cosas, entre ellas a mi. No sabe quién soy.— Coloque los brazos sobre los rodillas y hundí mi rostro en mis manos escuchando su suave voz mientras relataba mi historia, sintiendo el peso de mis palabras en el aire frío que nos rodeaba.

La chica rubia permaneció en silencio por un momento, asimilando la gravedad de la situación. Luego, con una compasión palpable en sus ojos cristalinos, colocó una mano reconfortante en mi hombro.

—Lo siento mucho, de verdad —dijo con sinceridad—. Debe ser increíblemente difícil para ti.

Asentí, agradecido por su comprensión, aunque seguía sintiendo una tormenta de emociones dentro de mí.

—Es una situación tan complicada —murmuré, sin poder evitar que mi voz temblara—. Me siento tan perdido, tan impotente...

La chica rubia me miró con simpatía, su rostro reflejando una mezcla de empatía y preocupación.

—Entiendo cómo te sientes —respondió con ternura—. A veces, la vida nos pone a prueba de formas que nunca podríamos imaginar.

Sus palabras resonaron en lo más profundo de mi ser, trayendo consigo un destello de esperanza en medio de mi dolor.

—Pero no estás solo en esto —continuó—. Puede que no pueda entender completamente lo que estás pasando, pero estoy aquí para ti, si necesitas hablar o simplemente tener alguien que te escuche.

Su ofrecimiento fue como un rayo de luz en la oscuridad, y me sentí abrumado por su generosidad.

—Gracias... de verdad —susurré, sintiendo un nudo en la garganta mientras luchaba por contener las lágrimas—. Significa mucho para mí.

Una vez más, vuelve conmigo. - MARCULI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora