Un reflector brillante me iluminaba el rostro en ese patio amplio y fresco que formaba parte de la casa de Romina, una de mis mejores amigas que me dejó la experiencia Gran Hermano.
Hace frío, por lo que cubro mis hombros con mis manos en forma de abrazo mientras observo como mi amiga junto a su marido preparan la mesa para la gran cena que habíamos planeado. Hace un año se terminaba la experiencia más importante de toda mi vida, y había que celebrarlo a lo grande.
Cervezas, vinos, botellas de diferentes tipos de aperitivos, rodajas de frutas para decorar los tragos y una gran picada de fiambres y frutos secos en el centro de la mesa rodeada de varias copas que se notaban frescas, recien salidas del congelador, quizás eran lo único más esencial para esta cena.
Me levante de mi silla para tomar mi celular que se encontraba en el bolsillo de atrás de mi pantalón y le tomé una foto a esa mesa. Estaba hermosa, sin dudas a Romi se le daba muy bien la organización y decoración de eventos.
— Está todo hermoso romi, super prolijo. ¡Amo!.— Dije en un tono suave acompañado de una sonrisa.
— Que bueno, Ju. Espero que a los chicos también les guste. Mi idea era ambientar mi patio lo más parecido al patio de la casa. ¿Lo recordás?.— Me miró con ternura para segundos después desviar la mirada. Se notaba que en ese momento estaba teniendo varios deja vu.
Giré mi cuerpo un poco para analizar más detalladamente la decoración y sonreí casi por inercia al ver las similitudes. Era como volver el tiempo atrás y estar encerrada de nuevo entre esas cuatro paredes donde mi único lugar seguro o de relajación era ese patio diminuto.
Amaba tirarme con mis mantas a ver pasar los aviones, o por la noche las estrellas. Era mi pasatiempo favorito. Como así también disfrutaba de las tardes conversando con mis compañeros en ese sillón que daba a una vista panorámica a aquella piscina y la pasarela inmensa que atravesaba todo el jardín.— Ay Romi, se me pone la piel de gallina.— Me sacudí un poco entre risas y abri mis ojos grandes al ver como un auto estacionaba en el garaje de la casa.
Había llegado el primer o la primera hermanitx.
Una sensación de nervios recorrió mi cuerpo y pude sentir como mi corazón se iba acelerando cada segundo un poco más.
No tenía sentido. Había más confianza con mis ex compañeros que con mi familia, quizás. ¿Por qué estaría tan ansiosa? Si suelo verlos seguido.Me cruce de brazos con la mirada fija en aquel auto de color bordó que se había estacionado y noté a la morocha más linda de toda la casa (para mi) bajarse del mismo junto con su novio, que también era nuestro compañero.
Sonreí agitando mis manos al ver a Daniela y Thiago bajando juntos del auto.Caminé un par de pasos para ayudarlos a bajar las bolsas que traían, pero no pude. Me quedé quieta en mi lugar mientras un puchero tierno se asomaba en mi rostro y las lágrimas comenzaban a amenazar con salir. Me quedé paralizada. Pude ver como ambos caminaron hacia la parte trasera del auto y bajaron a sus hijas del mismo en un huevito cada una. Habían traído a las pequeñas Laia y Aime. No podía más de emoción.
— ¡AYYYYYYY!.— pegue un grito cerrando mis ojos y corrí hacia ellos para abrazarlos.
Me acerqué a mi amiga y tome en brazos a la bebe que traía en su huevito. Era aimé, mi ahijada.
— Hola princesita de la madrina.— Mis ojos se hicieron aguados instantáneamente. Dudaba de sí podía amar a alguien así de intenso como me pasaba con ese par de bebitas.
— ¿Las extrañabas mucho?.— Dani se rió al ver mis ojos aguados y me abrazo por la cintura apoyando su cabeza en mi hombro.
— Obvio Dani, hace 2 semanas que no las veo. No pensé que las ibas a traer.— Empecé a caminar hacia el centro del jardín donde se encontraba toda la decoración.
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Una vez más, vuelve conmigo. - MARCULI
Fanfiction;- donde después de seis meses de terminar su relación como novios, Marcos y Julieta se reencuentran en una cena para conmemorar un reencuentro de ex hermanitos.