2 | 9: "Pijamada"

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Pov's Julieta.

Cuando Marcos se fue, volví a recostarme sobre mis brazos al borde de las barandillas del balcón. Mi cabeza daba vueltas pensando en lo que me había dicho, que no tenía nada de sentido, yo nunca le había hecho nada, al contrario, él me había dejado a mí.

Estaba sumida en mis pensamientos cuando sentí unas manos cálidas y grandes rodear mi cintura con delicadeza. Cuando me gire me encontré frente a frente con Bauti que me miraba con preocupación.

— Qué pasó, Ju?.— Me corrio el pelo de la cara y en el mismo movimiento secó una lágrima que caía por mi mejilla.

— Te lo voy a contar, no quiero que haya mentiras entre nosotros.— Suspire y me aferre a su cuerpo mientras le contaba detalladamente toda mi historia con Marcos y lo que acababa de pasar en la cocina.

Él me sostuvo entre sus brazos en todo momento y acariciaba mi cabeza cada vez que sentía que mi voz se quebraba.

— Ahora tiene mucho más sentido la reacción que tuvieron al verse.— Me dijo.

— Perdóname por ponerme así, no quería hacer un escándalo adelante de todos y por eso me fui.

El negó con su cabeza y me besó la frente con ternura.

— No tengo nada que perdonarte, entiendo la situación y tu incomodidad. Contas conmigo para lo que necesites, gorda. Por más que el primo sea uno de mis mejores amigos, vos también sos muy especial para mí y no voy a permitir que estés mal.— Me sonrió.

Yo lo miré a los ojos mientras un puchero se formaba en mi rostro. No podía ser tan tierno y tan bueno, me sentía en el final de una película de Disney donde la princesa termina feliz y para siempre con su príncipe encantado.

— No me hagas esa carita que me desintegro de ternura.— Me dijo soltando una risita para después tomarme de la cintura otra vez y besarme con mucha delicadeza y fogosidad a la vez.

Nos quedamos allí en el balcón por un momento más, en silencio, disfrutando de la presencia del otro. Los brazos de Bautista me proporcionaban una sensación de seguridad y consuelo que necesitaba desesperadamente.

— Gracias, Bauti —le susurré, rompiendo el silencio.

— Siempre, Ju —respondió él, con una sonrisa que iluminó su rostro.

Entramos nuevamente al departamento, donde la fiesta seguía su curso. Las luces tenues y la música envolvían el ambiente, y mis amigas nos miraron con curiosidad, notando la intimidad entre Bautista y yo.

— ¿Estás bien? —me preguntó Agus, acercándose.

— Sí, mejor ahora —le respondí con una sonrisa.

Las chicas me rodearon, ofreciéndome apoyo y cariño. Sus presencias me recordaban que, a pesar de todo lo que había pasado, no estaba sola.

— Vamos a preparar esos tragos —dijo Oriana, intentando aligerar el ambiente.

Nos dirigimos a la cocina, y aunque sentía una incomodidad latente, traté de centrarme en el presente y en las personas que estaban ahí para mí. Mientras preparábamos las bebidas, mis amigas intentaban hacerme reír con sus bromas y anécdotas.

— ¿Y entonces, Ju? —comenzó Agus, mientras vertía vodka en un vaso—, ¿qué pasó exactamente con Marcos? Porque la tensión en la cocina se podía cortar con un cuchillo.

Suspiré, sabiendo que no podría evitar la conversación por mucho tiempo.

— Es una historia larga —dije, tratando de resumir. Les conté lo que había pasado en el balcón, y cómo habíamos terminado. Mis amigas escuchaban atentamente, sus expresiones reflejando una mezcla de sorpresa y comprensión.

Una vez más, vuelve conmigo. - MARCULI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora