Mi historia

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-Era una mañana fría como todas las semanas y me hago un poco a la idea de que este invierno será largo. El aire helado se colaba por las rendijas de las ventanas, haciendo que cada rincón de la casa se sintiera tan gélido como el exterior. Mientras me envolvía en una manta gruesa y me dirigía a la cocina, el crujir de la madera bajo mis pies parecía acompañar el silencio de la mañana. Me preparé una taza de café caliente, esperando que el aroma y el calor me trajeran algo de consuelo.

-Sentada junto a la ventana, observaba cómo la escarcha cubría el jardín,
transformando el paisaje en un lienzo blanco y brillante. Los árboles desnudos se alzaban, sus ramas cubiertas de una capa de hielo que centelleaba bajo los primeros rayos de sol. Respiré hondo, dejando que el vapor del café me envolviera el rostro, y traté de encontrar la belleza en la quietud invernal, aunque no podía evitar anhelar los días más cálidos.

-Me recordé a mí misma que cada estación tiene su propio encanto y que, a pesar del frío, estas mañanas eran perfectas para la introspección y la calma. En esos momentos, uno puede encontrar la paz en la simplicidad de una taza de café caliente y el silencio que solo un paisaje nevado puede ofrecer.

 En esos momentos, uno puede encontrar la paz en la simplicidad de una taza de café caliente y el silencio que solo un paisaje nevado puede ofrecer

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El odio del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora