Contacto perdido

34 3 0
                                    


– Muy bien, ¿dónde estás, bastardo rubio? – siseaba el Maverick mientras buscaba alrededor con sus ojos cubiertos, todavía maldiciendo al Hunter rojo por atreverse a insultar y mancillar su pila de tesoros. Cierto, él mismo lo guio aquí, ¡pero sólo porque lo había acorralado! ¡Pero entonces el maldito Hunter tuvo que exponer que casi todo lo que tenía era falso!

Igual como iba a presentárselo todo a Sigma en persona él mismo.

Apretando el agarre en su arma, Goldminer rápidamente se giró al oír sonidos de piedras y metal moviéndose, divisando una combinación en particular de artículos aparentemente iridiscentes de sus archivos: una piedra triangular en una frente, y un par de orbes verdes situados debajo de esta, horizontalmente paralelos entre sí.

– ¡Ahí estás! – declaró el Maverick, disparando repetidamente hacia las piedras, y su arma rápidamente destruyó los cimientos atravesándolas, haciendo que se derrumbaran.

Pese a que no poseía una boca física, el antiguo criminal sonrió mentalmente de triunfo ante sus propios disparos, acercándose para encontrar que, para su decepción, sólo había destruido algunas de sus propias gemas. O al menos, las réplicas.

– ¿Sabes cómo aprendí a distinguir los reales de los falsos?

Al escuchar la voz familiar, Goldminer se dio la vuelta, para encontrarse con otras dos muestras en las manos del Hunter, una gema en cada mano.

– Estas absorben y reflejan la luz como minerales sacados del carbón reales. Sin embargo... – Zero levantó la mano izquierda, con la que sostenía un rubí que emitía un resplandor aparentemente iridiscente desde su interior. – Se supone que deben ser capaces de soportar altas temperaturas, y ya que la luz viaja, bueno, a la velocidad de la luz, yo diría que lo que hay adentro es calor.

– ¡Ya sé lo que es! – gritó Goldminer, apuntándole con su pistola. – ¡Nadie más necesita saber eso!

Le disparó, y Zero arrojó una de las piedras brillantes frente a él, y el disparo causó una ligera explosión a raíz de que el calor contenido dentro de ella ahora tenía una vía de escape. Los fragmentos salieron volando hacia afuera, golpeando a Goldminer en el visor, rompiéndole la superficie y desorientándolo lo suficiente para permitirle al Hunter rojo asestarle un golpe certero. Al retroceder, el Maverick perdió su agarre, y al darse cuenta que se le había caído, inmediatamente trató de recuperar su arma. Desafortunadamente, un disparo bien medido cortesía de su oponente alejó el arma de su alcance, y el Hunter rojo ahora estaba de pie encima de Goldminer, con sus gemas de la frente y el pecho todavía en su lugar.

– No puedo dejar que te vayas de aquí sabiendo eso. – gruñó Goldminer, aunque no se atrevía a hacer un movimiento. – ¡No saldrás de aquí con vida!

– No tengo ningún interés en tu colección, o como sea que la llames. – señaló Zero. – Más bien, por lo que veo, la mayoría de lo que hay aquí no tendría ningún valor.

– ¡Fueron creadas a partir de muestras reales que encontré! – protestó Goldminer. – ¡Son tan reales como las verdaderas! ¡Incluso más, de cierta manera!

El Hunter no entendía la necesidad del otro reploide por estas cosas. – ¿Por qué te importa tanto todo esto? ¡No son reales!

– ¡Nadie necesita saber eso! ¡De hecho, JAMÁS lo habrían sabido!

– Entonces tu fortuna sería una completa mentira, no que eso te hiciera ningún bien de todos modos.

– ¡Eso lo dices tú! – exclamó Goldminer. – ¡Esto resolvería todo! ¡Yo estaría por encima de todos los demás reploides en esta maldita isla! ¡Diablos, incluso podría considerarme por encima del consejo con todo esto!

Potencial IlimitadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora