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Habíamos acordado vernos todos frente a una cafetería que quedaba a un costado del callejón en el que se encontraba el edificio de Jiro

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Habíamos acordado vernos todos frente a una cafetería que quedaba a un costado del callejón en el que se encontraba el edificio de Jiro. Yo procuré salir una hora antes de mi casa. Me quedaba relativamente cerca, pero luego de cierto evento prefería no perder tiempo dándole círculos a la ciudad porque entendí mal las instrucciones del navegador.

Jiro nos esperaría adentro y Mina nos acompañaría a su departamento por todo el callejón. Terminé llegando unos minutos antes que los demás y me pedí una dona en el café. Tomé asiento en las mesas del exterior de este. En esas zonas céntricas de Japón era común encontrar más departamentos que casas.

Veía a estudiantes de primaria caminar con sus bolsos de cuero y colores llamativos inmensos. Algunos con stickers o llaveros. Me distraje al escuchar un suave estruendo metálico frente a mi.

—Hola.— Sero sonreía. —¿Llevas mucho tiempo esperando?

—No, no. Para nada. Aún faltan diez minutos hasta las dos.— Se sentó frente a mi.

—¿Te gusta llegar temprano? ¿O te queda lejos?

—Me gusta llegar temprano. ¿Tú qué haces aquí tan pronto?

—¿Tengo cara de ser impuntual?

—Honestamente no. Pero tienes cara de que caminas a todas partes.— Sero rió. —¿Acerté?

—¿Me estás diciendo pobre?— Me ahogue masticando mi dona. Su risa se propagó por mis oídos de nuevo. —Voy a comparme algo también. ¿Te parece?

Me pareció tierno que me pidiera permiso para levantarse, ir a la caja registradora y ordenar algo. Yo sólo lo barri con mi mano sacudiendola en señal de que se fuera. La cafetería estaba algo llena, o quizás sólo era muy pequeña. Pero para cuando Sero regresó todos estaban aquí.

Sero comió su dona en todo el camino hacia el departamento de Jiro, mientras que la mía ya me la había acabado hace tiempo. El departamento quedaba a sólo unos cuantos metros de la cafetería por lo que en cuestión de minutos ya estábamos ahí. Subimos las escaleras hasta el tercer piso, donde Mina nos guió hasta la tercera puerta y Jiro nos recibió.

Su departamento era inmenso. No tenía habitaciónes, pasillos ni paredes en él, era sólo un espacio abierto con ventanas grandes y una cocina amplia. Frente a la cocina había una isla y a unos cuantos metros había una sala improvisada. Que consistía en un sillón blanco bajito que parecía esponjoso con sus grandes cojines que lo hacían parecer una cama, un colchón que le iba a la par de la altura al largo sillón con un montón de cojines blancos, una alfombra negra y una lámpara más alta que yo. El techo era alto y sobre la sala había un piso de unos cuantos metros cuadrados suspendido en el aire que parecía un segundo piso sin terminar, accedes a él por una corta escalera metálica negra y arriba se veía una cama junto con unos cuantos posters en las paredes.

—Este edificio está lleno de estudiantes de bellas artes. Siempre entran y salen con canvas.— Comentó Jiro y dejó las llaves en una repisa a un costado de la puerta. Tenía sentido lo que decía, pues el departamento en sí lucia como un taller.

Nos acomodamos en la sala de Jiro y cada quién hizo su parte asignada de la investigación en sus portátiles. Incluso Mina estaba callada, daba miedo. Yo tenía que formar un equipo de cuatro héroes profesionales. Explicar sus dones y en lo que se destacan por separado. Luego proponer y explicar cómo ese equipo funcionaría, cómo se complementan en dones y por qué es un buen balance. Acabé por elegir a Hound Dog, Snipe, Power Loader y Snake Heroine. Terminé mi pdf y se lo mandé a Kirishima, quien era el que iría a preparar los documentos de todos a una serie de diapositivas para presentarla en el proyector.

—Ptss. Ey.— Sero se inclinó hacia a mi aún con su portátil en su regazo.—¿Cómo pongo signos de interrogación?

—¿Me estás jodiendo, cierto?— Sero sonrió.

—No. Hablo en serio.— Le quité el portátil, leí su documento por encima y no pasé por alto la pregunta en su investigación unas páginas sobre la actual que claramente tenía ambos signos de interrogación.

—Por Dios. Busca un copia y pega en google.

—Pero es vergonzoso.

—¿No te parece más vergonozo que me lo preguntes a mi?

—Nah.— Puso su mano izquiera detrás de mi y recargó su cuerpo en ella. Rompiendo los escasos centímetros que nos separaban.

—¿Pueden cerrar la puta boca? Hay gente ocupada.— Despegue la vista del portátil de Sero y miré cómo Bakugo no despegaba la suya de su propio trabajo. Había olvidado por completo que él también estaba en el grupo por su extraña quietud. Tecleaba con el ceño fruncido y noté algo nuevo en su cara.

—No sabía que necesitaras lentes.

—No lo hago. Relajan la vista.

—Y-ya veo.— Bakugo alzó la vista y por un instante vi sus ojos. De inmediato volvió a lo suyo. Sero no había dejado de mirarme y recordé que me había pedido un favor.

Tomé su mano y deslicé mis dedos desde la base hasta su dedo índice. Puse su dedo en la tecla de alt y lo dejé presionado. Luego toqué la tecla con el signo de interrogación que abre la pregunta y solté su mano.

—Ahí tienes.— Susurré. Le entregué su portátil—Apúrate y termina.— Sero sonrió y de nuevo todo estaba silencioso.

BlondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora