Me convencí a mi misma de que la sonrisa estúpida en mi cara era a causa de la brisa haciéndome cosquillas en mi piel descubierta. Sus acciones son literalmente lo mínimo que puedo esperar de una persona que me hizo enojar a tal punto que lo ignoré durante toda una semana. Lo peor de todo, era que la disculpa que estuve esperando todo ese tiempo nunca llegó. Y ahora mismo, dejé plantado a mi mejor amigo por cumplirle el capricho de que me llevase a casa. Pero ahora por alguna razón vamos a la suya. ¿No hacen falta unos cuantos pasos para llegar a ese extremo? Me estoy dejando llevar demás.
—¿Tienes maquillaje?— Eso me desconcertó. Nos adentramos a un vecindario.
—¿Ah? No.
—¿Y por qué estás roja como la mierda? ¿Es por la lluvia de ayer?— Honestamente, me sentía bien. No pescaba un resfriado ni siquiera con las defensas tan bajas como mis estándares.
—Ah... Sí, puede que me enferme.— Mentí.
—Por algo te ofrecí mi sueter. El que tiraste a un charco de agua sucia, por cierto.
—¿No era por celos?
—¿Necesitas que alguien te suba el autoestima? Por supuesto que no.—Había olvidado por completo que estas conversaciones que se desviaban de algo inocente a insultos intencionados y elección de palabras específicas era una de mis razones por las que pasé totalmente de este chico por tanto tiempo. Pero, siempre busco esas respuestas a propósito. Es divertido provocarlo.
Nos detuvimos frente a una casa inmensa, con ese tipo de fachada ligeramente moderna que sueles ver una vez cada cierto tiempo luego de que te acostumbras a las casas simplonas de esa zona casi rural de Japón.
—Claro, olvidé que sólo me estás “cuidando” y tal.— Él se bajó de mi bicicleta.
—Quédate aquí.
—¿Por?
—Voy a buscar tu trapo.— Mi cabeza finalmente hizo click. Esta era su casa, era muy obvio. En ese momento, me di cuenta de lo poco que conozco a Bakugo.
—Ah, espera. Tengo sed.
—Entonces pasa.
—¿A tu casa? Olvídate.
—Entonces muerete.
—Oye, no seas un cabron ahora. Sé gentil y tráeme un vaso de agua.
—¿Qué te cuesta pasar?
—¡Katuski! ¡¿Dónde demonios estabas ?! Te he estado...— Una mujer de cabellos rubios y cortos, piel bien conservada, sin alguna arruga, ojos rasgados y cejas perfiladas abrió una de las múltiples ventanas. Era aterradoramente idéntica a Bakugo. No, él era su versión masculina. —Masaru...— Escuché una vez que retrocedió y las cortinas negras escondieron su silueta. Pero la ventana permaneció abierta, pude escuchar sus voces sin perderme ninguna palabra.
—¡Oh! ¡Hola!— Un hombre de cabello marrón y lentes se asomó. Él me saludó cordialmente. Regresó hacia su esposa. —Hay una jovencita con él.
—¡Sí! ¡Lo sé!
—Te traeré un vaso.— Bakugo cedió.
—¿No querías que entrara?
—No te contradigas ahora, pequeña mierda.
—¿A quién cojones le dices “pequeña mierda”? Pasa, cielo.— La mujer apareció a través de la puerta, que se abrió de un portazo.
—Claro.— Dije tímidamente. Bakugo empujó mi bicicleta hasta la entrada de su casa, dejándola en el recibidor donde debías dejar tus zapatos.
—¿Qué mierda tienes en la cara?— La mujer lo tomó de las mejillas y se chupó el dedo pulgar, para limpiar la parte superior del labio de Bakugo con su saliva.
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Blonde
Romance«If I could see through walls, I could see you're faking. If you could see my thoughts, you would see our faces.» Ivy - Frank Ocean (From Blonde, 2016) ... -Más que amigos, algo peor que amantes. AU do...