Luego de estar un buen rato con Sero, me dirigí al edificio con el paso lento. Para cuando llegué las muletas esperaban por mi en el aula.
Al terminar las clases que quedaban, Midoriya me llevó hacia los edificios de primer año del departamento de héroes. Para entrar al edificio, necesitabas una tarjeta. Como si fuera un hotel o el metro. Cada quien tenía una llave para su dormitorio.
—¿Por qué no utilizas tus muletas?— El chico me preguntó. Caminábamos através del edificio intentando llegar al ascensor para ir al piso donde estaba mi dormitorio.
Caí en cuenta que hice que el pobre Midoriya me acompañara enseñandome el gimnasio, lavandería, despensa y piscina con mi paso infernalmente lento, sólo porque no quería depender de las muletas.
—Perdón.
—Oh, no. No era por eso. No me molesta, de verdad.— Dijo agitando las manos en el intento de que no lo malinterpretara. — Es sólo que, ¿No lo hace peor?
—Quizás sí.— Me di cuenta que soné muy ruda. Aún así no agregué nada y me quedé callada.
Me dirigí al ascensor y toqué el botón del piso tres. El número rojo en la parte superior de este fue en descenso desde cuatro a uno. Las puertas se abrieron. Desde que Midoriya mencionó algo relacionado a mis heridas me aseguré de acelerar el paso.
—Lo siento. No debí preguntar.
—Ah, no. Es sólo que es complejo.
—Sí, creo entenderlo. Solía estar todo el tiempo con los huesos pulverizados. Aunque aún sucede.
—Vi algo de eso. Aunque no lo entendía. ¿Es tu don?
—Sí. Es algo así como un efecto secundario.
—Creo que algo similar está sucediendo conmigo. Pero espero seguir creyendo y que no me lo confirmen.
—Es realmente molesto.
—Sí.— Las puertas del ascensor se abrieron y estábamos en el segundo piso. —¿No sueles tener ese sentimiento de querer ser más fuerte por una persona o razón y te sientes inútil porque lo haces muy mal?
—Hacer todo lo posible por no decepcionar a esa razón por la que quieres ser más fuerte.
—Sí... Justo así.
Él me acompañó hasta mi dormitorio, abrí la puerta esperando encontrarme con las cajas que envié esta mañana. Cuando la cerradura cedió, pude ver dichas cajas, pero también un montón de muebles ya armados que no eran míos. Entré y me aseguré nuevamente, para confirmar que en mi vida había tenido un tocador con espejo, una cama matrimonial esponjosa, un pequeño sofá y otros muebles en la habitación de mi departamento.
Me quité el bolso y saqué mi celular. Llamé a mi papá. El tono se repitió unas cuatro veces hasta que atendió.
—¿Qué hiciste?
—Es un regalo.
—¿Estás tan aburrido como para hacer esa estupidez? ¿Por qué?
—Porque quería hacerte un regalo. Con mi dinero.
—Son tus primeros pagos. Utilízalos para ti. De verdad, sabes que no lo necesito.
—Pero me das todo tu dinero a mi. Y yo quiero devolverte el favor.
—No es un favor. Es el dinero de mi mamá.
—Nunca compras nada con él. No me gusta que me termines dando la mayoría y tú te quedes con el dinero justo para comer, ir y venir de la escuela.— Suspiré sabiendo que no había manera de hacerlo cambiar de opinión.
ESTÁS LEYENDO
Blonde
Romance«If I could see through walls, I could see you're faking. If you could see my thoughts, you would see our faces.» Ivy - Frank Ocean (From Blonde, 2016) ... -Más que amigos, algo peor que amantes. AU do...