48

446 55 21
                                    

—¿Tienes tu cuestionario?— Aizawa finalmente preguntó, luego de darme un sermón sobre lo que tenía o no permitido hacer mediante mi herida sanaba. Había pasado un mes y unos cuantos días desde que la provoqué con mi propio don, de tal manera que me sabía su monólogo de memoria. Incluso Katsuki terminó fallandome y me acusaba con Recovery Girl cuando me pillaba yendo al gimnasio del edificio. “Anciana, lo hizo de nuevo.”, anunciaba el rubio en mi contra cada vez que me acompañaba a mis chequeos médicos de cada cinco días con la mujer.

Empujé una carpeta a través de su escritorio hasta el extremo en el que él tomó asiento. Misma que él analizó superficialmente y dejó a un lado para calificarla más tarde.

—Tampoco me agrada esto.

—¿Insinuas que no me gusta enseñar?— Me dedicó su expresión más ofendida. Que era idéntica a la de aburrimiento, entusiasmo, enojo y por defecto su rostro todo el tiempo.

—No me refería a eso. Pero ahora que lo dices...— Entrecerró sus ojos como si me dijiese: “Ve al clavo.”, a lo que yo   tomé una bocanada de aire y apoyé mis manos sobre la mesa, como si eso me ayudase sonar más convincente. —Pero sabes a lo que me refiero. Debería de estar con los demás. Ya sabes, obteniendo la licencia.

—Me parece que no lo estás entendiendo.— Llevó una mano a su frente y acarició su ceño.

—¿El qué?— Tomé asiento frente a él, sobre un banquito de la sala de profesores.

—Un docente no se obligado a cuidar de ti y los demás estudiantes. Es un deber, una responsabilidad. No me puede importar menos si tengo que elaborar actividades escritas de más sólo para que vayas a la par con tus compañeros.— Tomó mi cuestionario y con su puño lo enrolló en un cilindro con el que me apuntó amenazante. —En cambio, no creo que te parezca un buen pasatiempo pasar el resto de tus años académicos haciendo proyectos y ensayos. ¿Y sabes por qué será así? Porque eres incapaz de entender que tu periodo de recuperación es importante.

Subió su mano derecha con la que sujetaba aquellos papeles al escritorio, apoyándola en su codo para que las mímicas que hacía pudiesen juzgarme más de cerca.

—Que puedas caminar como si nada no significa que estés en forma para poner a prueba tu organismo de golpe. Eres excepcional y no de una manera linda. El uso que le des a tu cuerpo puede cobrarte la vida. Métete eso en la cabeza.— Me miró esperando una confirmación.

Su manera de explicarlo era muy tosca y algo brusca. Sin embargo, sabía que así era como él ponía su preocupación en palabras. Sabía que tenía razón. Sabía que tenía que dejar de ser ansiosa al respecto y considerar el estado actual de mi cuerpo sobre mis otras preocupaciones.

—Entendido.— Me levanté y caminé en pasos flojos hasta la puerta de manera teartral como un niño sensible a los regaños.

—Gana un poco de conciencia sobre tu situación y sólo así permitiré que regreses a los entrenamientos. — Finalizó para posteriormente tirar nuevamente mi carpeta contra el escritorio. Yo salí de la habitación no sin antes desicarle un pulgar arriba.

—¡Ugh!— Jiro metió sus cosas en su bolso de mala gana. Mientras que Mina por otra parte, examinaba la perforación en su ceja ser rechazada por la piel de la misma. —Deja de verlo.

—Oye, quizás mi mirada tiene valores curativos.— La pelirosa añadió.

—¿Qué carajos te hiciste?— Pregunté.

—Involucra un alfiler, hielo, el baño de mujeres y un aro de cejas de Hot Topic.— Jiro simplificó su hustoria con su perforación recientemente infectada.

BlondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora