—¿Cómo lo conseguiste?— Aizawa se hallaba ligeramente sorprendido con mi hazaña.
—¿Qué puedo decir, Aizawa? Bakugo es un perro que ladra pero nunca muerde.
—¿Crees estar en una posición de poner a prueba mi paciencia? Abre la boca nuevamente y me iré.— Bakugo me acompañó a mis prácticas de dos horas de todos los días. Yo fingí que tenía una cremallera en la boca y la cerré.
—Bien, Hatsume trajo tu traje.
—¿Traje? ¿No era un cinturón?
—Miralo por ti misma.— Aizawa me entregó una bolsa de papel de Kfc que pesaba mucho como para ser un combo de cinco presas de pollo.
Primero me encontré una chaqueta negra de compresión con cuello tortuga y una cremallera. La prenda más pesada era un pantalón holgado, negro y grueso con un montón de bolsillos en lugares meticulosos que pudiera alcanzar sin mucho esfuerzo. Al fondo de la bolsa, paquetes transparentes que dividían canicas en diferentes tamaños.
El material no era como el de una canica normal, sino de hierro. Habían al menos cien de ellas. Las más pequeñas eran de un centímetro, y las más grandes de ocho. Entre más grandes menos cantidad había. Lo único que quedaba era una nota de Hatsume donde explicaba que olvidó que yo había hecho una petición y la comenzó a hacer a último momento. Por lo que, los zapatos y cinturón no estaban listos.
Me dirigí a un apartado de vestuarios y baños a un costado del taller para ponerme mi nuevo traje. Me quedaba perfectamente a medida.
...
—¿Qué te hizo cambiar de opinión?— Aizawa me preguntó una vez que la cotorra fue a cambiarse. Guardé silencio. —No creí que sería tan fácil que aceptaras que también tenías debilidades como todos los demás.—Actúe como si no escuchara, enfocado en calentar. Aunque tenía muy claro lo que decía. —No te hace menos fuerte. Midoriya las tiene, Todoroki y tu amiguita también. Todos ellos las reconocen y trabajan en ellas. ¿Ya te diste cuenta que eso hace que te quedes atrás?
—Sí, Aizawa. Tenías razón.— Escupí irritado.
—No, yo no. Ella te ha estado analizando. Le dije que te dejaría a su cuidado.
¿Oh?
—¿Ah, sí?— Vi de reojo cuando la susodicha salió de los vestuarios. “Hablando del demonio”, pensé.
—Aunque fuí yo el que sugirió que entrenara contigo. No le hacía mucha ilusión.
—A mi menos.
—Hazte un favor y utiliza la cabeza, ¿Quieres? Déjate ayudar.— Aizawa tomó asiento.
—¿Cómo lo ves?— Ella apareció a un costado de Aizawa y giraba su cuerpo para que viera mejor los detalles en el traje. Mis ojos se fueron a una dirección equivocada, me concentré en ponerme mis guantes y objetos de apoyo.
—Hmm... Incluso con los arreglos y objetos de apoyo, sigo creyendo que dependes de los objetos que te encuentres.
—Pues, sí. Es lo más práctico que se puede hacer.— Peinó las puntas de su cabello y lo ató.—¿Qué tienes para mi hoy, Aizawa?
—Pelea física. Sin dones.
—¿Contra él? ¿No estoy en una desventaja muy obvia?
—Me alegra que reconozcas tu posición de inmediato. Sí y no. Aprende a ser igual de escurridiza que tu don, más cuando no dispones de él.— Su cara se arrugó de fastidio y se posicionó a unos metros frente a mi.— Descuida, siempre contamos con Recovery Girl.
Su estilo de pelea era generalmente esquivar y cubrirse. No me subestimaba, dejaba que yo atacara primero y sólo respondía con autodefensa. Intercambiabamos golpes y patadas. De vez en cuando Aizawa nos pedía parar para sermonear a Inku.
Poco a poco se animó a atacar directamente. No tiene una fuerza increíble, pero de un golpe a mi rostro podría desgarrar el interior de mi mejilla con el impacto de su puño, o vaciar el aire de mis pulmones al golpear mi estómago.
Lanzó un gancho dirigido a mi mentón que yo desvíe con una de mis palmas. Le di una patada a un costado de su torso, cuando intenté buscar soporte en el piso aprisionó mi pierna con ambas manos y pateo la única que me quedaba libre, derribandome al suelo. Tomé impulso con ambas piernas para levantarme y en ese gesto de estirar mis piernas de golpe casi le doy en el pecho, si no fuera porque retrocedió a tiempo. Subió la guardia y se distanció por unos cuantos metros.
Mantenía ambos brazos cerca de su pecho y rostro por defensa. Me acerqué a ella y hice ademán de golpear su estómago. Bajó sus brazos para amortiguar el golpe pero con mi mano izquierda la tomé del cuello. Antes de que pudiera golpearla nuevamente, subió su brazo derecho sobre el mío y presionó detrás de mi codo con fuerza.
Sentí un ardor en mi brazo forzandome a soltarla. Intenté zafarme de su agarre a mi brazo, pero ella me inmovilizó y manuvo mi brazo derecho aprisionado con una mano. Con la otra tomó mi muñeca izquierda y giró mi cuerpo poniéndome de espaldas. Con mi pierna izquierda me impulse para girar y golpearla. Al rotar mi cuerpo patee su abdomen.
Cuando recibió el impacto su agarré se aflojó y yo tomé sus muñecas esta vez. Su pierna volvió a quitarme el soporte de una patada y caí al suelo sobre ella. No solté mi agarre de sus muñecas, que posicione a los costados se su cabeza.
Su pecho subía y bajaba desesperado por aire. Ambos respirabamos agitadamente y nuestros jadeos se volvieron uno. Su respiración caliente golpeaba con suavidad mi cara y corrientes de aire iban y venían del uno al otro. Su boca ligeramente abierta dejaba escapar sonidos a causa de su cansancio por el constante movimiento. Gracias a la posición, pude notar la cantidad de lunares en su rostro. Noté uno en la base de su cuello que de vez en cuando desaparecía al ser opacado por el movimiento de su camisa ajustada a causa de el vaivén de su torso.
Una gota de sudor de mi frente bajó por el puente de mi naríz y cayó en su mejilla. Fue suficiente para sacarme de transe y ella comenzó a forcejear. Mi distracción le dió el tiempo suficiente para pensar en una forma de liberarse de la prisión de mi cuerpo. Sus caderas subieron de golpe y me lanzó hacía arriba. Mi abdomen quedó en su cara y con sus brazos ya libres abrazó mi cadera. Con su pierna derecha aprisionó una de las mías quitándome el equilibrio y rotando su cuerpo para quedar sobre el mío.
Sus caderas presionaron la cara interna de mis muslos y mis piernas quedaron sobre las de ella. Aprisionó mis manos y las puso en mi abdomen. Una sonrisa retorcida apareció en su rostro. Comenzó a reír.
Golpeó un costado de mi rostro y sentí el sabor metálico de la sangre en mi boca, pasé la lengua por todos mis dientes saboreándola. Aproveché la posición de mis piernas y aprisione su cintura, me impulse hacia arriba y con mis piernas la derribe nuevamente. Me encontraba sentado en su regazo y ella nunca soltó el agarré de mis muñecas. En ningún momento borró su expresión y pude ver una hilera de dientes asomarse.
—Bien, suficiente.— Aizawa me sacó de mis pensamientos. Giré mi cabeza y lo vi ahí en su silla tomando apuntes. Inku soltó mis manos.
—Oye, Bakugo.—Ella me llamó.—¿Quieres?— Y entendí que se refería a que me apartara.
—Ah, claro.— Ella se levantó y sacudió la tierra de su cuerpo.
—¿Una escuela tan jodidamente grande y no hay colchonetas?
—Allá afuera no te darán colchonetas para cuando te derriben en seco contra el suelo. Agradece que no es cemento.
—Que rudo...
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Blonde
Romance«If I could see through walls, I could see you're faking. If you could see my thoughts, you would see our faces.» Ivy - Frank Ocean (From Blonde, 2016) ... -Más que amigos, algo peor que amantes. AU do...